Richard M. Davidson y Joel Iparraguirre
En los capítulos anteriores hemos establecido qué es la apocalíptica bíblica y cuáles son sus características que la distinguen de la profecía clásica. También vimos que existen cuatro enfoques para interpretar la profecía apocalíptica, siendo el historicismo el más adecuado para interpretar las profecías de Daniel y Apocalipsis. Con todo, es común observar que en muchas personas persiste la idea de que la forma en cómo se cumplen las profecías apocalípticas implica un doble o cumplimientos múltiples. Es decir, que una profecía apocalíptica puede aplicarse (o cumplirse) más de una vez en la historia humana. ¿Qué debemos tener en cuenta respecto al cumplimiento de la profecía apocalíptica?
Bien, en primer lugar, debemos reconocer que la profecía apocalíptica imita a la profecía clásica en el modo de cumplimiento de las predicciones relacionadas al reino de Israel y a sus enemigos, puesto que ambas son interpretadas ante el telón de la escatología del Antiguo Testamento. La escatología del Nuevo Testamento tiene tres fases de cumplimiento para las profecías veterotestamentarias1 del reino de Dios en los «últimos días» (que comienzan con la primera venida de Cristo; Heb. 1: 1-2):
1. la literal, la fase local del cumplimiento en el tiempo de la primera venida de Cristo;
2. la espiritual, la fase universal del cumplimiento en el tiempo de la iglesia cristiana;
3. la final, la fase universal, literal y gloriosa de cumplimiento en la segunda venida de Cristo y más allá.
El modo de cumplimiento en cada una de las tres fases se distingue en base a la presencia física y espiritual de Cristo el Rey con relación a su reino. En el ministerio terrenal de Cristo, cuando estuvo presente físicamente, el cumplimiento fue literal y local, centrado en él. Dado que Cristo ascendió a los cielos después de su muerte y resurrección, él ha estado presente solo espiritualmente (es decir, mediante su Espíritu). Así, durante el tiempo de la iglesia, el cumplimiento es espiritual y universal. Finalmente, en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo y más allá, cuando regrese físicamente y reúna literalmente al pueblo de Dios consigo mismo, el cumplimiento será gloriosamente literal y universal.
Al aplicar este principio cristocéntrico de interpretación profética, uno debe determinar a qué fase de la escatología profética del reino de Dios apunta cada profecía apocalíptica, y luego interpretar ese componente en armonía con el modo de cumplimiento de esa etapa. De esta manera, antes de la Cruz, las referencias al Israel étnico y geopolítico y a sus enemigos deben ser tomadas literal y localmente. Después de la Cruz, en el tiempo de la iglesia, los diferentes elementos relacionados al reino de Dios —los términos geográficos y étnicos que se refieren a Israel y a sus enemigos— deben ser interpretados espiritual y universalmente (p. ej., Apoc. 2:9; 7:1-17; 17:1-6; 18); y al final de la historia, con la Segunda Venida literal de Cristo y más allá, los elementos proféticos deben ser interpretados literal y universalmente (1.000 años literales [no se aplica más el principio día por año], el descenso literal de la nueva Jerusalén al final del milenio, la reunión literal y universal de «Gog y Magog» [todos los enemigos de Dios] contra la nueva Jerusalén, una nueva Tierra literal, etcétera, tal como se describe en Apoc. 20–22).
Muchos de los principales deslices al interpretar la profecía apocalíptica son cometidos cuando no se le da la debida atención al modo de cumplimiento. Consideremos el siguiente ejemplo. Existen personas que interpretan literalmente las referencias geopolíticas respecto a Babilonia y a Jerusalén, como cumpliéndose durante el tiempo de la iglesia, como si se aplicaran al Iraq actual o al estado de Israel. Sin embargo, estas personas fracasan en notar que, en esta etapa de la escatología, las expresiones centradas en el Israel geopolítico deben ser interpretadas cristológicamente, como referencias a una guerra universal y espiritual entre los poderes del bien y del mal, en lugar de ubicaciones geográficas.
