Más de la tercera parte del AT es poesía. La mayoría aparece en el libro de Salmos, en la literatura sapiencial (Job, Proverbios y Eclesiastés) y en los libros proféticos. Isaías está escrito casi en su totalidad en forma poética. También se encuentran algunas secciones poéticas en los libros históricos (por ejemplo, Génesis 49 y Números 23 y 24). Solo siete libros del AT carecen de poesía (Levítico, Rut, Esdras, Nehemías, Ester, Hageo y Malaquías). Por ello, es importante comprender la poesía hebrea para interpretar correctamente grandes porciones del AT.
El estudio moderno de la poesía hebrea se inició en 1753 con la publicación del libro De Sacra Poesi Hebraeorum [Sobre la poética sagrada de los hebreos], obra del obispo Robert Lowth. Creía que la poesía hebrea tenía métrica auténtica, pero que era difícil de reconocer porque el conocimiento de cómo se hablaba el hebreo clásico se había extinguido. Por lo tanto, se centró en la característica principal de la poesía hebrea, que denominó parallelismus membrorum (paralelismo de miembros).
Paralelismo
El obispo Lowth explicaba el paralelismo como sigue:
A la correspondencia de un versículo o de una línea con otra lo llamo paralelismo. Cuando se presenta una proposición, y una segunda se le añade, o aparece debajo de ella, equivalente, o contrapuesta con ella en sentido, o similar a ella en la forma de la construcción gramatical, a estas las llamo líneas paralelas; y a las palabras u oraciones que responden unas a otras en sendas líneas, términos paralelos.1
Lowth distinguía tres tipos básicos de paralelismo: el sinonímico, el antitético y el sintético, división que sigue vigente en la actualidad.
Paralelismo sinonímico. El pensamiento de la primera línea se repite en la segunda línea con palabras diferentes:
Prov. 1: 20 La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas.
Isa. 2: 17 La altivez del hombre será abatida; la soberbia humana será humillada.
Paralelismo antitético. La segunda línea se contrapone al pensamiento y al significado de la primera línea, o los niega. Con frecuencia, la segunda línea es introducida por un “pero”.
Prov. 14: 30 El corazón apacible es vida para la carne; la envidia es carcoma de los huesos.
Prov. 16: 25 Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte.
Paralelismo sintético o formal. Este paralelismo no resulta tan evidente como los otros dos. Básicamente, la segunda línea desarrolla o completa el pensamiento de la primera línea.
Sal. 28: 6 ¡Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos!
Aquí la primera línea hace una afirmación, y la segunda línea presenta la razón.
Sal. 119: 9 ¿Con qué limpiará el joven su camino?
¡Con guardar tu palabra!
La primera línea formula una pregunta; la segunda línea da la respuesta.
Desde la obra de Lowth sobre el paralelismo hebreo se han identificado tipos adicionales de paralelismo. Por ejemplo, en el paralelismo emblemático una línea usa una metáfora o un símil, mientras que la línea que la equilibra presenta una afirmación fáctica:
Sal. 42: 1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía.
El paralelismo climático o gradual repite y presenta el mensaje en pasos sucesivos. El pensamiento parece ascender a lo largo de tres pasos o más:
Sal. 29: 1-2 Tributad a Jehová, hijos de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder.
Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.
El paralelismo quiástico2 invierte las palabras o pensamientos de líneas sucesivas. Así, lo que ocupaba el primer lugar en la primera línea aparece en último lugar en la segunda línea:
Sal. 30: 8, A ti clamo, SEÑOR soberano;
NVI a ti me vuelvo suplicante.
Acróstico
Hay varios salmos compuestos siguiendo un patrón acróstico en el que la letra inicial de cada versículo o conjunto de versículos sigue el orden del alefato hebreo. Así, en el Salmo 34 el primer versículo comienza con la letra hebrea álef, el segundo con la letra bet, el tercero con la letra guímel, etcétera. En Lamentaciones 3 a cada letra se asignan no una, sino tres líneas; es decir, los primeros tres versículos comienzan todos con álef, los tres siguientes empiezan todos con bet, los tres siguientes con guímel, etcétera. En el Salmo 119, siempre comienzan con la misma letra ocho versículos, y, puesto que el número de letras hebreas es de 22, el salmo tiene 176 versículos. La forma acróstica puede haber sido una ayuda para la memorización.
