Tipos

La palabra española “tipo” proviene del sustantivo griego τύπος; [typos]. En su origen, typos conllevaba la idea ya fuese de un molde usado para realizar una impresión, ya de la propia impresión, o de ambos. La palabra llegó a significar “forma”, “arquetipo”, “patrón”, “imagen grabada”, “esquema”, “bosquejo” o “borrador”.

Usos bíblicos

En el NT, Pablo usa la palabra a menudo para referirse a un “patrón” o “ejemplo”, casi podría decirse que a un “paradigma” (en los ejemplos siguientes, las palabras españolas que son traducción del término griego typos van en cursiva): 1 Corintios 10: 6: «Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron»; Filipenses 3: 17: «Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado» (NVI). Véanse también 1 Tesalonicenses 1: 7, 2 Tesalonicenses 3: 9, 1 Timoteo 4: 12 y Tito 2: 7. Pablo usa typos en estos pasajes para indicar un patrón de vida por el que otros han de modelar su conducta, o un modelo negativo que han de evitar. El “tipo” es el paradigma de estilo de vida que ha de guiar las elecciones que realiza el cristiano.

El término typos encuentra su función histórica o profética más plena en Romanos 5: 14, donde Adán es figura «del que había de venir» (Cristo). Un personaje histórico hace de “anteproyecto profético” ante el que se erguirá el correspondiente “antitipo” a modo de paralelo o contraste.

Sin embargo, el “antitipo” cumple un papel más elevado y amplio que el “tipo”. Cristo es superior a Adán y cumple lo que el primer hombre no pudo ser. El “anteproyecto profético”, el “tipo”, es superado y eclipsado por el “antitipo” (cf. Col. 2: 16-17). Aunque el “tipo” va primero históricamente, el “antitipo” es superior tipológicamente. En realidad, en algunos casos esta superioridad con respecto al homólogo llega incluso al punto de la inversión de papeles: en Hebreos al santuario celestial se lo llama typos, mientras que el terrenal recibe la designación de ἀντίτυπος [antitypos]. La razón de esto es que el celestial toma el lugar del terrenal y es, en realidad, el “anteproyecto” según el que se construye el tabernáculo terrenal.

El pensamiento y la interpretación tipológicos no están limitados a las Epístolas. Son muy comunes en los Evangelios cuando se dice algún aspecto del ministerio de Jesús, o de personas relacionadas con su ministerio, como Juan el Bautista, que estaban prefiguradas en los relatos del AT. En Mateo, a Juan el Bautista se lo identifica con Elías (Mat. 17: 11-13; cf. la clara alusión de Mar. 9: 12-13). Jesús es puesto en paralelo con el rey David en el relato del nacimiento (Mat. 1), y en las tentaciones se presenta su contraste con Israel en el desierto (Mat. 4). En el Evangelio de Juan, se presenta la vinculación entre Jesús y el sacrificio del cordero pascual (cf. Juan 1: 29), y, en Juan 19, entre su muerte con el día de la Pascua (cf. también 1 Cor. 5: 7). En Juan 3, el propio Jesús se vincula con la serpiente izada sobre un asta en el desierto (cf. Núm. 21). Está claro que se da un pensamiento tipológico en los escritos del NT.

Sin embargo, aun dentro del AT hay ejemplos que anticipan lo tipológico y que indican la naturaleza predictiva de la tipología. A Moisés se le dice que, para preparar el tabernáculo, siga el typos que se le muestra en el monte Sinaí. Se establece un patrón tipológico celestial/terrenal, lo que ilustra que la tienda terrenal tiene algo homólogo en el cielo. Además, Moisés dice en Deuteronomio 18: 15-19 que Dios enviará otro profeta «como yo». Se da a entender una correspondencia entre Moisés y el profeta venidero. En los Profetas el éxodo de Egipto se emplea a modo de símbolo de la liberación del pueblo de Dios del exilio babilónico (cf. Jer. 16: 14-15 e Isa. 43: 16-19). Malaquías se refiere a un nuevo Elías en Malaquías 4: 5-6. Por ello, ver los acontecimientos en un marco tipológico no es una innovación del NT.

En esta coyuntura puede ser útil sugerir una serie de principios hermenéuticos que pueden contribuir al descubrimiento de la tipología bíblica y a su interpretación, a la vez que se eviten los escollos de extralimitar la interpretación tipológica.

