Condenación y gracia: poligamia y concubinato en el Antiguo Testamento

Richard M. Davidson

El diseño divino para el matrimonio establecido en la creación es una relación monógama entre un «hombre […] y […] su mujer» (Gén. 2: 24).1 La cita de Pablo de este versículo hace aún más explícito el diseño monógamo: «Y los dos [no tres o más] serán una sola carne» (Efe. 5: 31, cursiva añadida). La monogamia tiene sus raíces, en última instancia, en el monoteísmo y en el concepto de imago Dei (imagen de Dios): así como el Señor Dios, que es «uno» (Deut. 6: 4), no está involucrado en relaciones promiscuas dentro de un panteón politeísta, así también los esposos y las esposas, creados a imagen de Dios, deben ser monógamos en su relación marital entre sí. Sin embargo, una distorsión del diseño de la creación para la monogamia se manifiesta durante los tiempos del Antiguo Testamento en la práctica de la poligamia y el concubinato.2

Poligamia y concubinato en Génesis

El libro de Génesis contiene varios ejemplos de poligamia y/o concubinato: Lamec (Gén. 4: 18-24), Nacor (Gén. 22: 20-24), Abraham (Gén. 16 y 21), Jacob (Gén. 29–30), Esaú (Gén. 26: 34-35; 28: 8-9; 36: 2-3) y Elifaz (Gén. 36: 12). Aunque en estas narraciones bíblicas no se da una condena verbal explícita de esta práctica, el narrador (a quien considero Moisés) presenta cada relato de tal manera que subraya una teología de desaprobación. El registro de estas relaciones polígamas está plagado de discordia, rivalidad, angustia e incluso rebelión, y revela las motivaciones negativas y/o las consecuencias desastrosas que invariablemente acompañaban tales desviaciones de la norma edénica de Dios.3 Las narraciones inspiradas, con su teología implícita de desaprobación, hablan incluso más alto y con más elocuencia que la condena explícita.

Con respecto a la relación de Abraham con Agar, aunque Agar era considerada humanamente como la esposa de Abram (Gén. 16: 3), el narrador registra cuidadosamente el contraste entre la comprensión humana y la perspectiva divina. A lo largo de la historia, Dios llama regularmente a Sara la esposa de Abram (p. ej., Gén. 17: 15, 19; 18: 9-10), pero se refiere a Agar solo como «la sierva de Sarai» (Gén. 16: 8-9; cf. 21: 12) y no como la esposa de Abram. Además, al yuxtaponer el relato del retorno de Abraham a la monógama (Gén. 21) con el relato de la prueba de fe de Abraham en el monte Moriah (Gén. 22), el narrador parece sugerir que fue después de regresar a la fidelidad en su estado civil que Abraham estuvo preparado para pasar la prueba suprema de lealtad a Dios.

En cuanto a la poligamia/concubinato de Jacob, además de la narración repleta de detalles de las desastrosas consecuencias de la poligamia en la disfuncional familia de Jacob, también hay indicios en el texto de que después de la lucha de Jacob con el ángel en el río Jaboc (Gén. 32: 24-28), volvió a un estado monógamo. Antes del encuentro en el río Jaboc, la narración menciona repetidamente la relación sexual de Jacob con las cuatro esposas/concubinas, pero después de este evento, las únicas relaciones conyugales mencionadas son con su esposa Raquel (Gén. 35: 16-19). Mientras que antes del cambio de nombre (carácter) de Jacob en el río Jaboc, había llamado a Raquel y a Lea «mis esposas» (Gén. 30: 26; cf. 31: 50), después de la experiencia en el río Jaboc, llamó solamente a Raquel «mi esposa» (Gén. 44: 27). Lo más revelador de todo es que, en la genealogía de Génesis 46, el narrador menciona a Lea, Zilpa y Bilha como mujeres que «le dieron hijos a Jacob», pero solo a Raquel se la clasifica como «esposa de Jacob» (Gén. 46: 15, 18, 19, 25). De este modo, el narrador parece dar a entender que después de la experiencia de conversión de Jacob en el Jaboc, él continuó cuidando de Lea, Zilpa y Bilha, pero ya no las consideraba sus esposas y concubinas, y regresó a una relación monógama con la esposa de su intención original, Raquel.

