Pedrito Maynard-Reid
“Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe”. Santiago 2:24.
La dificultad que plantea este texto radica en el hecho de que parece contradecir la aseveración paulina en Romanos 3:28 de que la persona es justificada por fe sin las obras de la ley. A raíz de que Santiago dice que la persona es justificada por las obras y no solo por la fe, muchos protestantes, empezando con Martín Lutero, o han relegado a Santiago a un lugar inferior en el canon mientras exaltan la teología de Pablo, o han tratado de hacer que ambos hombres inspirados digan y signifiquen la misma cosa.
Pablo y Santiago – Una lectura cuidadosa de cada texto en su contexto revelará que ni se están contradiciendo ni se están refiriendo al mismo asunto. Comencemos con Pablo. El contexto de Pablo es similar al del conflicto de Jesús con el partido legalista de los fariseos. Tanto estos fariseos como algunos miembros de la Iglesia Cristiana Primitiva procuraban la salvación por medio de la observancia de la ley. El argumento de Pablo es que uno no es justificado por obras legalistas (literalmente en griego: “obras de ley”), sino por fe.
El contexto de Santiago es enteramente diferente. Él no está involucrado en una polémica con los judaizantes (personas que trataban de llevar a los cristianos de vuelta al judaísmo), quienes intentaban ganar la salvación mediante la observancia de la ley. No está enredado en una controversia teológica acerca de las observancias judías. Su disputa es ética. Su preocupación es sobre las obras y los actos de misericordia y caridad. Sus “obras” tienen que ver con la actitud de su audiencia hacia los pobres y marginales de la sociedad.
La “verdadera religión” tiene una dimensión social.
Dimensión social de la fe – El contexto de Santiago resulta claro cuando observamos que Santiago 2:24 viene al final de un extenso alegato que comenzó en 1:27. Santiago empieza con una declaración de que la “verdadera religión” tiene una dimensión social: entraña cuidar de los pobres y marginados (como ser, los huérfanos y las viudas). Esta “religión verdadera/pura” es el equivalente a “obras” en 2:24.
En realidad, todo Santiago 2 es una ilustración de “religión en acción”. En la primera mitad (2:1-13) él ilustra esto en forma negativa, y condena a los que muestran parcialidad a favor de los ricos y desdén hacia los pobres. En la segunda mitad (2:14-16) Santiago afirma claramente que la “fe” sola no salva; es decir, fe sin un fuerte componente práctico. Y precisamente por esto en el versículo 15 comienza con la ilustración acerca de la persona que carece de ropa y alimento. Argumenta que decirle a esa persona que vaya y se abrigue y alimente sin ninguna acción a favor de la persona necesitada, de nada ayuda.
“Santiago no niega que el hombre sea declarado justo por la fe […] Lo que niega enfáticamente es que la profesión de fe, por sí sola, pueda justificar a alguien. Las buenas obras acompañan a la fe y demuestran la validez de la fe por la cual una persona es justificada. Si no hay ‘obras’ es evidente que tampoco existe una fe genuina” (F. D. Nichol, ed., CBA 7:540).
Fe y obras se complementan - Debemos dejar en claro que Santiago no está enseñando justificación por las obras. No está eliminando el elemento fe. Su argumento es que fe y obras (las cuales, juntas, forman la verdadera religión) son complementarias y concurrentes en la vida del creyente. Santiago está arguyendo contra una fe que ignora el componente de cuidar del necesitado. Por tanto, una mej or traducción de la frase “¿Podrá la fe salvarlo? “ en Santiago 2:14 es “¿Podrá esa fe salvarlo?” La “fe” que está desconectada de las obras éticas es inválida. En el sistema teológico de Santiago, “obras” no es un sustituto de la fe; es sencillamente el otro lado de la moneda salví-fica. No podemos tener una sin la otra. Por eso Santiago incluye la palabra solamente en la oración de 2:24: “El hombre es justificado [es decir, está en relación con Dios] por las obras y no solamente por la fe”.
“Las reglas más valiosas para la interacción social y
familiar se encuentran en la Biblia”.
HC 383