Aparte de las directrices para la interpretación de la poesía hebrea, es conveniente una comprensión de las características especiales de la literatura sapiencial hebrea. Los eruditos de la Biblia usan la expresión “literatura sapiencial” para designar los libros de Proverbios, Job y Eclesiastés. La erudición católica incluye los libros apócrifos del Eclesiástico (Sirácida) y la Sabiduría de Salomón. Algunos eruditos también incluyen en el género sapiencial algunos salmos, normalmente denominados salmos sapienciales (Sal. 1; 32; 34; 37; 49; 73; 112; 127; 128 y 133). Con respecto al Cantar de los Cantares hay diferentes opiniones, pero muchos estudiosos de la Biblia defenderían que, pese a que el libro es, o parece ser, una colección de poemas amatorios, probablemente fue preservado por sabios israelitas.
Al interpretar la literatura sapiencial, es importante tener una comprensión básica del enfoque bíblico de la sabiduría. Aquí podemos realizar únicamente algunas observaciones generales, que esperamos que animen al lector a estudiar los libros por sí mismo para obtener una mejor comprensión del mundo intelectual de los pensadores dedicados a la producción sapiencial. La sabiduría bíblica se ocupa de la relación entre la naturaleza y los seres humanos, así como de su vida social. La literatura sapiencial ilustra el interés hebreo por la naturaleza y por el uso de la mente humana para estudiarla (1 Rey. 4: 33). Los sabios también examinaban la conducta humana y, a partir de esas observaciones, aprendían a gozar de la vida. Aprendieron el valor del lenguaje en la interacción social, la importancia del trabajo, y los riesgos y los peligros implícitos en las relaciones sociales indebidas.
La motivación y el propósito para el estudio de la naturaleza y de los seres humanos era significativamente diferente del de la investigación científica moderna. Los israelitas daban por sentado que el Señor era su Creador y que el mundo natural era también resultado de la actividad creadora de Dios. El objetivo de explorar la naturaleza no era descubrir el origen de su existencia, sino observar y comprender el poder y la sabiduría del Creador.
Los israelitas creían que la sabiduría de su Creador y Redentor les llegaba no solo a través de las palabras de los profetas, sino también por medio de la creación. Por lo tanto, los sabios dedicaban tiempo a explorar la creación de Dios para captar esa sabiduría. Sin embargo, la sabiduría era a la vez un don de Dios: «Porque el SEÑOR da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios» (Prov. 2: 6, NVI).
La adquisición de la sabiduría iba precedida por el «temor [la reverencia] del SEÑOR» (Prov. 1: 7, NVI). Esto no quería decir que el temor, o la reverencia, fuese el elemento principal en la adquisición de sabiduría. Significaba que el temor del Señor era la esfera en que era posible obtener la sabiduría. Una vez que se aceptaba esa premisa, el sabio salía en busca de la sabiduría. ¿Cómo se hacía eso? Básicamente, utilizando los mismos principios que empleamos hoy. Observaban el mundo natural y la interacción social de los seres humanos, analizaban lo que observaban y extraían conclusiones que tenían su impacto en la calidad de la vida que tenían (Prov. 24: 30-34). En otras palabras, usaban las aptitudes relacionales que Dios les había dado y obedecían el mandato divino de explorar la inteligibilidad del mundo creado. En el proceso de análisis, también descubrían las limitaciones de la sabiduría. Lo que encontramos en los libros sapienciales del AT es el resultado de esa búsqueda de la sabiduría.
¿Qué es un proverbio? El término ‘proverbio’ es difícil de definir. El término hebreo [māšāl] (“dicho”, “canción”) tiene un amplio abanico de significados, lo que lo vuelve algo impreciso de cara a una definición válida. La raíz verbal hebrea «parece indicar comparación, significado que se ilustra, implícita o explícitamente, en muchísimos de los dichos del libro».1 Podríamos quizá decir que un proverbio compara, contrasta y señala elementos similares o distintos, expresando ideas de dichos populares que contienen una enseñanza explícita o implícita. Tales proverbios, en gran medida, formaban parte de la vida cotidiana, como indican 1 Samuel 10: 12 y 24: 13. En general, el libro de Proverbios tiene un punto de vista muy elevado del papel y de la importancia de la sabiduría en la existencia humana, sin negar algunas de sus limitaciones. La sabiduría, característica divina, es personificada en el libro como un ser que se relaciona con los seres humanos. En 1: 20-33; 8: 1-3; 9: 1-6, 13-18, la sabiduría se contrapone a una «mujer necia». En otros lugares, las actividades de la sabiduría son estrechamente similares a las de Yahveh. Ambos derraman el Espíritu (Prov. 1: 23; Isa. 44: 3); ambos llamaron a Israel, pero este rehusó responder (Prov. 1: 24; Isa. 66: 4); ambos promueven la justicia (Prov. 8: 15; Isa. 11: 4, 5); etcétera. La sabiduría es la esencia del ser de Dios.