Legislación mosaica

Según algunos intérpretes, varias leyes del Pentateuco asumen, permiten e incluso aprueban la práctica de la poligamia. Pero un análisis cuidadoso de estos pasajes revela que ninguno de ellos apoya la poligamia o el concubinato como la voluntad de Dios.4

Por ejemplo, Deuteronomio 17: 16-17 no le da permiso al rey para tener varias esposas, como algunos han afirmado; más bien, la voluntad divina en estos versículos es que el rey no tenga multiplicación de caballos (es decir, no carruajes), ni de esposas (es decir, no tenga harenes) ni acumule riquezas excesivas.5

La legislación que se cita con más frecuencia como apoyo a la poligamia y al concubinato en el Pentateuco se encuentra en Levítico 18: 18. Este pasaje se traduce comúnmente como una autorización tácita para los matrimonios plurales: «No tomarás una mujer juntamente con su hermana [heb. ’ishah ’el-’akhotah, lit. “una mujer con su hermana”], haciéndola su rival y descubriendo su desnudez mientras la primera viva». En esta y en la mayoría de las otras versiones modernas, la frase ’ishah ’el-’akhotah («una mujer [juntamente] con su hermana») se toma como una referencia literal a una hermana (consanguínea). La implicación de esta lectura es que, aunque cierta relación polígama incestuosa está prohibida (es decir, el matrimonio con dos hermanas consanguíneas mientras ambas estén vivas, técnicamente llamada poligamia sororal), la poligamia en general es aceptable dentro de la ley.

Sin embargo, la frase hebrea ’ishah ’el-’akhotah («una mujer [juntamente] con su hermana») en sus ocho apariciones en otras partes de la Biblia hebrea siempre se usa idiomáticamente en el sentido distributivo de «una además de otra», y en ninguna parte se refiere a hermanas literales.6 De la misma manera, el equivalente masculino de esta frase, ’ish ’el-’akiw («un hombre a su hermano»), aparece doce veces en la Biblia hebrea, y siempre se usa de una manera idiomática similar con un significado distributivo de «uno a otro» o «entre sí», y en ninguna parte debe traducirse literalmente como «un hombre a su hermano».7 En consonancia con el uso en otras partes de la Escritura, Levítico 18: 18 debe tomarse idiomáticamente y distributivamente como una referencia a «una [mujer/esposa] además de otra [mujer/esposa]», y no a hermanas literales.

Muchas otras consideraciones relacionadas con este pasaje —que involucran evidencia semántica, sintáctica, literario-estructural, contextual y teológica— me llevan a unirme a aquellos eruditos que concluyen que este versículo se refiere a dos mujeres cualesquiera, no solo a dos hermanas consanguíneas. En otras palabras, esta legislación prohíbe toda poligamia.8 La voluntad de Dios aquí se revela como opuesta a toda poligamia/concubinato, aunque no se mencionan castigos para esta práctica durante los tiempos del Antiguo Testamento.9 Las prohibiciones en Levítico 18 —incluida la poligamia/concubinato en el versículo 18— se presentan como una ley moral universal, aplicable a toda la humanidad (transcultural) para todos los tiempos (transtemporal), que sostiene el orden de la creación.10

Poligamia y concubinato durante el periodo de los jueces

El libro de Jueces contiene varios relatos de poligamia y/o concubinato. Jueces 8: 30 registra el caso de Gedeón, quien «tuvo muchas esposas». El contexto de este pasaje deja en claro que la poligamia de Gedeón se produjo en el contexto de su apostasía más adelante en su vida, en la que no solo se volvió polígamo sino también idólatra (vers. 24-28). Por lo tanto, no hay aprobación divina para sus relaciones polígamas. Es posible que otros jueces hayan sido polígamos, debido a su numerosa descendencia: Jair (Juec. 10: 3-4), Ibzán (Juec. 12: 8-9) y Abdón (Juec. 12: 13).

El bloque narrativo final de Jueces (caps. 19–21), que incluye la historia de un levita y su concubina (Juec. 19), retrata con gran viveza la naturaleza explosiva y la capacidad destructiva de la sexualidad decadente. Este material probablemente se colocó al final del libro para destacar las profundidades de la degradación en las que se hundió el pueblo de Israel cuando «cada cual hacía lo que bien le parecía» (Juec. 21: 25).

