Roberto Badenas
“Pues el fin de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. Romanos 10:4.
En tiempos modernos, Romanos 10:4 ha llegado a ser una de las declaraciones más controversiales de las epístolas paulinas. Se lo cita frecuentemente para demostrar que Cristo ha puesto fin a la ley del AT, incluyendo el Decálogo. Especialmente los escritores dispensacionalistas, que enfatizan la diferencia entre “ley” y “evangelio” y la superioridad del NT sobre el AT, hacen uso de Romanos 10:4 como el texto-prueba clásico para defender la discontinuidad entre el AT y el NT.
Ambigüedad de los términos usados por Pablo – La incertidumbre sobre el significado de Romanos 10:4 se debe, parcialmente, a la ambigüedad que rodea el uso que hace Pablo del término “ley” (gr. νóµος [nómos]) en sus escritos, pero, principalmente, a la complejidad de la palabra τέλος [télos], traducida en la mayoría de nuestras Biblias como “fin”, la cual en griego tiene una vasta extensión de significados, desde “clímax” y “meta” hasta “cumplimiento” y “terminación”.
Entonces, suponiendo que la palabra nómos (“ley”) siempre representa para Pablo una realidad negativa, y dándole a télos el significado absoluto de “terminación”, la declaración “el fin de la Ley es Cristo” en Romanos 10:4 ha sido interpretada a menudo con el significado de que “Cristo ha puesto fin a la ley”, ya sea porque “él ha abrogado las leyes del AT” o porque “él ha puesto a un lado la ley como un medio de justificación”.
Contexto de Romanos 10:4 – Romanos 10:4 pertenece a 9:30-10:21, la parte central de la unidad literaria formada por los capítulos 9-11. El antecedente de esta sección es el problema teológico de la autoexclusión del remanente por parte de la mayoría de los israelitas, a causa de su rechazo del Mesías. Basando sus argumentos en la consistencia de la Palabra y la acción de Dios, Pablo muestra que la justificación en la era mesiánica –así como la elección en la era patriarcal– no depende de méritos u obras, sino solo de la gracia de Dios, manifestada mediante la fe en su Mesías. Pablo demuestra, por medio de muchas referencias a la Escritura, que la nueva situación en Israel fue predicha en la Ley y en los Profetas. Por consiguiente, el evangelio no es contrario a las promesas de Dios sino más bien el cumplimiento de las Escrituras hebreas.
Por un lado, Cristo llegó a ser para algunos israelitas la piedra de tropiezo anunciada por los profetas (Rom. 9:33), porque no guardaron la ley desde la perspectiva de fe sino desde la perspectiva de las obras (9:31, 32) y no se sujetaron a la justicia de Dios (mediante la aceptación de Cristo, 10:2-4). Por otro lado, los gentiles creyeron en Cristo y recibieron la justicia (9:30) y una posición dentro del nuevo pueblo de Dios.
El uso del término “ley” (nómos), en este contexto (9:32; 10:4, 5), sugiere que se refiere a la Torá (la Ley), como generalmente fue entendido por los judíos contemporáneos de Pablo, y designa a todo el AT, incluyendo sus aspectos de revelación.
Significado de télos, “fin” – Un estudio de la antigua literatura griega muestra que télos es un término dinámico, con diversos significados, pero sus connotaciones básicas son primariamente “teleológicas” (es decir, indican dirección, propósito y cumplimiento), no temporales. En la época de Pablo, télos se usaba principalmente para designar el blanco, el propósito o el clímax de algo.
En la antigua literatura griega la frase “fin de la ley” denota siempre el objetivo y propósito de la ley, nunca su abrogación.
El término télos, seguido por una palabra en la forma genitiva (p. ej., “de amor”), es una frase usada específicamente para indicar blanco, objetivo, desenlace o resultado, pero no terminación. Así, en 1 Timoteo 1:5 se usa en la frase “el propósito de este mandamiento es el amor”, y en 1 Pedro 1:9 se traduce “obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.