Figuras del lenguaje
La poesía hebrea es rica en el uso de imágenes y figuras del lenguaje, pero también es muy elíptica, es decir, omite sustantivos y verbos en líneas paralelas y rara vez usa conjunciones (y, pero), indicadores temporales (cuando, entonces) o conectores lógicos (así, por lo tanto).3
1. Figuras de comparación
Símil: Figura del lenguaje en que se comparan dos cosas esencialmente desiguales mediante el uso del adverbio introductorio “como”. Salmo 42: 1: «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía». El símil es la figura del lenguaje más fácil de reconocer.
Metáfora: En una metáfora el autor describe una cosa en términos de otra. La comparación meramente se implica. Salmo 18: 2: «Jehová, roca mía y castillo mío, mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio». Dios era para David como la solidez de la roca y como el abrigo de un escudo que le daba protección de sus enemigos.
Parábola: Un símil extendido se convierte en una parábola. Es un relato breve que enseña una lección por vía de comparación. La parábola que Dios presenta en Isaías 5: 1-5 describe el desencanto de Dios con la viña que solo producía uvas silvestres o agrias. El punto principal de comparación se reconoce al final del relato: «La viña del SEÑOR Todopoderoso es el pueblo de Israel» (NVI).
Alegoría: Una metáfora extendida se convierte en una alegoría. En la alegoría de Proverbios 5: 15-23 el punto principal es la fidelidad conyugal. «La comparación que se realiza aquí es entre la práctica de beber agua del propio pozo de uno y la necesidad de ser fiel en las responsabilidades conyugales y en los privilegios del matrimonio».4
2. Figuras de plenitud de la expresión
Paronomasia: La paronomasia es un juego de palabras en el que se repiten palabras con sonido similar, pero no necesariamente con significado similar. Por ejemplo, Proverbios 11: 18 dice «El malvado obtiene ganancias ilusorias ( [šāqer]); el que siembra justicia asegura su ganancia ( [śeḵer])». En hebreo, los sonidos de las palabras “ilusorio” (o “engañoso”) y “ganancia” (o “recompensa”) (šāqer y śeḵer) son similares, pero sus significados no. Véase también la similitud de las palabras hebreas para decir “adversidad” ( [ṣārāh]) y “reducida” ( [ṣar]) en Proverbios 24: 10. Este efecto literario normalmente se pierde en la traducción.
Hipérbole: Consiste en una exageración consciente; por ejemplo, Salmo 78: 27: «Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne; ¡nubes de pájaros, como la arena del mar!» (NVI). El texto forma parte de un relato poético gráfico del milagro de las codornices. Para enfatizar el derramamiento de las bendiciones de Dios, el número de codornices es comparado con la arena del mar.
3. Figuras de asociación
Metonimia: En esta figura del lenguaje se evoca o se nombra una idea por medio de una palabra que se refiere a alguna noción asociada. Salmo 47: 8: «Dios reina sobre las naciones; Dios se sienta sobre su santo trono». El trono de Dios representa su reino.
Sinécdoque: Figura del lenguaje en que el todo puede representarse por una parte, o una parte por el todo. Salmo 26: 10: «Tienen en las manos el delito y su derecha llena de soborno» (SA). La mano derecha, como parte del cuerpo, representa a toda la persona.
Cuando se encuentra figuras de comparación, asociación o plenitud, el intérprete debe cuidar de no forzarlas, llevándolas más allá de lo que se propuso inicialmente el autor. «Las figuras de lenguaje no son tan precisas en su significado como la prosa. Sin embargo, la precisión de la que carecen se ve sin duda compensada por su capacidad aumentada para trazar imágenes para nosotros, y para darnos una vivacidad que la prosa ordinaria no puede alcanzar».5
Tipos de poesía hebrea6
La poesía hebrea tuvo su origen en la vida del pueblo. Sin embargo, no era recreativa, sino funcional. Desempeñaba un papel importante en la vida de la nación de Israel, particularmente en su relación con Dios. Por lo tanto, los mensajes proféticos se daban frecuentemente en forma poética. No solo resultaban más fáciles de recordar, sino que eran también más emotivos y poderosos.