Poligamia y concubinato durante la monarquía de Israel

Los libros de Samuel, Reyes y Crónicas también revelan una sociedad que se ha alejado mucho de la norma moral de Dios. Entre quienes cayeron víctimas de las costumbres prevalecientes de bigamia, poligamia o concubinato se encontraban incluso los piadosos, como Elcana (1 Sam. 1–2), y los líderes políticos de la monarquía unida: Saúl (1 Sam. 14: 50; 2 Sam. 3: 7), David (10 esposas/concubinas además de Betsabé y Mical; 2 Sam. 5: 13; 1 Crón. 3: 1-9; 14: 3), y Salomón (700 esposas y 300 concubinas; 1 Reyes 3: 1; 7: 8; 11: 1-7).

Se menciona que al menos seis de los veinte reyes judíos de la monarquía dividida tuvieron más de una esposa: Roboam (2 Crón. 11: 18-21), Abías (14 esposas; 2 Crón. 13: 21), Joram (2 Crón. 21: 14-17), Joás (2 Crónicas 24: 2-3),11 Joaquín (2 Rey. 24: 15) y Sedequías (Jer. 38: 23). En el reino del norte, solo se registra la poligamia de Acab (1 Rey. 20: 3-7), aunque es posible que otros reyes hayan seguido esta práctica. Los registros genealógicos de Crónicas también mencionan a varios polígamos: Jerameel (1 Crón. 2: 25-28), Caleb (1 Crón. 2: 46-48), Asur (1 Crón. 4: 5), Israhías y sus cuatro hijos (1 Crón. 7: 3-4) y Manasés (1 Crón. 7: 14).

Los narradores bíblicos registran fielmente la angustia y la falta de armonía que implicaba tener una «esposa rival» (1 Sam. 1: 6; véase el relato de la experiencia de Ana, esp. vers. 10-11, 15) en desacato a la legislación de Levítico 18: 18, y los desastrosos resultados personales y nacionales de los reyes que «multiplicaban esposas» para sí mismos en flagrante desobediencia a la prohibición divina de Deuteronomio 17: 17.

En lo que respecta a la vida de David en particular, contrariamente a quienes han sugerido que Dios aprobó la poligamia de David e incluso lo llamó «un hombre conforme a su corazón» (1 Sam. 13: 14) mientras se encontraba en el estado polígamo, Ron du Preez presenta un sólido argumento bíblico para las conclusiones de que: 1) esta declaración de aprobación divina no se aplicó a David mientras era polígamo; 2) el narrador revela la evaluación divina negativa de las relaciones polígamas de David; 3) el mensaje de Natán a David en 2 Samuel 12: 7-8 no indica que Dios sancionó y apoyó la práctica de la poligamia de David; y 4) hacia el final de su vida, David regresó a un estado monógamo (con Betsabé; 2 Sam. 20: 3; 1 Rey. 1: 1-4).12

Durante y después del cautiverio babilónico, no hay ninguna mención en el Antiguo Testamento del matrimonio plural entre el pueblo de Dios.

El resumen del asunto

En el Antiguo Testamento, hay unos treinta y tres casos históricos razonablemente claros de poligamia/concubinato de aproximadamente tres mil hombres mencionados en el registro bíblico. La mayoría de estos ejemplos involucraban a patriarcas ricos o jueces/monarcas de Israel. Dentro de las narraciones que involucran poligamia o concubinato, los escritores divinamente inspirados invariablemente incorporan su condena tácita de estas prácticas. La legislación mosaica nunca ordena ni aprueba los matrimonios plurales, sino que prohíbe la poligamia/concubinato (Lev. 18: 18) como parte de la ley moral universal basada en el orden de la creación. Por lo tanto, el Antiguo Testamento documenta una desviación del modelo edénico de sexualidad en la práctica real, pero afirma que esta desviación no es aprobada por Dios.

