La palabra hebrea ‘almah aparece sólo nueve veces en el Antiguo Testamento (Gén. 24: 43; Éxo. 2: 8; 1 Crón. 15: 20; Sal. 46, encabezado; 68: 25; Prov. 30: 19; Cant. 1: 3; 6: 8; Isa. 7: 14). Ninguna de ellas está en un contexto que permita determinar su significado con certeza. Tal incertidumbre ha llevado a diferencias de opinión sobre si ‘almah debería traducirse como ‘virgen’ o ‘mujer joven’. Se han hecho elaborados intentos para probar que significa exclusivamente una u otra cosa, pero hasta ahora la evidencia en cualquier dirección no ha sido plenamente convincente. Los lexicógrafos están de acuerdo en que ‘almah proviene de la raíz ‘alam, que significa ‘ser madura [sexualmente]’, y que la palabra ‘almah denota una ‘mujer joven’, lo que implica la capacidad de tener hijos. Tanto ‘almah como ‘elem, la forma masculina de la palabra, indican claramente madurez física, pero no hay evidencia suficiente para determinar si también implican virginidad o estado civil. Sin embargo, se puede notar que en Cantares 6: 8 y 9, las ‘vírgenes’ o ‘alamoth (plural de ‘almah) se clasifican con las ‘reinas’ y ‘concubinas’ en contraste con una joven ‘sin mancha’. Según el texto hebreo, es posible que la ‘almah de Isaías 7: 14 ya había concebido. Pero si, por el contrario, todavía hubiera sido virgen cuando Isaías pronunció esas palabras, nos confrontaríamos con otro nacimiento milagroso similar al de Jesús, lo que crearía un profundo problema teológico.
El término hebreo específico para la virginidad es bethulah, que significa estrictamente ‘virgen’ y nada más, en las cincuenta veces que aparece en el Antiguo Testamento. En el uso bíblico, una bethulah era, por definición, una mujer casadera, joven o de más edad (aunque probablemente joven) que había permanecido separada de los hombres. Ni una sola vez se emplea la palabra ‘almah con referencia a la virginidad como se usa bethulah y sus formas derivadas. Bethulah no tiene un equivalente masculino afín, pero a menudo se combina con bachur, que significa ‘joven escogido’ o ‘joven excelente’. Bachur y bethulah representan los más altos ideales hebreos para el joven y la señorita, mientras que ‘elem y ‘almah denotan madurez física. Sin ninguna excepción, cuando el texto se refiere claramente a la integridad moral y la virginidad, se utilizan bachur y bethulah, nunca ‘elem y ‘almah.
Isaías habla de Dios regocijándose por su pueblo «como el joven se desposa con la virgen [bethulah]» (Isa. 62: 5). Es muy significativo que Sión, como un tipo del pueblo de Dios, una ‘virgen casta’, parthenos (2 Cor. 11: 2), se mencione en 2 Reyes 19: 21; Isaías 37: 22; 62: 5; Jeremías 14: 17; 31: 4; Lamentaciones 1: 15; y otros pasajes, como una bethulah, pero nunca como ‘almah. De hecho, la Escritura nunca habla del pueblo de Dios como ‘almah. Dios se sentirá satisfecho únicamente con una iglesia adecuadamente descrita como bethulah. Dios no se preocupa tanto por la edad como por el carácter. Isaías usa bethulah cinco veces en total (Isa. 23: 4, 12; 37: 22; 47: 1; 62: 5), y si hubiera querido que la ‘mujer joven’ de Isaías 7: 14 se entendiera como una ‘virgen’ en el sentido estricto de la palabra, lógicamente podría esperarse que usara bethulah también aquí. Sin embargo, al citar Isaías 7: 14, Mateo usa la palabra griega parthenos, que significa estrictamente ‘virgen’.
El contexto de Isaías 7: 14, junto con las palabras traducidas como ‘señal’ y ‘virgen’, asegura que la predicción aquí hecha tuvo una aplicación inmediata dentro del marco de las circunstancias históricas descritas en el capítulo. La referencia de Mateo a esta profecía hace que sea igualmente cierto que esta predicción también se refiere al Mesías. Muchas profecías del Antiguo Testamento tienen una doble aplicación como ésta, primero al futuro inmediato y luego al futuro más lejano.
La narración de Isaías 7 no dice nada más en cuanto a la identidad de la ‘mujer joven’ a quien Isaías se refiere aquí. Sin embargo, en hebreo, se habla de ella como ‘la mujer joven’, lo que indica cierta mujer joven en particular. Sin embargo, no es seguro si ella estuvo presente en esa ocasión o si Acaz o incluso Isaías conocían su identidad en ese momento (cf. Amós 5: 19, donde ‘un león’ en hebreo dice ‘el león’, es decir, el león particular que perseguía al hombre que huía). Basándose en el silencio de Isaías 7 con respecto a la identidad de la ‘mujer joven’ a la que se hace referencia en el versículo 14, algunos sugieren que la predicción se cumplió en una persona desconocida para nosotros pero bien conocida por Acaz e Isaías. Creyendo que la ‘señal’ predicha debía ser milagrosa y que la palabra ‘almah significa estrictamente ‘virgen’ y no solo ‘mujer joven’, algunos han sugerido que el cumplimiento literal de la predicción en los días de Isaías requería que la madre del niño prometido haya sido, como María, virgen en el sentido estricto del término. No hay duda de que Dios podría haberlo hecho si así lo hubiera deseado. Pero un niño así, como Cristo, habría representado la unión de las naturalezas divina y humana, y así privaría a Cristo de su condición única de ser el Hijo de Dios, divino-humano.
Dado que Acaz era un joven de veintiún años en ese momento (2 Rey. 16: 1, 2), otros han sugerido que esta ‘mujer joven’ puede haber sido su esposa o alguna otra joven del séquito real. La mejor solución parece ser un doble cumplimiento de esta profecía. En la época de Isaías, ‘la virgen’ se refiere a su propia esposa, ‘la profetisa’ mencionada en Isaías 8: 3, quien pudo haberlo acompañado en su misión para encontrarse con el rey Acaz. El hecho de que el ministerio profético de Isaías continuó durante medio siglo o más después de este incidente, que ocurrió al principio de su ministerio (cf. Isa. 1: 1; 6: 1), asegura que él mismo era entonces un hombre joven, y que en ese momento su esposa podía haber sido considerada ‘la mujer joven’. Los paralelos entre Isaías 7: 14 al 17 y 8: 3 y 4 indican que el nacimiento del hijo de Isaías, Maher-salal-hasbaz, fue el cumplimiento local de la señal de Emanuel.
«La virgen (‘almah) concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel… porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada… el rey de Asiria». (Isa. 7: 14-17)
«Me llegué a la profetisa, la cual concibió y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: “Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. Porque antes que el niño sepa decir ‘padre mío’ y ‘madre mía’, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria”». (Isa. 8: 3-4)
Este cumplimiento local fue un tipo del cumplimiento mesiánico final en el divino Hijo, Emanuel, en Mateo 1: 21.