El libro de Proverbios está escrito en forma poética; por lo tanto, también se aplican al estudio de ese libro los principios usados en la interpretación de la poesía. Aparte de eso, podría facilitarse la interpretación de Proverbios teniendo en consideración las siguientes sugerencias:
En primer lugar, conviene familiarizarse con la estructura del libro. Está formado por varias colecciones de proverbios provenientes de distintos autores, escritas en períodos históricos diferentes.
1: 1 – 9: 18 | Proverbios de Salomón |
1: 1-7 | Título e introducción |
1: 8 – 9: 18 | Texto principal |
10: 1 – 22: 16 | Proverbios de Salomón |
10: 1 | Título |
10: 2 – 22: 16 | Texto principal |
22: 17 – 24: 22 | Palabras de los sabios |
22: 17-21 | Introducción |
22: 22 – 24: 22 | Texto principal |
24: 23-34 | Más dichos de los sabios |
24: 23a | Título |
24: 23b-34 | Texto principal |
25: 1 – 29: 27 | Proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías |
25: 1 | Título |
25: 2 – 29: 27 | Texto principal |
30: 1-33 | Palabras de Agur |
30: 1 | Título |
30: 2-33 | Texto principal |
31: 1-9 | Palabras de Lemuel |
31: 1 | Título |
31: 2-9 | Texto principal |
31: 10-31 | Poema acróstico a la “mujer virtuosa” |
Este esquema es útil si se está interesado en comparar la aportación de cada colección a un tema concreto. Resulta intrigante encontrar dos colecciones de proverbios de individuos que pueden no haber sido israelitas (Agur y Lemuel). ¿Cómo hallaron lugar en el libro sus proverbios? La sugerencia más lógica es que el Señor guio al profeta en la selección de ese material, porque contenía verdades compatibles con la voluntad divina revelada a Israel.
En segundo lugar, la mayoría de los proverbios son unidades aisladas de significado sin un contexto inmediato que nos pudiese ayudar a interpretarlos. En muchos casos, el significado del proverbio es claro, pero, en otros, resulta difícil captar su significación. Sin embargo, resulta útil familiarizarse con el contexto cultural del autor para poder lograr una mayor comprensión de las imágenes empleadas en la formulación de los proverbios.
En tercer lugar, puesto que se presenta con claridad el objetivo del libro de Proverbios, el intérprete debería prestarle atención particular y usarlo como clave hermenéutica. En el prólogo del libro, Salomón enumera una serie de objetivos que intenta lograr con la colección (1: 2-6). Sin embargo, el propósito final de la búsqueda de la sabiduría se resume en 8: 33-36. La sabiduría es tan importante «porque el que me halle, hallará la vida […]; pero […] todos los que me aborrecen aman la muerte». La cuestión fundamental tiene que ver con la vida y con la muerte. La centralidad de ese aspecto es tal que se describe a la sabiduría como un «árbol de vida» (3: 18). Esta perspectiva, junto con el prólogo, debería guiar al intérprete en la lectura del libro.
En cuarto lugar, resultará beneficioso para el intérprete saber algo de las diferentes formas literarias usadas en Proverbios. Como sugiere el título, la forma más habitual es el modelo de proverbio o dicho. Los proverbios suelen ser una descripción o afirmación de algo con un giro sapiencial particular (por ejemplo, 12: 5; 26: 1). Hay muchos tipos de dichos, entre ellos los dichos numéricos para indicar que una lista de cosas está incompleta (por ejemplo, 30: 7, 15); dichos consistentes en comparaciones de superioridad, para revelar el valor más elevado de una situación o conducta particulares con respecto a otra opción (por ejemplo, 12: 9; 16: 8); y el dicho comparativo empleado para disuadir al lector de realizar una acción particular (26: 8).
