El rey Ezequías (715-686 a. C.) sucedió a su padre Acaz en el trono del Reino del Sur, Judá, a la edad de veinticinco años como el decimocuarto rey de Judá y gobernó veintinueve años (2 Rey. 18: 2; 2 Crón. 29: 1). Su madre fue Abi, hija de Zacarías. El nombre teofórico de Ezequías se basa en la raíz hebrea ḥzq, ‘ser fuerte’, por lo que el nombre podría haber significado ‘Yahweh (es) mi fuerza’ o ‘Yahweh es fuerte’.
Una gran cantidad de registros bíblicos describen a Ezequías como un hombre sumamente religioso e iniciador de reformas religiosas (2 Rey. 18–20; 2 Crón. 29–32; Isa. 36–39). Aún más, de él se afirma que «entre todos los reyes de Judá no hubo otro como él, antes ni después» (2 Rey. 18: 5; ver también 2 Crón. 29: 2). Lo mismo se dice sobre el rey Josías de Judá (2 Rey. 23: 25). Es una expresión idiomática que indica el carácter superlativo del rey; pero no debe tomarse literalmente. Sin embargo, en cierto momento Ezequías actuó de manera contraria a la actitud piadosa que lo caracterizaba (2 Crón. 32: 25). Ezequías estuvo involucrado en asuntos internacionales críticos con el rey asirio Senaquerib durante sus dos invasiones de Judá en algún momento después de 705 a. C. y en 701 a. C. Se enfermó de muerte pero se recuperó, probablemente después de la primera invasión de Senaquerib. Dios le concedió quince años adicionales de vida gobernando sobre Judá (2 Rey. 20). Ezequías también inició importantes proyectos de construcción (2 Rey. 20: 20; 2 Crón. 32: 30; Isa. 22: 9-11). Además, las numerosas fuentes extra bíblicas brindan información sustancial sobre las actividades políticas y la vida personal de Ezequías.
En el momento en que Ezequías sucedió a Acaz en el trono, Judá era vasallo de Asiria. En sus intentos por complacer a Asiria, Acaz ni siquiera rehuyó modificar la religión de Judá (2 Rey. 16: 10-18), e incluso detuvo los servicios en el Templo de Jerusalén y lo cerró (2 Crón. 28: 24).
Varios años después de llegar al trono, Ezequías inició las reformas religiosas que eliminaron los elementos paganos que había introducido su padre. Quitó los lugares altos, demolió los símbolos religiosos cananeos y destruyó a Nehustán, la serpiente de bronce hecha por Moisés en el desierto, debido a su mal uso (2 Rey. 18: 4). Ezequías también ordenó la purificación y restauración del Templo de Jerusalén y el culto (2 Crón. 29: 3-36). La celebración de las fiestas religiosas olvidadas, como la Pascua (2 Crón. 30: 1-27), y la reorganización del sacerdocio (2 Crón. 31: 2-19) dieron un fuerte impulso a sus reformas. El impacto de las reformas de Ezequías fue evidente incluso entre el remanente del destruido Reino del Norte, ya que también fueron invitados a celebrar la Pascua en Jerusalén (2 Crón. 30: 1-11).
Tanto los registros bíblicos como los extra bíblicos testifican de la sublevación de Ezequías contra Asiria durante el reinado de Sargón II. Entre los varios factores que pudieron haber llevado a Ezequías a una acción tan valiente contra el reino asirio, dos son cruciales. Primero, el rey asirio Sargón II murió en el campo de batalla en 705 a. C. En segundo lugar, su sucesor Senaquerib tuvo que lidiar con numerosas revueltas en todo el imperio después de que asumió el trono. La rebelión de Ezequías fue bien planeada y en el momento oportuno. Logró hacer una serie de alianzas con las ciudades de Ecrón y Ascalón. Lo más probable es que también tuviera pactos con Babilonia, Tiro y Egipto (2 Rey. 18: 21; 20: 12-15; Isa. 18: 1-2; 30: 2; 31: 1).