Cantos guerreros: Los cantos guerreros fueron una de las primeras formas de poesía (Jue. 7: 18, 20). Los más conocidos son los cánticos de victoria de Moisés (Éxo. 15: 1-18) y de Débora (Jue. 5). A menudo se espacian con efusión en el poder de Dios, que derrotó al enemigo.
Cantos de amor: El canto de amor más famoso de las Escrituras es el libro Cantar de los Cantares. Hay otra expresión poética del amor humano en Rut 1: 16-17, donde Rut pronuncia algunas de las palabras más memorables de todas las Escrituras.
Lamentos: El lamento, un grito de angustia dirigido a Dios, es la forma poética más común en los salmos. Más de sesenta salmos son lamentos, ya sean individuales (Sal. 3) o colectivos (Sal. 9). Por lo general, un lamento tiene varios de los siguientes elementos, o todos ellos: (a) La invocación de Dios: Salmo 22: 1: «Dios mío, Dios mío». (b) Una descripción de angustia: Salmo 57: 4: «Me encuentro en medio de leones, rodeado de gente rapaz. Sus dientes son lanzas y flechas; su lengua, una espada afilada» (NVI). (c) Una súplica de liberación: Salmo 3: 7: «¡Levántate, SEÑOR! ¡Ponme a salvo, Dios mío!» (NVI). (d) Una afirmación de confianza en Dios: Salmo 28: 7: «El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía» (NVI). (e) Una confesión de pecado: Salmo 51: 4: «Contra ti, contra ti solo he pecado; he hecho lo malo delante de tus ojos». (f) Una promesa de hacer ciertas cosas: Salmo 61: 5: «Porque tú, Dios, has oído mis votos». (g) Una conclusión, que puede tener forma de alabanza o de acción de gracias: Salmo 30: 12: «¡SEÑOR mi Dios, siempre te daré gracias!» (NVI).
Himnos: Los himnos, o cantos de alabanza, se usaban en el culto a Dios. Los eruditos han identificado tres tipos específicos de himnos, en los que Dios es alabado como: (a) Creador (Sal. 8; 19; 104; 148), (b) Protector de Israel (66; 100, 111, 114) y (c) Señor de la historia (33; 103; 105–106; 135).7 Además, hay himnos de acción de gracias que expresan gratitud a Dios por su respuesta a oraciones concretas (Sal. 18; 30; 32; 65; 67).
Salmos imprecatorios: Son por lo general salmos de lamento en los que resulta especialmente prominente el deseo de vindicación del autor, basado en el principio de retribución, la lex talionis (ley del talión) (Sal. 12; 35; 52; 58–59; 69–70; 83; 109; 137). Con frecuencia, las afirmaciones de esos salmos resultan estridentes para los oídos modernos: «¡Dichoso el que tome tus niños y los estrelle contra la peña!» (Sal. 137: 9). Sin embargo, es preciso recordar que el pensamiento que subyace al deseo de venganza es bíblico (Deut. 32: 35: «Mía es la venganza»); cómo se expresa ese deseo es humano. «Parte del lenguaje proviene de las maldiciones del pacto. […] En otros casos los conceptos y la fraseología parecen derivarse de una actividad punitiva divina —o señalarla— contra los pecadores dentro de la historia».8 El lenguaje hiperbólico es común en los pasajes emocionales de este tipo.
Directrices para la interpretación de la poesía hebrea
La poesía exige un enfoque hermenéutico diferente del usado en las partes narrativas. La literatura narrativa presenta información y enseña mediante la ilustración; la poesía da lugar a una expresión más libre de la inspiración. He aquí unas directrices básicas para interpretar la poesía hebrea.
1. Fijarse en el patrón del poema o del himno. Como se ha indicado anteriormente, el elemento primario de la poesía hebrea es el patrón de líneas paralelas.
2. Agrupar las líneas paralelas. Dado que el poeta emplea lenguaje muy emotivo y colorista, el intérprete debe hilar muy fino, evitando dar a las líneas individuales más significación de la que tienen en realidad, y evitando también dar por sentada la sinonimia siempre que las ideas sean similares. El contexto debe indicar si las oraciones son sinónimas o no.
