¿Cuál ley es el ayo que nos lleva a Cristo?

A. Ganoune Diop

“De manera que la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo un guía”. Gálatas 3:24, 25.

¿Qué quiere significar Pablo en Gálatas 3:24 al decir que la ley ha sido nuestro ayo? ¿Qué no dice acerca del estatus de la ley? ¿Ha sido la ley suprimida para el cristiano ahora que la fe en Cristo ha traído madurez?

Significado de “ley” – Puede decirse legítimamente que la palabra “ley” designa un cuerpo de mandamientos en particular, como los Diez Mandamientos, pero va mucho más allá de eso. La palabra griega νόμος [nómos], “ley”, o su antecedente hebreo, no está confinada a un escenario judicial o puramente legal. Ley, traducida de la palabra hebrea [Tôrāh], en su sentido más general significa “instrucción”. A menos que el contexto haga referencia a mandamientos específicos, ha de preferirse este significado general de ley.

Propósito de la ley – En Gálatas 3:19-29 Pablo se refiere al propósito de la ley y la compara con un ayo. En 3:22 declara que todos están confinados bajo pecado, encerrados por todos los lados, necesitados de liberación. Ésta es la circunstancia bajo la cual la ley entra en el cuadro. La ley no realiza la efectiva liberación. En cambio, la ley (1) pone de relieve la condición del pecador; y (2) señala a uno que puede hacer realidad la liberación. La fe en esa Persona es preceptiva para que ocurra la liberación.

“‘La ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe’ (Gál. 3:24, NVI). En este texto, mediante el apóstol, el Espíritu Santo está hablando especialmente de la ley moral. La ley nos revela el pecado, y nos hace sentir nuestra necesidad de Cristo y de huir a él en procura de perdón y paz mediante el ejercicio del arrepentimiento ante Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo” (MS 1:275).

La ley funciona como un ayo – La palabra ayo a menudo se entiende de manera negativa. “Los ayos con frecuencia eran estrictos regentes, causando que los que estaban bajo su cuidado suspiraran por el día cuando serían libres de la custodia de su ayo. La ley era nuestro ayo, el cual, al mostrarnos nuestros pecados, nos conducía a Cristo”.1 La palabra griega παιδαγωγός [paidagōgós] para “ayo”, en el versículo 24, se usaba en la literatura griega como un referente para alguien que enseña a un niño a comportarse, un tutor particular o un maestro. Etimológicamente, la palabra griega paidagōgós contiene la idea de conducir a un niño. En algunos ambientes, los ayos eran esclavos a quienes se encomendaba el cuidado de los niños. “En el período helenístico, el papel acompañante del paidagōgós se expandió y se tornó más noble; su protección no era exclusivamente negativa. Formaba el carácter y la moralidad del niño y hasta llegaba a ser su tutor particular, por no decir su maestro”.2

El tema en Gálatas: cómo se obtiene la justificación – En Gálatas el tema en disputa es la eminente “justificación por la fe”. La pregunta es: ¿Cómo obtener la “justificación”? ¿Por medio de la ley (cualquier ley: ceremonial, moral, etc.) o por medio de la fe en Jesús, entendida como dependencia de su justicia? En Romanos 4:3 Pablo afirma ine-quívocamente que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia; la fe es la llave de la justificación. Pero la justicia es un atributo de Dios que él concede a los que creen en Jesucristo.

Cuando recibimos a Cristo no estamos más bajo la condenación de la ley, pero tampoco estamos libres para descartar la ley, porque en tal caso caeríamos otra vez bajo su condenación.

Para clarificar la fuente y la naturaleza de la justificación, Pablo tuvo que considerar la función de la ley. En Gálatas 3:21 Pablo pone la mira en el verdadero punto en cuestión. Especifica que la ley no es contraria a las promesas de Dios. Toma esta posición para evitar la acusación de que está en contra de la ley. Ante la pregunta del versículo 19: “Entonces, ¿para qué sirve la Ley?”, Pablo declara con perspicacia que no puede impartir vida. Afirma enfáticamente: “Si la Ley dada pudiera vivificar, la justicia sería verdaderamente por la Ley. Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a los creyentes” (vers. 21, 22). Por consiguiente, lo que hace la ley puede compararse con un ayo que conduce a la fe en Cristo Jesús. Cuando recibimos a Cristo no estamos más bajo la condenación de la ley, pero tampoco estamos libres para descartar la ley, porque en tal caso caeríamos otra vez bajo su condenación. Al aceptar a Cristo recibimos el poder para ser obedientes a la ley (Rom. 3:31). Por tanto, Gálatas 3:24 y 25 no da sustento alguno a la pretensión de que la ley ha sido abolida.

Este modo de entender la ley como quien nos conduce a Cristo está en armonía con la enseñanza de Jesús en Mateo 5:17, donde se discute el estatus de la ley. Jesús no ha venido a abolir la ley sino a cumplirla, esto es, llevarla al propósito para el cual fue diseñada: señalar la justicia de Dios personificada en Jesús (1 Cor. 1:30).

“Debiéramos estudiar cuidadosamente la Biblia, pidiendo
a Dios la ayuda del Espíritu Santo para poder comprender
su Palabra. Debiéramos tomar un versículo y concentrar
la mente en la tarea de discernir el pensamiento que
Dios puso en ese versículo para nosotros. Debiéramos
espaciarnos en el pensamiento hasta que llegue a ser
nuestro y sepamos ‘lo que dice el Señor’ “.

DTG 355

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1 John MacArthur, The MacArthur Bible Commentary [Comentario bíblico MacArthur] (Nashville, TN: Thomas Nelson, 2007), p. 1667.

2 Ceslas Spicq, Theological Lexicon of the New Testament [Léxico teológico del Nuevo Testamento], 3 ts., J. D. Ernest, trad. y ed. (Peabody, MA: Hendrickson, 1996), 3:2.