Ezequías también fortificó a Jerusalén y algunas de las otras ciudades de Judá. Sin embargo, después de que Senaquerib logró pacificar la parte oriental de su imperio, marchó hacia el oeste. Primero se ocupó de Tiro y Filistea, mientras el ejército egipcio estaba estacionado cerca de Elteque (una ciudad al norte de Jerusalén) para defender a Judá. Los anales asirios afirman que Senaquerib sitió y capturó cuarenta y seis ciudades de Judá y transportó a sus pobladores a partes remotas de su reino.
Los registros bíblicos también confirman que Ezequías pidió la paz a Senaquerib y le pagó una multa considerable (2 Rey. 18: 13-16). Judá perdió su independencia, pero Jerusalén no fue destruida ni capturada. El rey Ezequías volvió a ser vasallo de Asiria, pero mantuvo su trono. Los anales de Senaquerib registran una victoria total sobre Judá pero, en contraste con los relatos del Antiguo Testamento, no mencionan la matanza de 185.000 soldados asirios por el ángel de Dios (2 Rey. 19: 35; Isa. 37: 36; cf. 2 Crón. 32: 21). El Antiguo Testamento también informa que debido a disturbios políticos o militares Senaquerib se vio obligado a regresar a la capital de Asiria, Nínive (2 Rey. 19: 7; Isa. 37: 7), donde fue asesinado por dos de sus hijos (2 Rey. 19: 36-37; Isa. 37: 37-38; 2 Crón. 32: 21).
Los registros epigráficos de los textos cuneiformes de Siria, Palestina y Asiria contienen múltiples referencias al reinado de Ezequías. En primer lugar, se descubrieron en todo Judá más de mil setecientas vasijas con la inscripción lmlk, ‘perteneciente al rey’, estampada en el asa. Parecería que estas vasijas estaban relacionadas con los preparativos de Ezequías para la invasión (o invasiones) de los asirios, o señalan una época en la que las vasijas se usaban para transportar mercancías por todo Judá después de que Ezequías se rebelara contra Asiria. En cualquier caso, la amplia distribución de estas vasijas a fines del siglo VIII a. C. sugiere la existencia de un centro administrativo o militar bajo el mando del rey que gobernaba Judá. Ambos escenarios posibles están relacionados con el reinado de Ezequías.
Otro aspecto notable es el túnel de Ezequías que llevaba agua a Jerusalén desde el manantial de Gihón, en el Valle del Cedrón, hasta el estanque de Siloé dentro de las murallas de la ciudad (2 Rey. 20: 20; 2 Crón. 32: 30). Aunque algunos han cuestionado su antigüedad, el túnel sigue siendo aceptado por la mayoría de los eruditos bíblicos actuales como obra de Ezequías. En 1880 se descubrió una inscripción de seis líneas en hebreo clásico en la pared del túnel, que describe y celebra la fase final de la construcción del túnel, en la que dos equipos de trabajadores, que cavaban desde extremos opuestos, se encontraron en el medio. El túnel data del reinado de Ezequías y fue parte de los preparativos nacionales para defender la ciudad contra la invasión de Senaquerib.
Tercero, además de los registros bíblicos (2 Rey. 18: 13–19: 37; Isa. 36–37; 2 Crón. 32: 1-22), Heródoto (Hist. 2.141) y Josefo (Ant. 9.13; 10.1-3), los anales del propio Senaquerib (grandes cilindros en forma de barril o prismas, varias inscripciones talladas en toros de piedra y fragmentos de una carta al dios Assur), también contienen registros de la campaña contra Judá. Los dos relatos más importantes y completos se encuentran en el Prisma del Instituto Oriental y el Cilindro de Rassam. Ambos proporcionan detalles sobre la actividad militar de Senaquerib, incluyendo su invasión de Judá, después de la muerte de Sargón II. Los registros asirios coinciden en gran medida con el informe bíblico sobre el saqueo de cuarenta y seis ciudades fortificadas y afirman que Senaquerib sitió a Jerusalén confinando a ‘Ḫa-za-qi-a-ú KUR Ia-ú-da-aa’ (‘Ezequías, el judío’) en la capital «como un pájaro enjaulado».
Las reformas religiosas de Ezequías fueron anuladas durante el largo reinado de su hijo Manasés, pero su ejemplo de celo y fidelidad a Dios sentó las bases para el éxito de las reformas que más tarde realizó el rey Josías (2 Rey. 22–23).