Jesús es presentado como «unigénito» en Juan 3: 16, el texto de oro de la Biblia, según muchas traducciones. Sin embargo, el término griego monogenes (combinación de dos palabras monos [uno] más genos [tipo]) significa «uno de un tipo»Por lo tanto la traducción correcta de esta palabra es «único». Jesucristo no tiene parangón. En todo el universo no hay nadie como él.
El término monogenés se utiliza nueve veces en el Nuevo Testamento, y de estas ocurrencias se aplica a Jesús cinco veces en Juan 1: 14, 18; 3: 16, 18; y 1 Juan 4: 9. Cuatro veces la palabra se refiere a un hijo especial y único en una familia: un hijo único. Así, Lucas 7: 12 describe al hijo único de la viuda de Naín, Lucas 8: 42 habla de la hija única de Jairo, Lucas 9: 38 se refiere al hijo único con un espíritu maligno, y Hebreos 11: 17 describe al hijo de Abraham, Isaac, como «su único hijo». Era único porque era hijo de una promesa.
Varios traductores traducen los textos griegos con esta palabra de forma ligeramente diferente pero coherente. Un buen ejemplo es la comparación de las traducciones RVR1995 y NTV:
El término apropiado para «unigénito» es gegennéka (de gennaó «engendrar»; véase la explicación de Hebreos 1: 5 en el presente estudio). Usar el término «unigénito» para Jesús connotaría ideas falsas de que Jesucristo tuvo un origen en el tiempo en que nació, que hubo un tiempo en la eternidad pasada en que no lo fue, y que en un momento dado el Padre lo engendró. Sin embargo, la palabra monogenés apunta a su naturaleza única (él es el Dios encarnado) y su papel como el Hijo de Dios para redimir a la humanidad perdida del dominio de Satanás.
El término monogenés en la versión de los LXX es una traducción de una palabra hebrea que en otros lugares se traduce como «amado» (agapétor, Mar. 1: 11; cf. Gén. 22: 2). Ambas palabras pueden tener a veces un significado parecido (Juan 3: 16, 18). Isaac era el hijo monogenés de Abraham (Heb. 11: 17). No era el único hijo, pero era muy especial. Era el hijo único porque era el hijo de la promesa de Dios. No hay énfasis en el nacimiento o la conexión con la singularidad biológica. La palabra equivalente en el Antiguo Testamento para monogenés es yakhid, que significa «amado» (Gén. 22: 2). Isaac era amado por Abraham; era su hijo muy amado. La hija de Jefté era su yakhidah (término femenino hebreo) y monogenés (palabra griega) hija (Juec. 11: 34), es decir, su única hija a la que prometió sacrificar (Juec. 11: 31).
Cuando se aplica el término monogenés a Jesús, el significado queda claro. Él es el Unico, nadie más es como él en persona y en realizaciones del plan de salvación (Isa. 49: 5-6; 52: 13-53: 12). Él es único en su género. Nadie más puede compararse a él porque es plenamente hombre y plenamente Dios en una sola persona y seguirá siéndolo por toda la eternidad (Col. 2: 9; 1 Tim. 2: 5; Apoc. 1: 13). También es uno e igual al Dios Eterno (Juan 10: 30; Fil. 2: 6).
El Padre dice al Hijo: «Yo te he engendrado hoy» (Heb. 1: 5)
Esta frase es aplicada a Jesús por el Padre celestial, que dice a Cristo: «Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy» (Heb. 1: 5). Algunos traductores traducen esta frase de forma ligeramente distinta: «Tú eres mi Hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre» (véase, por ejemplo, NTV). La palabra gegennéka es un verbo indicativo perfecto activo en primera persona del singular de gennaó («engendrar», «ser o convertirse en el padre de»). ¿Qué significa esto? ¿Es Jesucristo engendrado en algún momento de la eternidad pasada, teniendo así su principio? Ya hemos visto que términos como «principio», «primogénito» o la terminología «padre-hijo» en relación con Jesús no connotan tiempo, nacimiento o ser miembro de una familia literal, sino que constituyen un lenguaje específico que quiere transmitir la estrecha relación, el gobierno, la supremacía, la igualdad de carácter y el estar en el mismo cargo de autoridad, gloria y honor.
El autor de Hebreos toma la frase del Salmo 2: 7: «Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy». El Salmo 2 es un salmo de entronización o coronación (real). David lo compuso para su hijo Salomón cuando fue nombrado rey. El trasfondo de este poema está en la promesa del pacto de Dios a David de que su hijo construiría el templo y, además, que Dios lo adoptaría como hijo suyo: «Yo seré su padre para él, y él será mi hijo para mí» (2 Sam. 7: 14; cf. 1 Crón. 17: 13). Esta es la razón por la que David escribe: «Yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. […] Jehová me ha dicho: “Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy”» (Sal. 2:6-7). La palabra inglesa «begotten» (engendrado) es una traducción del término hebreo yelidtika (qal perfecto sg. de primera persona deyalad, «parir», «engendrar»; más sufijo masculino sg. de segunda persona). La NTV traduce esta frase de otra manera «Tú eres mi hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre» (Sal. 2: 7), porque el verbo hebreo yalad no significa solo «engendrar», sino también «convertirse en el padre de». La BJ3ed. traduce adecuadamente este modismo en la siguiente expresión verbal: «hoy te he engendrado» (Sal. 2: 7).