En la antigua literatura griega la frase τέλος νóµου [télos nómu] “fin de la ley”, y expresiones relacionadas denotan siempre el objeto y propósito de la ley, nunca su abrogación. Por ende, la traducción corriente de Romanos 10:4 como “fin de la ley” en el sentido de terminación/cese/abrogación sería, lingüísticamente hablando, excepcional y difícilmente correcta (por no decir incorrecta).
Cristo es el clímax de la ley para traer justicia a todos los que creen, tanto judíos como gentiles.
Cristo como cumplimiento y clímax de la ley – El primer problema con la extendida interpretación “Cristo es el fin de la ley”, en el sentido de que Cristo la ha abolido, es que la Biblia misma la contradice. Cristo claramente afirmó: “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir” (Mat. 5:17); y Pablo argumenta vigorosamente en el comienzo de su Epístola a los Romanos que la fe no invalida la ley sino que más bien confirma la ley (Rom. 3:31).
Segundo, los que traducen el texto “Cristo es el fin de la ley” necesitan interpretar la palabra νóµος como significando algo más que “ley”, la cual en consecuencia tiene que ser suplementada: “la validez de la observancia de la ley”, “la ley entendida como legalismo”, “la ley en sus aspectos rituales”, etc. De este modo, muchos eruditos interpretan Romanos 10:4 como “Cristo es el fin de la Ley como un medio de salvación” o algo similar. Sin embargo, esta interpretación contradice el tema principal de Romanos: que la salvación siempre ha sido por gracia mediante al fe (ver especialmente Rom. 3:21-4:13). Por tanto, Cristo difícilmente pudo poner fin a lo que nunca existió.
En realidad, el meollo del pasaje en su contexto (Rom. 9:30-10:21) no presenta a Cristo en contraste con la ley. Por eso, traducir la frase como “Cristo abroga la ley” (en cualquier sentido que pueda entenderse) es inconsistente. Por el contrario, Cristo es presentado como el cumplimiento del designio de Dios, en el sentido de que él es el clímax de la ley para traer justicia a todos los que creen, tanto judíos como gentiles.1
Esta interpretación de Romanos 10:4 se adecua mejor al argumento teológico, desarrollado en Romanos 9-11, por diversas razones: (1) Confirma que “la palabra de Dios no ha fallado”, siendo que el AT ya señaló al Mesías para justicia. (2) Implica que ningún israelita ha sido rechazado por Dios, pues en Cristo la justicia está a disposición de todo el que cree. (3) Apela a la unidad entre gentiles y judíos, dentro del nuevo pueblo de Dios, dado que en Cristo todos los creyentes están unidos como el pueblo escatológico de Dios.
“Este versículo [Rom. 10:4] viene a ser la declaración clave y la lógica conclusión de todo el pasaje [10:1-5]. Significa que esta justicia que Cristo ha traído para todos es el objetivo y el blanco hacia el cual la ley siempre se ha dirigido, su verdadero propósito y significado” (R. Badenas, Christ the End of the Law: Romans 10:4 in Pauline Perspective [ver referencia 1], p. 117).
Por consiguiente, es bíblica y lingüísticamente preferible tomar τέλος en su significado normal de “propósito”, “blanco” u “objetivo”, y leer Romanos 10:4 en el sentido de que la ley señala a Cristo como el clímax de toda la revelación del AT, tanto en sus ordenanzas rituales como en sus preceptos morales. Cristo fue el cumplimiento de las figuras y los símbolos del AT, la culminación de la Torá, el Ser que fue instaurado para proporcionar justicia a todos los que creyeren.
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1 Ver Roberto Badenas, Christ the End of the Law: Romans 10:4 in Pauline Perspective [Cristo el fin de la ley: Romanos 10:4 en la perspectiva paulina], JSNT Serie Suplementaria 10 (Sheffield: JSOT Press, 1985). [O ver Más allá de la ley (Madrid: Safeliz, 1998), cap. 19.]