3. Estudiar el lenguaje metafórico. En la poesía hebrea, el lenguaje figurativo es predominante, y es mucho más difícil de entender que la prosa. Job 38 y el Salmo 19 no están ideados para enseñar la cosmología hebrea; por su parte, la afirmación «Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro?» (Sal. 121: 1) tampoco significa que Dios viva en los montes. No obstante, el trasfondo de tales imágenes añade riqueza y profundidad a la comprensión de esos pasajes.
4. Siempre que resulte posible, fijarse en el marco histórico del texto. En el libro de Salmos, los títulos de catorce salmos (3, 7, 18, 30, 34, 51, 52, 54, 56, 57, 59, 60, 63, 142) facilitan ciertas referencias históricas. Aunque los eruditos han debatido la autenticidad de esos títulos, hay pocas razones para dudar de la fiabilidad de los mismos, aunque no estén necesariamente inspirados. Los comentarios y los diccionarios son útiles para iluminar el marco de esos salmos.
5. Estudiar los textos poéticos en términos de su tipo y su postura básica. Un salmo imprecatorio debe estudiarse de forma diferente que un salmo de alabanza.9 Las afirmaciones que se encuentran en Proverbios y Eclesiastés con respecto a la relación de Dios con el pueblo difieren según el tipo (proverbios, dichos didácticos y ex-perienciales, etc.), y su aplicabilidad a las circunstancias actuales cambia en consonancia.
6. Estudiar los pasajes poéticos en su conjunto antes de extraer conclusiones. Tras observar la estructura básica de un poema y estudiar los detalles, es preciso que el intérprete se fije en el pasaje en su conjunto antes de pasar a explicar su significado.
7. Estudiar los salmos mesiánicos en términos de su significación histórica. Desde la perspectiva de los autores del NT, muchos salmos eran interpretados en clave mesiánica; sus palabras eran citadas haciendo referencia específica a Jesús (Sal. 2; 22; 110). Sin embargo, en el antiguo Israel, con la excepción del Salmo 110, no se percibía que esos salmos hiciesen referencia directa al Mesías; tenían un significado histórico en el momento en que fueron escritos. Por lo tanto, hay que estudiar esos salmos para determinar el significado propuesto originalmente por el autor antes de que se aplicasen al Mesías. No obstante, más allá del significado histórico, «aportan indicadores verbales que identifican la naturaleza tipológica de estos salmos».10 Por ejemplo, en el Salmo 22, hay muchos rasgos que trascienden con mucho las experiencias reales de David. Solo pueden entenderse plenamente en el contexto del sufrimiento de Jesús.
En la interpretación de las porciones poéticas de las Escrituras, la palabra final no debería ser técnica, sino devocional. Debería presentar a los oyentes las maravillas de los caminos de Dios con el hombre, y la gracia divina manifestada en el plan de la redención.
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1 Robert Lowth, De sacra poesi hebraeorum praelectiones academicae [Lecciones preliminares sobre la poética sagrada de los hebreos] (Oxford: Clarendon, 1753), citado en Walter Kaiser y Moisés Silva, An Introduction to Biblical Hermeneutics [Introducción a la hermenéutica bíblica] (Grand Rapids, Míchigan: Zondervan, 1994), p. 88.
2 Adjetivo derivado del nombre de la letra griega ji (X). Se refiere a la inversión de elementos afines dentro de construcciones paralelas.
3 Kaiser y Silva, p. 91.
4 Ibíd., p. 94.
5 Ibíd., p. 98.
6 Las dos secciones siguientes tienen una deuda con material disponible en Grant R. Osborne The Hermeneutical Spiral [La espiral hermenéutica] (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1991), pp. 181-185, 187-190.
7 Gordon Fee y Douglas Stuart, How to Read the Bible for All Its Worth [Cómo obtener el máximo provecho de la lectura de la Biblia] (Grand Rapids, Míchigan: Zondervan, 1981), 176-177.
8 Ángel M. Rodríguez, “Inspiration and the Imprecatory Psalms” [La inspiración y los salmos imprecatorios], JATS 5.1 (1994): 57.
9 Véase Rodríguez, 57-58.
10 Richard M. Davidson, “New Testament Use of the Old Testament” [El uso neotestamentario del Antiguo Testamento], JATS 5.1 (1994): 23.