Este fue el error cometido por Urías Smith cuando interpretó el secamiento del río Éufrates de Apocalipsis 16: 12 como una referencia a la caída de la Turquía moderna, en lugar de reconocer que la tipología de la caída de la Babilonia literal en los tiempos veterotestamentarios (provocada por Ciro al desviar el río Éufrates, la fuerza vital de la ciudad) sería cumplida antitípicamente en Jesús (el antitipo de Ciro) al provocar la caída de la Babilonia espiritual y traer libertad al pueblo de Dios.2
Aunque el modo de cumplimiento apocalíptico referentes a las profecías del reino es la misma que en las profecías clásicas, es necesario resaltar que, a diferencia de la profecía clásica, los textos apocalípticos específicos se refieren únicamente a un modo o fase de cumplimiento por cada símbolo profético, elemento de tiempo o alguna otra característica. Sencillamente, no hay lugar para varias aplicaciones o etapas de cumplimiento de una determinada predicción apocalíptica, dado que hay una progresión histórica ininterrumpida desde el tiempo del profeta hasta el tiempo del fin.3
Este punto es enfatizado por el hecho de que el ángel intérprete, en la apocalíptica bíblica, proporciona coherentemente una y solo una interpretación correcta de cada símbolo y elemento de tiempo (p. ej., Dan. 8: 18-26). Por lo tanto, es inapropiado cualquier aplicación dual de los símbolos o períodos de tiempo de Daniel y Apocalipsis, incluso si se hiciera una reaplicación a un tiempo futuro u otro cumplimiento.
A la luz de este principio, uno debe rechazar la sugerencia, por ejemplo, de que el cuerno pequeño de Daniel 7 y 8 —el anticristo descrito por 1 Tesalonicenses 2 y la bestia que sube del mar de Apocalipsis 13— puede referirse tanto al sistema papal como al Islam. Es cierto que algunas de las características dadas en la Escritura pueden ajustarse tanto al papado como al Islam. Pero mientras uno va buscando sistemáticamente a lo largo de la Biblia pasajes que hablen de este último poder, podrá encontrar más de 180 características distintas dadas por los escritos bíblicos que solo encuentra cumplimiento en su totalidad en el papado y no el Islam. Es factible, no obstante, encontrar la posibilidad de que el Islam desempeñe un papel en la profecía apocalíptica en el tiempo del fin, en relación con la sexta trompeta del Apocalipsis, pero no como un cumplimiento dual de las profecías que apuntan directamente al papado.4
Por otro lado, Apocalipsis 10: 6 (en el contexto de los vers. 9-11 y 11: 1) también indica que no habrá más chronos (tiempo profético) después del Gran Chasco y del comienzo del juicio investigador en 1844.5 En consecuencia, el establecimiento de cualquier fecha específica en el futuro es excluido por la misma Escritura. Así, las profecías de tiempo de Daniel y Apocalipsis no deben ser interpretadas como si se aplicaran a períodos de tiempo futuro o a eventos después de 1844. Daniel y Apocalipsis relacionan, recapitulan, y amplían sus visiones, pero no dan cabida a cumplimientos múltiples o varias etapas de cumplimiento como sí se hace en la profecía clásica.6
En la actualidad, muchos predicadores están señalando que las profecías bíblicas se están cumpliendo de acuerdo con el cronograma divino. Si bien esto es verdad, en lo que no estamos de acuerdo es en que las profecías apocalípticas abarquen más de un cumplimiento o que se pueda establecer fechas para el cumplimiento de ellas. Por ejemplo, ¿cómo podemos creer que Cristo vendrá en 2031 (así enseñan algunos) si la propia Biblia (y Elena G. de White) señala que después de 1844 no habrá más tiempo profético en el sentido de que ninguna profecía bíblica se cumplirá en un período de tiempo (fecha) determinado?
Muchas de estas enseñanzas suelen ser atractivas, pero no son más que especulaciones. Además, por más malabares que hagan los intérpretes que apoyan sus teorías, el texto bíblico los desmiente. Y en este contexto, resulta muy significativo recordar lo que dicen las Escrituras: «Crean en el Señor su Dios y podrán permanecer firmes. Créanles a sus profetas y tendrán éxito» (2 Crón. 20: 20, NTV).
Finalmente, recordemos que, con el historicismo, los textos apocalípticos son vistos con un solo modo o fase de cumplimiento por cada símbolo profético, elemento de tiempo, o algún otro rasgo. En otras palabras, no puede haber cumplimientos múltiples, dado que hay una progresión histórica ininterrumpida desde el tiempo del profeta hasta el tiempo del fin.
