Las afirmaciones de Jesucristo fueron tan profundas que solo hay dos posibilidades: O era quien decía ser —a saber, Dios— o era un lunático, un loco, un embustero. Enumeremos algunas de ellas que proclamaban solemnemente que él es Dios: «Creéis en Dios; creed también en mí» (Juan 14: 1); «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mar. 8: 34); «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá» (Juan 11: 25); «El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo» (Juan 5: 22); «Yo soy el pan de vida» (Juan 6: 35); «Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vi-virá para siempre» (Juan 6: 51); «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas» (Juan 8: 12); «Y la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final» (Juan 6: 39); «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14: 6); «El que me ha visto a mí ha visto al Padre» (Juan 14: 9); «para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió» (Juan 5: 23); «[Porque yo] he descendido del cielo» (Juan 6: 38); «El Padre y yo uno somos» (Juan 10: 30); «Antes que Abraham fuera, yo soy» (Juan 8: 58). Los judíos querían ape-drearle por esta blasfemia (Juan 8: 59). Además, Jesús afirmaba tener poder para perdonar pecados (Luc. 5: 24) y aceptaba la adoración cuando la gente le rendía culto (Juan 9: 38). Llamó a sus discípulos a seguirle (Mat. 4: 19; 8: 22; 9: 9; 10: 38; 16: 24) y declaró: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mat. 11: 28).
Todo el cuadro está muy claro. Jesucristo es Dios: Es nuestro Creador (Juan 1: 1-3; Col. 1: 16), Salvador (Juan 12: 32; Hech. 4: 12), Juez (Juan 5: 24-30), Intercesor (Rom. 8: 34; Heb. 7: 25), Rey (Mat. 25: 34; Apoc. 17: 14), Señor (Juan 13: 13-14) y Amigo (Juan 15: 14).