Las admoniciones son otra forma literaria. Contienen un mandato (por ejemplo, 3: 1; 6: 6) o una prohibición (por ejemplo, 22: 24; 23: 6) de hacer algo, y, en algunos casos, los dos se combinan en uno (por ejemplo, 1: 8). También encontramos relatos autobiográficos que contienen lecciones o enseñanzas morales (por ejemplo, 4: 3-9; 24: 30-34). Ser consciente de lo que hace el autor bíblico ayudará al intérprete a comprender lo que se dice.
En quinto lugar, el libro de Proverbios puede estudiarse usando diferentes enfoques. Alguien puede estudiar pasajes en que hay un grupo de proverbios que abordan el mismo asunto. Eso facilita el estudio de un tema concreto (por ejemplo, el valor de la sabiduría [2: 1 – 4: 27; 8: 1 – 9: 18]; la pobreza [24: 30-34]). Sin embargo, en la mayoría de los casos, los proverbios que abordan el mismo asunto se encuentran en lugares diferentes esparcidos por todo el libro. En esos casos, es mejor agrupar los pasajes para hacerlos objeto de un estudio minucioso para averiguar qué enseña el libro en cuanto a un tema concreto. Esto puede hacerse por áreas temáticas, como la oración, el odio, la maldad, la justicia, etcétera, o estudiando los personajes mencionados en el libro (por ejemplo, el justo, el malvado, el sabio, el necio, el disoluto, el perezoso, la seductora).
Algunos consideran el libro de Job como una de las obras literarias más importantes de la humanidad. Los acontecimientos que describe pertenecen a los días premosaicos, pero, según una antigua tradición judía, fueron puestos por escrito por Moisés. La belleza del lenguaje, su estilo literario y su contenido teológico lo distinguen como un libro excepcional dentro de la propia Biblia. Sorprendentemente, hasta donde sepamos, ninguno de los protagonistas es israelita, aunque adoran al Señor (por ejemplo, 12: 9). Es un libro sapiencial en forma de relato, lo que hace su lectura más interesante. Es un debate sobre el sufrimiento humano tal como lo padece Job, principal personaje del libro. En el debate, la cuestión más inquietante tiene que ver con el papel de Dios en la experiencia de Job. Precisamente ahí aflora dolorosamente el tema del valor y del papel de la sabiduría. ¿Da la sabiduría respuesta al sufrimiento de los inocentes?
Con la excepción del prólogo y del epílogo, el resto del libro está escrito en forma poética. Aparte de los principios para la interpretación de la profecía que hemos presentado con anterioridad, las siguientes sugerencias resultarán útiles de cara a la interpretación del libro:
En primer lugar, el libro consiste fundamentalmente en diálogos entre Job y sus amigos y entre Dios y Job. La naturaleza de diálogo del documento ayudará al lector en su seguimiento del flujo de ideas y en la determinación de si hay progresión o no en los argumentos que lleven a una resolución de la trama teológica.
En segundo lugar, en la primera parte del libro de Job el diálogo está formado por los tres ciclos siguientes, introducidos por un discurso de Job (capítulo 3):
Primer ciclo | |
Discurso de Elifaz | Job 4–5 |
Respuesta de Job | Job 6–7 |
Discurso de Bildad | Job 8 |
Respuesta de Job | Job 9–10 |
Discurso de Zofar | Job 11 |
Respuesta de Job | Job 12–14 |
Segundo ciclo | |
Discurso de Elifaz | Job 15 |
Respuesta de Job | Job 16–17 |
Discurso de Bildad | Job 18 |
Respuesta de Job | Job 19 |
Discurso de Zofar | Job 20 |
Respuesta de Job | Job 21 |
Tercer ciclo | |
Discurso de Elifaz | Job 22 |
Respuesta de Job | Job 23–24 |
Discurso de Bildad | Job 25 |
Respuesta de Job | Job 26–27 |
Esta organización resulta útil para el intérprete al menos de dos maneras: (a) Al leer todos los discursos de cada uno de los amigos de Job de golpe, uno puede comprender mejor sus argumentos. Leer todas las respuestas de Job de la misma manera también facilita la comprensión de lo que dice, al igual que permite captar la intensidad de su dolor psicológico, teológico y espiritual. (b) Si los discursos se leen en el orden dado en el texto, uno será capaz de establecer más claramente las áreas de acuerdo y de desacuerdo entre Job y sus amigos.
