El relato bíblico del altar de Josué en el monte Ebal destaca como uno de los episodios más emblemáticos y teológicamente significativos en la narrativa de la conquista de Canaán. Según la Biblia, tras la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida, Josué erigió un altar en el monte Ebal, siguiendo las instrucciones de Moisés (Deuteronomio 27 y Josué 8: 30-35). Este altar fue el lugar donde se renovó el pacto entre Dios y el pueblo de Israel, y donde se proclamaron bendiciones y maldiciones que marcarían el destino de la nación en función de su fidelidad a Dios. Desde un punto de vista teológico, el monte Ebal representa la soberanía divina, el juicio y la obediencia. En las últimas décadas, este relato ha ganado nueva relevancia debido al descubrimiento arqueológico de una estructura en el monte Ebal que algunos identifican como el propio altar de Josué. Este artículo se centrará en el relato bíblico y su interpretación teológica, apoyándose en la evidencia arqueológica para profundizar en su significado.
El monte Ebal y el monte Gerizim tienen un significado único en la teología bíblica. Según el relato de Deuteronomio 27, antes de la entrada de los israelitas en Canaán, Moisés ordenó que, una vez conquistada la tierra, se llevara a cabo una ceremonia en la que las tribus de Israel se dividirían entre estos dos montes. Desde el monte Ebal, las tribus proclamarían las maldiciones que caerían sobre el pueblo si desobedecían los mandamientos divinos, mientras que desde el monte Gerizim proclamarían las bendiciones que recibirían si seguían fieles a Dios.
El relato de Josué 8: 30-35 describe el cumplimiento de este mandato tras la conquista de la ciudad de Ai. Josué erigió un altar en el monte Ebal, conforme a las instrucciones de Moisés, y en ese lugar se ofrecieron sacrificios a Dios. Además, Josué escribió una copia de la ley de Moisés en las piedras del altar, y el pueblo se reunió para escuchar la proclamación de las bendiciones y maldiciones, renovando así su pacto con Dios.
Este episodio es crucial en la narrativa bíblica porque simboliza la reafirmación del pacto entre Dios y el pueblo de Israel tras la conquista inicial de la Tierra Prometida. El altar en el monte Ebal se convierte en un símbolo de obediencia y juicio, recordando al pueblo que su destino está en manos de Dios y que el éxito en la tierra dependerá de su fidelidad a la ley divina.
El monte Ebal, asociado con las maldiciones, no es solo un lugar de juicio, sino también un espacio donde el pacto se renueva. En la teología bíblica, la fidelidad a Dios está siempre en tensión con la libertad humana y la posibilidad de desviarse de los mandamientos. El altar de Josué no solo representa un monumento físico, sino una llamada a la obediencia que atraviesa toda la historia de Israel. A través de los sacrificios ofrecidos en el altar, el pueblo expresaba su arrepentimiento, gratitud y lealtad a Dios, mientras que los mandamientos inscritos en piedra recordaban su compromiso con los mandamientos divinos.
El hecho de que el altar estuviera situado en el monte Ebal, el lugar desde donde se proclamaron las maldiciones, subraya la importancia del arrepentimiento y la obediencia en la relación entre Dios e Israel. En la Biblia, la maldición no es el destino final del pueblo de Dios, sino una advertencia de lo que sucederá si abandonan el pacto. Al ofrecer sacrificios en ese lugar, el pueblo reconocía tanto la severidad del juicio divino como su misericordia.
Además, la ley inscrita en las piedras del altar apunta a la centralidad de la palabra de Dios en la vida de Israel. La Escritura, que más tarde se convertiría en el corazón de la identidad del pueblo de Israel, comienza aquí a tomar forma visible como una guía viva para la vida de la nación. El altar en el monte Ebal, por tanto, no solo es un lugar de sacrificio, sino también un espacio donde la ley de Dios se materializa en la vida diaria del pueblo.
El relato bíblico del altar de Josué ganó una nueva relevancia en el siglo XX, cuando el arqueólogo israelí Adam Zertal comenzó excavaciones en el monte Ebal en 1980. En el proceso, Zertal descubrió una estructura monumental de piedra que él identificó como el altar descrito en el Libro de Josué. La estructura, de forma rectangular y rodeada de piedras no labradas, parecía coincidir con las descripciones bíblicas de altares construidos con piedras sin esculpir (Deuteronomio 27: 5-6).