Así, se hace evidente que la frase «yo te he engendrado» es un lenguaje figurado de adopción cuando Salomón asume un nuevo papel específico, a saber, ser el rey en Jerusalén. Aparentemente, esta afirmación no tiene nada que ver con el nacimiento, sino con su asunción del cargo de honor y autoridad. El rey Salomón será el representante de Dios en la tierra como hijo suyo.
Este texto es mesiánico porque la investidura de Salomón en un cargo real es un tipo para el cumplimiento antitípico en la vida de Jesús. ¿Cómo se aplica? Es interesante que esta frase se utilice cinco veces en relación con Jesucristo en el Nuevo Testamento. Tres veces se cita toda la frase; en los otros dos casos solo se emplea una parte. Estudiemos cuidadosamente el contexto de cada frase:
La frase del Salmo 2 se aplica en distintas situaciones de Jesucristo en el Nuevo Testamento: 1) encarnación (Heb. 1: 5); 2) bautismo (Luc. 3: 22); 3) transfiguración (Mat. 17: 5); 4) resurrección (Hech. 13: 33); y 5) inauguración del ministerio sumosacerdotal de Jesús en el santuario celestial tras su ascensión (Heb. 5: 5). Así queda claro el significado de la frase «te he engendrado hoy». Se trata de una expresión idiomática que no habla del nacimiento físico de Cristo, sino que se refiere siempre a una nueva fase o a una nueva función en el ministerio de Jesús: desde su encarnación, pasando por la transfiguración, la resurrección, la ascensión y, finalmente, su ministerio sumosacerdotal. Siempre está en estrecha relación y unidad con su Padre, ambos trabajando juntos a través de las diferentes funciones de Cristo para la salvación de la humanidad. Cristo es el «unigénito», lo que significa que asumió la función especial de ser la simiente prometida, y se convirtió en el Hijo Davídico, cumpliendo perfectamente los diferentes papeles que se le asignaron como Hijo de Dios e Hijo del hombre.
Jesús como Sabiduría en Proverbios 8 Algunos intérpretes cristianos reconocen correctamente que la Sabiduría en Proverbios 8 representa a Jesucristo. La Sabiduría en Proverbios 8 es la hipóstasis de la Sabiduría divina, y tiene una existencia independiente. Esta Sabiduría es una persona celestial y Co-Creadora con Yahvé.1 La Sabiduría estaba aquí antes del principio de la creación y se refiere a Jesucristo. La Sabiduría asume las mismas prerrogativas reservadas en otros lugares solo a Yahvé: dadora de la vida y de la muerte (Prov. 8: 35-36); fuente de gobierno legítimo (Prov. 8: 15-16); a quien hay que buscar, encontrar e invocar, así como amar (Prov. 8: 17); fuente de revelación (Prov. 8: 6-10, 19, 32, 34; 30: 3-5); y dadora de riqueza (Prov. 8: 18-21).
La Sabiduría del libro de los Proverbios es la dadora de seguridad (Prov. 1: 33), se construye un templo como corresponde a una deidad de su estatus (Prov. 9: 1) y utiliza la autoproclamación divina: «Yo soy la Sabiduría», de forma similar a «Yo soy Yahvé» (o, como en el antiguo Oriente Próximo, «Yo soy Ishtar»), ya que esta forma retórica está reservada a la divinidad en las Escrituras (Prov. 8: 12; Eze. 12: 25; 35: 12; Zac. 10: 6; Mal. 3: 6). La Sabiduría es una figura divina y habla como una divinidad.
El pasaje poético de Proverbios 8: 22-31 contiene una frase que utiliza un lenguaje de nacimiento, por lo que se plantea la pregunta: ¿Ha nacido Jesús como la Sabiduría según Proverbios 8? El texto afirma
El Señor me formó [qanani] desde el comienzo, antes de crear cualquier otra cosa. Fui nombrada [nissakhti] desde la eternidad, en el principio mismo, antes de que existiera la tierra. Nací antes de que los océanos fueran creados [kholalti], antes de que brotara agua de los manantiales. Antes de que se formaran las montañas, antes que las colinas, yo nací [kholalti]. (Prov. 8: 22-25, NTV).
Compárese con la traducción de la RVR1995:
Jehová me poseía [qanani] en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve [nissakhti] la primacía, desde el principio, antes de la tierra. Fui engendrada [kholalti] antes que los abismos, antes que existieran las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fueran formados, antes que los collados, ya había sido yo engendrada [kholalti].