En tercer lugar, la interpretación de Job 29: 1 – 31: 40 es importante para la interpretación del libro. Ese monólogo parece precipitar la “resolución” de la trama del libro. En el capítulo 31, Job parece pronunciar un juramento de inocencia. Si esto es así, significa que Job está exigiendo que Dios presente las pruebas que tiene contra él o, si no, que lo exonere de todos los cargos. Esa es la culminación de la defensa de Job; a partir de ese punto, queda en silencio, esperando que Dios hable.
En cuarto lugar, puede que procurar establecer el propósito del discurso pronunciado por el joven Eliú resulte una tarea difícil, pero es una tarea que merece la pena ser emprendida. Han acabado todos los demás discursos; Job guarda silencio, a la espera de la intervención del Señor, e, inexplicablemente, Eliú toma la palabra. ¿Qué quiere decir eso? ¿Habla en nombre de Dios? ¿Defiende al Señor?
En quinto lugar, es útil observar que la última parte del libro es otro diálogo, esta vez entre Dios y Job: El primer discurso de Dios (Job 38: 1 – 40: 2); la respuesta de Job (40: 3-5); el segundo discurso de Dios (40: 6 – 41: 34); la respuesta de Job (42: 1-6). Esta es una de las secciones del libro que presenta mayores desafíos, aunque es también una de las más interesantes. ¿Responde Dios todas, o tan siquiera algunas de las preguntas suscitadas en los diálogos entre Job y sus amigos? ¿Por qué se hace tanto hincapié en el poder creador y sustentador de Dios? ¿Es esa la manera divina de abordar el alegato de inocencia de Job? ¿Cuál es el objetivo de la descripción de Behemot y de Leviatán? ¿Hay una progresión de ideas en las respuestas de Job a los discursos divinos?
En sexto lugar, el prólogo y el epílogo constituyen la perspectiva teológica adecuada para la comprensión de algunos de los asuntos básicos suscitados en el libro. El intérprete debería prestar estrecha atención a su contenido. El misterio del sufrimiento no está totalmente resuelto, pero, al ponerlo en una perspectiva cósmica, se aportan ciertas perspectivas nuevas y se revelan los límites de la sabiduría humana.
Interpretación del libro de Eclesiastés
En Eclesiastés 1: 1, el autor se identifica como el hijo de David, rey de Jerusalén. Por lo tanto, el punto de vista tradicional, aceptado por igual por eruditos judíos y cristianos, ha sido que Salomón escribió el libro en su totalidad. Aunque el libro suena bastante pesimista en ciertos lugares, es preciso recordar que el propósito básico del libro es demostrar que, separados de Dios, la vida carece de significado último alguno y que equivale a nada más que vanidad.
La historia de la interpretación del Eclesiastés revela una diversidad de puntos de vista en cuanto a su mensaje. Muchos consideran que el libro contiene un punto de vista muy pesimista de la vida, que normalmente lleva a considerar a los seres humanos como víctimas de acontecimientos que escapan a su control. Otros han llegado a la conclusión de que el libro es fundamentalmente agnóstico, que promueve la idea de que es imposible entender lo que tiene lugar debajo del sol. La mayoría defendería que el autor del libro no es un verdadero agnóstico, por cuanto realiza afirmaciones específicas sobre Dios, pero que rechaza la posibilidad de obtener una auténtica comprensión de la existencia humana.
Ciertamente, el libro de Eclesiastés es difícil de interpretar. En él hay elementos de pesimismo, escepticismo y hasta de agnosticismo. Las siguientes sugerencias serán útiles a la hora de interpretar el libro.
En primer lugar, el propósito fundamental del libro se menciona en 12: 9: «Además de ser sabio, el Maestro impartió conocimientos a la gente» (NVI). El libro tiene una función pedagógica o didáctica. Como todos los libros sapienciales, intenta condensar los hallazgos del sabio para instruir a otras personas y hacerlas sabias. Esto significa que el libro no es un rechazo del valor de la sabiduría para la existencia humana. Puede que cuestione el valor último de la sabiduría humana, pero no promueve la necedad.
En segundo lugar, habría que situar el libro dentro de la teología sapiencial israelita. En otras palabras, no debe interpretarse aislado de otros libros sapienciales. Todos ellos proporcionan el debido contexto para su interpretación.
En tercer lugar, aunque los eruditos no han sido capaces de llegar a un acuerdo en cuanto al bosquejo de la estructura literaria del libro, es evidente que algunas secciones están agrupadas de forma temática. Esto resulta útil para el intérprete. Por ejemplo, en 1: 4-11 se estudia el cosmos y se extrae la conclusión de que no hay nada nuevo debajo del sol. En el capítulo 2 hallamos material autobiográfico que describe cómo el sabio busca un significado al gozo, al trabajo, a la sabiduría y al afán. La conclusión de esa sección es que todo carece de sentido.