El Antiguo Testamento también revela la condescendencia de Dios en su relación con su pueblo, a pesar de su poligamia/concubinato, reconociendo la dureza de sus corazones (como en el caso del divorcio, Mat 19: 8), mientras que al mismo tiempo expresa su desaprobación por la práctica, y siempre los impulsa y les da poder para volver al estándar de moralidad edénico/mosaico. La ternura con la que Dios cuidó a las víctimas en una situación de poligamia se muestra maravillosamente en su trato con Agar y Ana. Una evidencia sorprendente de la gracia perdonadora y redentora de Dios es que los doce hijos de Jacob, productos de una relación matrimonial que incluía poligamia y concubinato, se convierten en los fundadores de las doce tribus de Israel, el pueblo del pacto de Dios, y sus nombres serán escritos en las puertas de la Nueva Jerusalén (Apoc. 21: 12).

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1 Todas las citas bíblicas proceden de la RV95, a menos que se indique lo contrario.

2 En el Antiguo Testamento, el término «concubina» (pilegesh) se refiere más frecuentemente a una esposa secundaria o inferior, tomada sin ceremonia legal ni formalización alguna mediante la dote, que no tenía el mismo estatus legal que la esposa o esposas principales, aunque en ocasiones el término designa a la esposa legítima y de pleno derecho de un hombre monógamo con la que se casa tras la muerte de su primera esposa (p. ej., 1 Crón. 1: 32; cf. Gén. 25: 1-4).

3 Para un análisis completo, con bibliografía, de cada caso de poligamia/concubinato en Génesis y el resto del Antiguo Testamento, véase Flame of Yahweh: Sexuality in the Old Testament (Peabody, MA: Hendrickson; Grand Rapids: Baker, 2007), pp. 177-191; y Ronald A. G. du Preez, Polygamy in the Bible (Berrien Springs, MI: ATS Publications, 1993).

4 Véase Davidson, Flame of Yahweh, pp. 191-202, para un análisis de todos estos pasajes, incluidos los siguientes, que no pueden tratarse aquí por falta de espacio: Éxodo 21: 7-11; 22: 16-17 [vers. hebreos 15-16]; Deuteronomio 21: 15-17; 22: 28-29; 25: 5-10.

5 Dado el contexto inmediato y las conexiones intertextuales (p. ej., 1 Rey. 10–11; Isa. 31: 1), al yuxtaponer estas tres leyes —las dos primeras con la prohibición incondicional de «aumentar» y la tercera con una salvedad contra el «aumento» excesivo— es razonable concluir que no debe haber aumento de caballos o esposas, en contraste con ningún aumento excesivo de riqueza. Véase Gordon P. Hugenberger, Marriage as a Covenant: Biblical Law and Ethics as Developed from Malachi, VTSup 52 (Grand Rapids: Baker, 1998), p. 119.

6 Éxodo 26: 3 (bis), 5, 6, 17; Ezequiel 1: 9, 23; 3: 13.

7 Génesis 37: 19; 42: 21, 28; Éxodo 16: 15; 25: 20; 37: 9; Números 14: 4; 2 Reyes 7: 6; Jeremías 13: 14; 25: 26; Ezequiel 24: 23; 33: 30.

8 Para toda la gama de pruebas de esta interpretación, véase especialmente Angelo Tosato, «The Law of Leviticus 18: 18: A Reexamination», CBQ 46 (1984), pp. 199-214; y Hugenberger, Marriage as a Covenant, pp. 115-118.

9 Cf. Éxodo 20: 17; Levítico 19: 17-18. Hugenberger (Marriage as a Covenant, p. 118) sugiere que Levítico 18: 18 es un ejemplo de lex imperfecta: «una ley que prohíbe algo sin invalidarlo (reflejando una sociedad que habría carecido de los medios necesarios para hacerla cumplir en cualquier caso)».

10 Véase Davidson, Flame of Yahweh, pp. 149-159, 211, para numerosas líneas de evidencia bíblica que apoyan esta conclusión.

11 En 2 Crónicas 24: 2-3, la conjunción coordinante waw significa «pero» o «excepto» en lugar de «y», lo que implica la desaprobación divina de la poligamia concertada: «Joás hizo lo recto ante los ojos del Señor todos los días del sacerdote Joiada. [Pero/excepto] que Joiada le consiguió dos esposas». Véase Davidson, Flame of Yahweh, pp. 207-208.

12 Du Preez, Polygamy in the Bible, pp. 183-204. Bridgeman-Giraudon.