Reglas para interpretar los tipos

1. Reconocer el uso de la tipología

Leer y conocer la Biblia. Es casi imposible reconocer la tipología si no conocemos bien los relatos del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Reconocer las afirmaciones tipológicas explícitas. En ocasiones el autor bíblico usa nombres o títulos del AT para referirse a antitipos posteriores del AT o del NT (cf. Mat. 11: 11-14, donde Juan el Bautista = Elías). Esto evoca explícitamente el tipo del AT e indica que se está empleando la tipología.

Reconocer las afirmaciones tipológicas implícitas. A veces, el autor bíblico usa una cita del AT para llamar la atención del lector a una conexión tipológica (cf. Mat. 2: 14-15: «De Egipto llamé a mi hijo», citando Ose. 11: 1. En Oseas las palabras se refieren al éxodo original, y «mi hijo» se refiere a Israel. Cuando Mateo usa el pasaje, lo aplica a Jesús. Por ello, tipológicamente, Jesús es el nuevo Israel).

Fijarse en los paralelismos de los relatos. En ocasiones, el autor bíblico da a entender la tipología mediante un paralelo entre los personajes que aparecen en los relatos del AT y el cumplimiento tipológico en el personaje posterior del AT o del NT (cf. Mat. 4: 1-11, donde Jesús vuelve a escenificar las tentaciones de Israel en el desierto y donde vence donde el pueblo fracasó; él es el nuevo Israel).

2. Establecer los límites y el contenido de la tipología

Prestar atención a lo que se incluye y a lo que se omite. El autor del AT o del NT incluye algunas cosas en la referencia a un cierto relato o institución, y puede omitir otros aspectos del relato o institución del AT. Lo que cuenta con más garantías es interpretar la tipología por medio de lo que se incluye en la nueva referencia. Esto fija límites y controles a la explicación tipológica y evita interpretar la tipología de formas que el autor bíblico no se propuso. No toda cita del AT en el NT es un ejemplo de tipología.

Fijarse en cómo usa la tipología el autor. El autor del AT o del NT invoca la tipología para fundamentar un argumento. La tipología conlleva un cumplimiento histórico aumentado o intensificado. El autor del AT o del NT ilustra o da a entender que existe un paralelismo o un contraste con el tipo del AT. Precisamente esos paralelos y contrastes constituyen el contenido del pensamiento tipológico.

3. Confirmar la interpretación tipológica

Verificar la vinculación entre la tipología y la teología del autor. Podemos llevar la tipología demasiado lejos, ampliándola más allá de la argumentación del autor bíblico. Un freno de tal cosa es un análisis minucioso de la teología del autor bíblico. ¿Qué ideas teológicas intenta recalcar en su libro? Su empleo de la tipología coincidirá con su teología y contribuirá a construirla. Si hay un contraste entre nuestra comprensión de la tipología y los temas teológicos fundamentales del autor, deberíamos volver a examinar nuestra comprensión de la tipología.

Por ejemplo, Mateo ve en Jesús, sobre todo, al Señor e Hijo de Dios, y hace hincapié en el cumplimiento del reino de Dios. La tipología de Mateo elabora y enriquece esos temas. En el capítulo 2, Jesús es el rey recién nacido que es el nuevo Israel. Es el Hijo de Dios llamado a salir de Egipto. Es el Mesías, el Hijo de David, que establece el reino de Dios. Pero que Jesús sea el Hijo de Dios llamado a salir de Egipto no significa que, como el antiguo Israel, experimentase los errores de los cuarenta años de peregrinar por el desierto. Eso sería extender la tipología en la dirección indebida, en contra de la teología Mateo.

Mantener la tipología en la debida perspectiva. La tipología no es el cuadro completo. No es la única forma, ni siquiera la forma principal, en la que fundamentan su argumentación los autores bíblicos. Para mantener la tipología en equilibrio con otras formas de explicar la argumentación del autor, resulta útil preparar u obtener un esquema de la argumentación del autor bíblico o del relato y prestar atención al hincapié que el esquema hace en la tipología y en qué papel desempeña esta en el conjunto de la argumentación. Entonces la tipología podrá ponerse dentro de la perspectiva de la teología del autor bíblico en su conjunto.

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1 Véase Richard Davidson, Typology in Scripture [La tipología en las Escrituras] (Berrien Springs, Míchigan: Andrews University Press, 1981), pp. 184-190, 397-424.