En cuarto lugar, hay que prestar especial atención a los temas que el libro aborda varias veces. Por ejemplo, la expresión «Vanidad de vanidades», o, en la traducción de la NVI, «Lo más absurdo de lo absurdo, ¡todo es un absurdo!», aparece al comienzo y al final del libro (1: 2; 12: 8). En la lengua hebrea, la repetición se usaba para expresar el superlativo —«¡vanidad absoluta!»—. Según el Predicador, cualquier cosa que los seres humanos puedan buscar en vez de Dios es una absoluta vanidad.
En quinto lugar, para situar el libro en su debida perspectiva teológica el lector debería prestar particular atención al epílogo (12: 9-14). La voz que escuchamos allí es la voz del narrador que resume el mensaje fundamental del libro para el lector. Eso precisamente hace que el epílogo sea tan importante para el intérprete. Pone de manifiesto que el pesimismo no es el mensaje último del libro. Ciertamente, «todo es un absurdo», pero la vida consiste en algo más que simplemente intentar hallar su significación actual. El intérprete debería explorar minuciosamente la aportación del epílogo al mensaje y a la teología del libro: ¿Cuál es esa aportación? ¿En qué sentido fija límites al contenido del resto del libro? ¿Cuál es su significación para una lectura cristiana del libro?
Interpretación del Cantar de los Cantares
La historia de la interpretación de este libro, que en el versículo inicial se atribuye al rey Salomón, revela mucha confusión; ello debería alertar al lector en cuanto a la complejidad de la tarea interpretativa. El enfoque más habitual ha sido tratarlo como una alegoría (véase el capítulo 13). Fundamentalmente, porque el libro parece ser muy secular, hasta erótico. El enfoque alegórico busca significados en un texto que van más allá del sentido literal del lenguaje. En el caso del libro del Cantar de los Cantares, se entiende que el lenguaje no es histórico, pero que contiene verdades espirituales profundas. Empleando el método alegórico, los intérpretes judíos llegaron a la conclusión de que la figura masculina de los poemas era el Señor y que la sulamita era Israel. Otros veían en la experiencia del hombre y la mujer la manera en que deberían relacionarse entre sí la sabiduría y el estudioso de la sabiduría. Entre los cristianos se ha leído el libro como una descripción de la relación que hay entre Cristo y la iglesia. Es decir, su valor espiritual se ha decodificado mediante el enfoque alegórico. Esto suscita la cuestión de si el propio texto sugiere ese enfoque o si, pese a la evidente dimensión secular del texto, hay en el libro una inquietud o un mensaje teológico.
No hay indicación alguna en las Escrituras de que el libro sea una alegoría. Ni Jesús ni ninguno de los autores del NT se refirieron jamás a él; sin embargo, esto no significa que este canto amatorio no tenga ningún valor espiritual. Las Escrituras ilustran repetidamente la unión entre Dios y su pueblo mediante una relación de un esposo con su esposa (Isa. 54: 4, 5; Jer. 3: 14; 2 Cor. 11: 2), y, en ocasiones, Elena G. de White usó pasajes del libro para ilustrar verdades espirituales;2 pero esto no quiere decir que considerase que el libro fuese una alegoría ni que usase el método alegórico para interpretarlo.
¿Cómo debería interpretarse el libro? En primer lugar, es preciso leerlo muchas veces. Una de las cosas más obvias de las que se percatará el intérprete es que estamos tratando poesía amatoria. En segundo lugar, los poemas son alocuciones, fundamentalmente, de dos personas, a saber, una mujer (por ejemplo, Cant. 1: 2) y un hombre (por ejemplo, 4: 1-2). Hay referencias a las hijas de Jerusalén, pero no parecen desempeñar un papel activo en el libro (por ejemplo, 1: 5). En tercer lugar, el libro se caracteriza por los diálogos (por ejemplo, 1: 7-8, 15-16; 8: 13-14) y los monólogos (por ejemplo, 3: 1-5; 6: 4-10). Su estudio resulta útil para entender la naturaleza de los poemas.
