El río Jordán es el más importante de Palestina. Divide el país en dos partes: Palestina occidental (la tierra de Canaán), la parte más próspera, y Transjordania. Las fuentes del Jordán se encuentran en el lado occidental del monte Hermón, la cumbre más meridional de las montañas del Antilíbano. Cuatro pequeños ríos finalmente se combinan para dar origen al río Jordán.
La parte más oriental de los cuatro ríos es el Nahr Bâniyâs, el río Paneas, de ocho kilómetros de largo. Su fuente se encuentra a unos 330 metros sobre el nivel del mar en la famosa gruta de Paneas, que recibió su nombre en tiempos helenísticos en honor al dios griego Pan. El siguiente, el Nahr el-Leddan, es un río mucho más corto, que emana de un manantial cerca de la antigua ciudad de Dan, a 145 metros sobre el nivel del mar. El siguiente, el Nahr el-Hasbânī, es el más largo de los cuatro ríos que alimentan el Jordán. Desde su origen, que se encuentra a una altura de 527 metros, fluye por unos treinta y ocho kilómetros a lo largo de la ladera occidental del Monte Hermón. El río más occidental es el Nahr Bereighith, que se origina cerca de la antigua ciudad de Ijon, ahora Tell ed-Dibbin, a 548 metros sobre el nivel del mar.
Los cuatro ríos se unen al sur del Hermón y forman el Jordán. Desde la última confluencia, a cuarenta y tres metros sobre el nivel del mar, el río fluye por unos once kilómetros a través de una llanura fértil con vegetación subtropical.
El primero de los tres lagos formados por el Jordán fue el lago Huleh (Bahret el-Hûleh), llamado Lago Semechonitis por Josefo hasta que el gobierno de Israel lo drenó y convirtió su lecho en suelo agrícola fértil a través del cual fluye el Jordán. El lago Huleh estaba a unos dos metros sobre el nivel del mar, tenía unos cinco kilómetros de largo y tres kilómetros de ancho en su parte norte, y su profundidad variaba de tres a cinco metros.
Después de abandonar el lago Huleh, el Jordán fluye por unos tres kilómetros hasta llegar al ‘Puente de las Hijas de Jacob’ (Jisr Banat Ya‘qub). Luego, el río atraviesa un estrecho y empinado desfiladero de basalto, que forma muchos saltos y rápidos, y desciende unos 183 metros en los siguientes once kilómetros. Al salir de este desfiladero, ingresa a una pequeña llanura durante el último kilómetro y medio por el que fluye mansamente antes de ingresar al Mar de Galilea. En la distancia de aproximadamente dieciséis kilómetros entre los dos lagos, el nivel del río baja de dos metros sobre el nivel del mar a aproximadamente doscientos doce metros bajo el nivel del mar.
El Mar de Galilea se llama Mar de Cineret en el Antiguo Testamento (Jos. 12: 3; 13: 27), en honor a una ciudad llamada Cineret, cerca de su costa noroeste. El lago tiene aproximadamente veintiún kilómetros de largo y un ancho máximo de aproximadamente trece kilómetros cerca de su centro. Su profundidad máxima es de cuarenta y seis metros. No solo el Jordán alimenta el lago, sino también varios arroyos menores que ingresan en la costa noreste y oeste, así como muchas fuentes subacuáticas frías y calientes. El lago siempre ha contenido una gran cantidad de peces.
El Jordán deja el Mar de Galilea en su extremo suroeste y se convierte en uno de los ríos más sinuosos del mundo, serpenteando hacia el sur con numerosos meandros. Debido a sus muchas vueltas, el río recorre trescientos veintiún kilómetros para cubrir la distancia que en línea recta tiene menos de ciento cinco kilómetros entre el Mar de Galilea y el Mar Muerto. Varios afluentes aumentan el volumen de agua del río. Los del oeste son insignificantes, pero el Yarmuk y el Jaboc, de Transjordania, son famosos.
En su curso desde el Mar de Galilea, el Jordán desciende otros 184 metros hasta alcanzar el nivel del Mar Muerto, a 396 metros bajo el nivel del mar, el lugar más bajo en la superficie de la tierra. El descenso promedio del río es, por lo tanto, un poco más de medio metro por cada kilómetro de su sinuoso cauce. Su flujo es rápido, causando muchos remolinos y rápidos.
El amplio valle del río, que tiene entre cinco y diecinueve kilómetros de ancho, se llama en árabe el-Ghor, ‘la tierra baja’. Dentro del valle hay otra depresión bordeada por extrañas colinas grises de marga de unos treinta metros de altura llamadas qattarahs, en las que no crece nada. La depresión inferior, en la que fluye el río, se llama Zor, ‘matorral’, un nombre apropiado ya que en muchos lugares tiene una densa vegetación similar a la selva. En la antigüedad era un refugio para animales salvajes (Jer. 49: 19). El río mismo tiene entre veintisiete y treinta metros de ancho, y de uno a tres metros de profundidad.
Los pasajes bíblicos que se refieren al Jordán tratan principalmente de la parte del río comprendida entre el Mar de Galilea y el Mar Muerto. Como no había puentes que cruzaran el Jordán antes de la ocupación romana, se lo cruzaba en algún vado o en bote. En la parte superior, al norte de la desembocadura del Jaboc, hay varios vados que permiten cruzarlo fácilmente; pero en la sección sur la corriente del Jordán es rápida. Muchas personas han perdido la vida al intentar cruzarlo en esta sección. Los israelitas cruzaron el Jordán al este de la ciudad de Jericó, donde un milagro les permitió pasar a pie (Jos. 3: 1-17; 4: 1-24; Sal. 114: 3, 5). El relato bíblico deja en claro que lo hicieron en la primavera, cuando el Jordán estaba desbordado por el agua de la nieve derretida del monte Hermón. Cuando los sacerdotes entraron al agua, el río detuvo su flujo a la altura de la ciudad de Adam, actualmente Tell ed-Dâmiyeh, a treinta y cinco kilómetros al norte del Mar Muerto, y el agua al sur de Adam se escurrió hacia el Mar Muerto dejando seco un extenso tramo del lecho del río (Jos. 3: 14-17; 4: 15, 16).
Jacob y su familia cruzaron el Jordán probablemente en algún lugar cerca de la desembocadura del Jaboc (Gén. 33: 17, 18). Los madianitas, perseguidos por Gedeón y sus fuerzas, parecen haberlo vadeado al norte del Jaboc, cerca de Sucot (Jue. 7: 24; 8: 4, 5). David, cuando huía de Absalón con un grupo de seguidores leales, cruzó el Jordán probablemente en algún lugar cerca de Jericó, y este cruce, tal vez en bote, parece haberles llevado toda la noche (2 Sam. 17: 22). Además, las Escrituras informan el cruce de Absalón y sus fuerzas, así como el de David a su regreso a Jerusalén (2 Sam. 17: 24; 19: 15-18, 39). Dos veces se produjo un milagro que permitió cruzar el río en seco en tiempos de Elías y Eliseo: primero para permitir que los dos profetas cruzaran el río y luego para que Eliseo volviera a cruzarlo (2 Rey. 2: 5-8, 13-15). El río Jordán se relaciona una vez más con la vida de Eliseo cuando le indicó a Naamán, el oficial sirio, que se lavara siete veces en ese río para ser sanado de su lepra (2 Rey. 5: 10, 14). Juan bautizó a Jesucristo en este río (Mat. 3: 13-16; cf. Juan 3: 23).