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1 Para más detalles, véase Davidson, «Biblical Principles for Interpreting Old Testament Classical Prophecy», 5-42; cf. Roberto Pereyra, «Escatologia do Novo Testamento: Características e Implicações», en O Futuro: A visão adventista dos últimos acontecimentos, ed. Alberto R. Timm, Amin A. Rodor y Vanderlei Dorneles (Engenheiro Coelho: UNAPRESS. Centro Universitario Adventista de São Paulo, 2004), 105-115.
2 El punto de vista de Urías Smith sobre de la caída de Turquía fue gentilmente rechazado por Elena G. de White. Ella presenta las cinco primeras plagas en términos literales; sin embargo, la sexta, donde se esperaría una referencia al secamiento del río Éufrates en lugar de la caída de Turquía, es interpretada de manera cristocéntrica. La tipología de la caída de Babilonia donde el Éufrates era el río que daba vida a la Babilonia literal, representa a las multitudes que le dan un apoyo vital a la Babilonia espiritual (Apoc. 17: 15) mientras busca destruir al remanente fiel. El secamiento del río Éufrates consiste, por lo tanto, en quitar a las multitudes el apoyo vital de Babilonia con el propósito de hacer lugar a los reyes del oriente, que representan a la venida de Cristo y a sus ejércitos. En armonía con esta interpretación tipológica, Elena G. de White simplemente escribió acerca de la sexta plaga: «Las multitudes [representadas por las “aguas” del Éufrates en Apoc. 17: 15] encolerizadas se sienten contenidas en el acto. Sus gritos de burla expiran en sus labios. Olvidan el objeto de su ira sanguinaria». El conflicto de los siglos (Doral, FL: APIA, 2007), 620. En las siguientes páginas, ella describe en términos literales la séptima plaga, citando Apocalipsis 16: 17-18. En vez de exponer directamente el error de Urías Smith sobre la sexta plaga en un libro lleno con muchas verdades, Elena G. de White apoyó la circulación del libro de Smith, pero discretamente corrigió este punto de error. Para un debate sobre este principio cristocéntrico de interpretación y sus aplicaciones a la sexta plaga, véase especialmente Louis Were, The Certainty of the Third Angel’s Message (Berrien Springs, MI: First Impressions, 1979); Louis Were, The Kings That Come from the Sunrising: A Survey, A Challenge, A Prophecy (Melbourne: Blackman, n.d.); Louis Were, The Fall of Babylon in Type and Antitype: Why Emphasised in God’s Last Day Message? (Melbourne: Blackman, 1952).
3 Esto no significa que sea inapropiado ver los principios morales trascendentales representados en las profecías apocalípticas que pueden ser aplicables en cualquier tiempo, como el reconocimiento de los principios básicos de Babilonia, que pueden ser encontradas en varias instituciones o individuos. Este es el propósito moral de la profecía. Sin embargo, los detalles específicos de las profecías apocalípticas están limitadas a un solo cumplimiento histórico, sin aplicaciones duales o múltiples.
4 Para evidencia adicional (más allá de la interpretación clásica de Urías Smith) de que la sexta trompeta se refiere al juicio islámico sobre el papado (especialmente durante el tiempo del Imperio otomano), véase Alberto R. Treiyer, The Seals and the Trumpets: Biblical and Historical Studies (s/l.: Distinctive Messages, 2005), 323-360.
5 Para más detalles sobre lo que ocurrió en esta fecha, véase Paul A. Gordon, The Sanctuary, 1844, and the Pioneers (Washington, DC: Review & Herald, 1983); Moore, El juicio investigador, passim.
6 Recientemente, por ejemplo, Erwin R. Gane, Trumpet After Trumpet: Will Revelation’s Seven Trumpets Sound Again? (Nampa, ID: Pacific Press, 2012), ha proporcionado una reinterpretación de las siete trompetas de Apocalipsis sugiriendo una interpretación dual o futurista. Para una crítica a esta posición, véase Ekkehardt Mueller, «A New Trend in Adventist Eschatology: A Critical Analysis of a Recent Publication», Reflections: The BRI Newsletter 44, Octubre, 2013: 1-6.