Zertal señaló varios aspectos de la estructura que apoyaban su identificación como el altar de Josué:
1. Restos de huesos de animales sacrificados: En los alrededores del altar, se encontraron huesos de animales quemados, principalmente bovinos, ovinos y caprinos, animales que estaban permitidos como sacrificios según la ley mosaica.
2. Cerámica datada en la Edad del Bronce Final y el Hierro I: Los fragmentos de cerámica hallados en el sitio coincidían con el período en el que los israelitas habrían entrado en Canaán, alrededor del siglo XIII a.C.
3. Estructura de piedras no labradas: La construcción del altar seguía las instrucciones bíblicas de usar piedras no trabajadas por herramientas humanas.
Zertal interpretó estos hallazgos como evidencia de que el sitio era el altar donde Josué realizó los sacrificios y renovó el pacto con Yahvé, tal como se describe en la Biblia. Este hallazgo fue recibido con entusiasmo por algunos sectores, que lo vieron como una confirmación de la historicidad del relato bíblico.
Si la interpretación de Zertal es correcta, este descubrimiento tiene profundas implicaciones teológicas. El altar de Josué sería una de las pocas estructuras físicas mencionadas en la Biblia que ha sido identificada con evidencia arqueológica, lo que proporcionaría un vínculo directo entre los relatos bíblicos y la historia física de la Tierra Prometida. Esto no solo refuerza la narrativa de la conquista de Canaán, sino también la centralidad de la adoración y el sacrificio en la vida religiosa de Israel.
El hallazgo también subraya el papel del sacrificio en la teología israelita. El altar en el monte Ebal no solo es un lugar donde se hacen sacrificios a Dios, sino que es un lugar de encuentro entre el hombre y Dios, donde el pueblo reafirma su relación de pacto con Dios. El sacrificio es visto como una forma de reconciliación y restauración, a través de la cual Israel busca el perdón divino y la renovación de su compromiso con la ley divina.
Además, la presencia de la ley inscrita en las piedras del altar revocadas con cal apunta al papel fundamental de la Torá en la vida de Israel. La Torá no es solo un conjunto de normas legales, sino una expresión de la voluntad de Dios para su pueblo, y el altar en el monte Ebal es un recordatorio visible y tangible de esa relación.
A pesar del entusiasmo inicial, la identificación del altar de Josué ha sido objeto de considerable controversia. Algunos arqueólogos y estudiosos cuestionan la interpretación de Zertal, sugiriendo que el sitio en el monte Ebal podría haber tenido otros usos no relacionados con el relato bíblico. Algunos críticos señalan que la estructura podría haber sido un altar cananeo, ya que los sacrificios de animales y el uso de altares de piedra eran comunes en muchas culturas del antiguo Oriente Próximo.
Otros arqueólogos, como Israel Finkelstein, han afirmado que los israelitas no llegaron a Canaán en una invasión militar masiva, como describe el relato bíblico, sino a través de un proceso gradual de asentamiento durante el siglo XII a.C. Según esta interpretación, el sitio en el monte Ebal podría haber sido utilizado por tribus locales antes de ser adoptado por los israelitas.
El relato bíblico del Altar de Josué en el monte Ebal es un testimonio poderoso de la relación de pacto entre Dios e Israel, marcada por la obediencia, el sacrificio y la renovación del compromiso con la ley divina. El descubrimiento arqueológico de una estructura que algunos identifican como este altar ha generado un debate continuo sobre la historicidad de los relatos bíblicos y el papel de la arqueología en la confirmación de la narrativa teológica.
Independientemente de las conclusiones arqueológicas, el altar en el monte Ebal sigue siendo un símbolo profundo del juicio y la misericordia de Dios, y de la necesidad del pueblo de Israel de vivir en fidelidad a la ley divina. Desde una perspectiva teológica, el altar representa no solo la centralidad del sacrificio en la vida de Israel, sino también el llamado constante a la obediencia y la renovación del pacto con Dios.
1 Zertal, Adam. “Has Joshua’s Altar Been Found on Mt. Ebal?” Biblical Archaeology Review, 11(1), 1985.
2 Finkelstein, Israel, and Silberman, Neil Asher. The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts. Simon & Schuster, 2001.
3 Dever, William G. What Did the Biblical Writers Know and When Did They Know It? Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 2001.
4 Mazar, Amihai. Archaeology of the Land of the Bible, 10,000–586 B.C.E. Yale University Press, 1990.