Jesús era una persona humilde (Mat. 11: 28-30), pero las afirmaciones de que él tiene el poder de perdonar los pecados no tenían precedentes y eran impresionantes. Él no solo declaró o aseguró a la gente que sus pecados eran perdonados, sino que los perdonó. Este es el tipo de autoridad que solo Dios posee. Los judíos sabían muy bien que, en última instancia, solo Dios tiene autoridad para perdonar los pecados. Sin embargo, Jesús perdonó los pecados y demostró que tiene el derecho y la autoridad para hacerlo realizando un milagro.
«Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban para sí: “¿Por qué habla éste de ese modo? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?” Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les preguntó: —¿Por qué pensáis así? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (Mar. 2: 5-11).
Jesús reivindicó la propiedad de Dios como propiedad suya. Habló de los ángeles de Dios (Luc. 12: 8-9; 15: 10; Apoc. 3: 5) como sus ángeles (Mat. 13: 41). Jesús tiene ángeles a su disposición, podría apelar al Padre, y el Padre pondría de inmediato a su disposición más de doce legiones de ángeles (Mat. 26: 53). Jesús tiene un reino de Dios o reino de los cielos (Mat. 12: 28; 19: 14), por lo tanto, puede hablar de «mi reino» (Luc. 22: 29), que no era de este mundo (Juan 18: 36). Los elegidos de Dios (Mar. 13: 20) son los elegidos de Jesús (Mat. 24: 31).