En cuarto lugar, es preciso prestar atención particular al lenguaje que se usa para que los poemas puedan interpretarse dentro del contexto cultural en el que se escribieron. Esto quiere decir que el intérprete debería tener acceso a comentarios o diccionarios bíblicos que proporcionen esa información. El uso de una concordancia es probablemente la mejor manera de entender la terminología particular usada en el libro. A veces resulta difícil entender el argumento que se está presentando mediante una comparación. Por ejemplo, el hombre dice: «Tus dos pechos, como gemelos de gacela que se apacientan entre lirios» (Cant. 4: 5). Una posible interpretación de esta comparación ve en las gacelas «símbolos de vida y de renovación».3 Las crías de gacela aportan a la imagen elementos de suavidad y travesura. O. Keel dice: «La poesía hebrea no liga nociones de forma al término ‘pechos’, sino nociones de bendición (Gén 49: 25), de bondad, de nutrición y de edificación de la confianza (Sal. 22: 9; Job 3: 12), de suavidad, de seguridad cálida […] en pocas palabras, nociones de plena participación en la vida y de renovación vital».4 Esto quiere decir que «tanto los pechos como las crías de gacela simbolizan el calor de la vida, una fuerza inspiradora y victoriosa que contrarresta a la muerte».5
En quinto lugar, deberíamos fijarnos en la libertad con la que habla de cuestiones sexuales el autor bíblico. Esto revela al intérprete la forma en que la Biblia considera el sexo y las relaciones sexuales. En sexto lugar, es preciso investigar la intención o el mensaje fundamental de los poemas. Esto puede hacerse prestando atención particular a lo que se recalca mediante repeticiones en el libro. Ideas repetidas como el amor, el matrimonio, el anhelo por el otro y las referencias al jardín serán de utilidad en la formulación y en el desarrollo de la teología del libro.
En la interpretación de los Salmos y de la literatura sapiencial de las Escrituras debemos usar los mismos principios que usamos en otras partes de las Escrituras: análisis lingüístico y contextual y estudios de entorno relativos al texto o al pasaje. Además, será útil que el intérprete tenga una buena comprensión de las características particulares de la poesía hebrea y del concepto de sabiduría en el AT.
Cuando leemos literatura sapiencial tenemos que recordar que enseña una vida racional que, a la vez, es una vida buena y piadosa. Y enseña que, cuando vienen dificultades, los sabios pueden soportarlas. De aquí que el sentido común y el juicio sólido ayuden al intérprete a entender lo que dice Dios por medio de esas porciones poéticas de las Escrituras.
Clements, Ronald E. Wisdom Theology [Teología sapiencial]. Grand Rapids, Míchigan: Eerdmans, 1992.
Hartley, John E. The Book of Job [El libro de Job]. Grand Rapids, Míchigan: Eerdmans, 1988.
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Keel, Othmar. Song of Songs [El Cantar de los Cantares]. Mineápolis, Minnesota: Fortress, 1994.
Kidner, Derek. An Introduction to Wisdom Literature: The Wisdom of Proverbs, Job and Ecclesiastes [Introducción a la literatura sapiencial: La sabiduría de Proverbios, Job y Eclesiastés]. Downers Grove, Illinois: InterVarsity, 1985.
Longman, Tremper, III. The Book of Ecclesiastes [El libro de Eclesiastés]. Grand Rapids, Míchigan: Eerdmans, 1998.
Murphy, Roland E. The Tree of Life: An Exploration of Biblical Wisdom Literature [El árbol de vida: Exploración de la literatura sapiencial bíblica]. Grand Rapids, Míchigan: Eerdmans, 1996.
______. Proverbs [Proverbios]. Nashville, Tennessee: Thomas Nelson, 1998.
Osborne, Grant R. The Hermeneutical Spiral [La espiral hermenéutica]. Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1991.
Weiser, Arthur. The Psalms [Los Salmos]. The Old Testament Library. Filadelfia, Pensilvania: Westminster Press, 1962.
__________
1 Roland E. Murphy, Proverbs [Proverbios] (Nashville, Tennessee: Thomas Nelson, 1998), xxii.
2 En el libro La educación (p. 254), Elena G. de White ilustra la necesidad de una relación personal con Jesús citando Cantares 2: 3-4; y ella se refiere repetidas veces a Jesús «como “el más señalado entre diez mil”, como Aquel que “es del todo amable” (Cant. 5: 10, 16, VM)» (6T 175; Ev 255).
3 Othmar Keel, Song of Songs [El Cantar de los Cantares] (Mineápolis, Minnesota: Fortress Press, 1994), p. 150.
4 Ibíd.
5 Ibíd.