Tom Shepherd
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48.
¿Cómo puede el ser humano ser perfecto así como el Padre celestial es perfecto? Dios es un ser impecable; desde la caída, los seres humanos son pecaminosos por naturaleza (Efe. 2:3). ¿De qué manera pueden ellos alguna vez ser perfectos así como el Padre es perfecto? ¿Qué quiere decir Jesús?
Sermón del Monte – Las poderosas palabras de Jesús en Mateo 5:48 son la conclusión de la segunda sección del Sermón del Monte. El sermón entero abarca Mateo 5-7, pero esta sección se extiende de 5:17 a 5:48. La sección se divide en un preámbulo, en el cual Jesús insiste en que él no vino a abolir la ley y los profetas; antes bien, vino a cumplirlos. Este preámbulo es seguido por una serie de seis declaraciones contrastantes, o antítesis, en las cuales Jesús cita un versículo del AT o un dicho tradicional mediante la forma: “Oísteis que fue dicho…”, seguido por el contraste: “Pero yo os digo… “ (Mat. 5:21, 22).
“[Dios] nos pide que seamos perfectos como lo es él, de la misma manera. Debemos ser centros de luz y bendición para nuestro reducido círculo así como lo es él para el universo. No poseemos nada por nosotros mismos, pero la luz de su amor brilla sobre nosotros y podemos reflejar su resplandor. Gracias a que hemos tomado prestada su buena bondad, podemos ser perfectos en nuestra esfera como Dios es perfecto en la suya” (DMJ 73).
Uno puede suponer que una antítesis sugeriría un rechazo de la idea del AT, reemplazándola con una nueva enseñanza de Jesús. Por el contrario, en cada caso Jesús profundiza la aplicación de la enseñanza de la Escritura del AT. De este modo, por ejemplo, ilustra su insistencia en que su propósito no era abrogar las máximas del AT, sino más bien demostrar la profundidad y la aplicación de largo alcance de los antiguos mandatos de Dios.
Amar a los enemigos – La última de las antítesis está en 5:43-48, que trata sobre la cuestión de amar a los enemigos. Jesús cita una porción de Levítico 19:18, “Amarás a tu prójimo”, pero evidentemente le añade un aserto tradicional, “y aborrecerás a tu enemigo”. Jesús entonces contradice esta declaración con su famosa máxima de que debemos amar a nuestros enemigos y orar por nuestros perseguidores. El Maestro va más allá declarando que llevar a cabo estas acciones hacia nuestros enemigos resulta en que seamos hijos de nuestro Padre que está en los cielos, quien “hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos”. Amar a los enemigos, entonces, es emular la acción de Dios.
Jesús prosigue, y así expresa un contraste con las magnánimas acciones de Dios al referirse a los que aman solamente a quienes los aman, o aman únicamente a sus hermanos. Esta conducta, dice, no es mejor que la de los publicanos y los gentiles, personas que generalmente eran consideradas fuera de la esfera de la religión bíblica. Se nos da, de este modo, una contraposición de conductas y grupos: Dios, por un lado, con amor, cuidado e interés tanto por las buenas personas como por las malas; y los publicanos y gentiles, por el otro lado, con interés y amor solamente para sí mismos. Todo esto es seguido por nuestro versículo del epígrafe llamando a los discípulos a ser perfectos, así como su Padre que está en los cielos es perfecto.
El término griego para perfección significa “plenamente desarrollado, maduro, habiendo obtenido la culminación o propósito”.
Entender el contexto de Mateo 5:48 es esencial para comprender el significado del texto. En la última de las antítesis se define la perfección no como una ausencia de defectos, no como el desarraigo de toda falla moral, sino más bien como la extensión del amor al grupo más alejado de nosotros: nuestros enemigos. Por otra parte, dentro de todo el grupo de las antítesis, el llamado a la perfección en 5:48 contiene un sentido de la más profunda pureza moral: por ejemplo, redefinir el odio como homicidio y la mirada lasciva como adulterio, y negar la práctica de ambos.
De cara a estos superlativos, podemos vernos tentados a resignar del todo nuestro discipulado o adoptar la posición del autor de la Didajé, en el siglo II d.C., que alude a este versículo en el capítulo 6, versículo 2, de su obra: “Porque si puedes llevar el yugo entero del Señor, serás perfecto; pero si no puedes, haz lo que puedas”. O hasta podemos llegar tan lejos como los que insisten en que Jesús no quiso significar lo que dijo, que la perfección es imposible y además innecesaria, siendo que el cristiano es salvado por gracia.
Significado de “perfecto” – Pero perdemos algo muy importante si tomamos alguna de esas rutas “menos que”. El término griego para perfección en Mateo 5:48 es τέλειος [téleios], que significa “perfecto, sin defecto, completo, plenamente desarrollado, maduro, habiendo obtenido la culminación o propósito”.1 Cuando algo ha crecido totalmente y ha alcanzado su meta, se lo llama téleios, “perfecto”. La vida cristiana tiene una meta. Apunta al Cielo. El llamamiento hacia arriba del evangelio es claro (Fil. 3:12-14). Dios nos acepta dondequiera nos encuentra, pero nunca nos deja allí. Él nos toma en un viaje hacia la madurez cristiana. El mandato de Jesús expresa el goce de ese viaje. Aceptar el mandato es aceptar el viaje y caminar de acuerdo con su voluntad. La meta de la perfección –de la madurez cristiana, de ser igual al Padre celestial– nos es dada no para desanimarnos sino para servirnos como nuestra estrella guiadora en un mundo de oscuridad moral.
__________
1 Ver William Arndt y Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature [Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento y de otra literatura cristiana temprana] (Cambridge: University of Chicago Press, 1957), s. v. teleios.
Los hábitos cristianos no se forman en los cumpleaños,
ni el carácter cristiano en el Año Nuevo. El taller del
carácter es la vida de cada día. La hora normal y común
es donde la batalla se pierde o se gana.
Maltbie D. Babcock
(Pastor presbiteriano, 1858-1901)