Véase también la traducción de la TLA del mismo pasaje:
Dios fue quien me creó [qanani]. Me formó desde el principio, desde antes de crear el mundo. Aún no había creado nada cuando me hizo [nissakhti] nacer a mí. Nací [kholalti] cuando aún no había mares ni manantiales.
Nací [kholalti] mucho antes de que Dios hiciera los cerros y las montañas, la tierra y sus paisajes.
Recuerda que cada traducción es ya una interpretación del texto. El significado de diferentes términos clave en nuestro texto estudiado es el siguiente:
Es significativo que la raíz del verbo hebreo nsk III solo aparezca en Proverbios 8: 23 y Salmo 2: 6. El Señor dice en este poema de la realeza: «“Yo he puesto [nsk III] mi rey sobre Sión, mi santo monte”. Yo publicaré el decreto [khoq]; Jehová me ha dicho: “Mi hijo eres tú; yo te engendré [yalad] hoy”» (Sal. 2: 6-7). El verbo hebreo nsk III es lenguaje técnico de instalación y significa «establecer», «nombrar» o «instalar». Las traducciones de la Biblia NVI, RVC, por ejemplo, lo traducen correctamente: «“He establecido [nsk III] a mi rey sobre Sión, mi santo monte”. Yo proclamaré el decreto [khoq] del Señor: “Tú eres mi hijo”, me ha dicho, “hoy mismo te he engendrado [yalad]“» (NVI). Este vocabulario único de Proverbios 8 y Salmo 2 utiliza «engendrar» como lenguaje técnico para describir la instalación formal de la realeza en un nuevo cargo. Se trata, pues, de un lenguaje metafórico, un símbolo, o mejor dicho, una expresión idiomática hebrea. Aquí no se puede tomar el lenguaje literalmente.
El significado se vuelve transparente: «El Señor me estableció [a la Sabiduría] al principio de sus tareas» NBE. Proverbios 8 se refiere a un momento de su instalación en su oficio de «comunicación» al principio de la creación de Dios de otros seres. Jesucristo en ese momento asumió el nuevo papel, a saber, ser el Comunicador o Mediador entre la Deidad y el resto de su creación. Jesús asumió voluntariamente esta función de mediación.
La Sabiduría afirma en Proverbios 8: 30-31: «Yo estaba allí, como arquitecto [‘amon], y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres» (BJ). El mismo texto aparece en la NTV de la siguiente manera: «era la arquitecta a su lado. Yo era su constante deleite, y me alegraba siempre en su presencia. ¡Qué feliz me puse con el mundo que él creó; cuánto me alegré con la familia humana!». La palabra hebrea ‘amon significa «maestro artesano», «obrero», «artista» o «arquitecto». La Sabiduría es descrita como el maestro artesano, es decir, el Co-Creador con Dios, siempre a su lado y con él y regocijándose juntos en el trabajo creativo.
En resumen, Jesucristo es una hipóstasis de la Sabiduría («hipóstasis» significa descripción de un ser divino real). Jesús es una Sabiduría personificada, una persona divina, no literalmente «engendrada» o «nacida» (lenguaje poético). Proverbios 8 se refiere al momento de la instalación de Cristo en un nuevo oficio de comunicación, a su papel mediador. Describe un tiempo, en algún momento de la eternidad pasada, cuando Jesús fue «puesto» o «instalado» (nsk III) en esa función de Mediador. El Padre y Jesús eran miembros iguales de la Deidad como Co-Creadores y cuando el Dios Triuno comenzó a crear, entonces se decidió entre los tres miembros de la Deidad que Jesús asumiría el papel de Comunicador entre el Trío Celestial y todo el mundo de la creación. La Sabiduría es la contrapartida divina de Yahvé. Así pues, Jesús ha asumido el papel de mediador entre la Deidad y la humanidad.
Así, Jesucristo es el Mediador que nos comunica la voluntad de Dios. Elena G. de White declara poderosamente que si este papel fuera asumido por el Padre, se llevaría a cabo de la misma manera:
Si Dios el Padre hubiera venido a nuestro mundo y morado entre nosotros, humillándose, velando su gloria, para que la humanidad pudiera contemplarlo, la historia que tenemos de la vida de Cristo no habría cambiado […] En cada acto de Jesús, en cada lección de su instrucción, debemos ver, oír y reconocer a Dios. Para la vista, para el oído, es en efecto la voz y los movimientos del Padre. Pero el lenguaje es débil. Juntamente con Juan exclamo: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él».2
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1 Para más detalles, véase Richard M. Davidson, «Proverbs 8 and the Place of Christ in the Trinity», Journal of the Adventist Theological Society 17/1 (primavera 2006): pp. 33-54.
2 Elena G. de White, A fin de conocerle (Asociación Casa Editora Sudamericana, 1964), p. 340.