Daniel Kwame Bediako, PhD
Universidad Valley View, Ghana
Introducción
Una de las enseñanzas fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es el Gran Conflicto, un conflicto entre el bien y el mal.1 Un resumen de esta doctrina es el siguiente:
Toda la humanidad está ahora involucrada en un gran conflicto entre Cristo y Satanás en cuanto al carácter de Dios, su ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el cielo cuando un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y condujo a la rebelión a una parte de los ángeles. Introdujo el espíritu de rebelión en este mundo cuando llevó a Adán y Eva al pecado. Este pecado humano resultó en la distorsión de la imagen de Dios en la humanidad, el desorden del mundo creado, y su devastación eventual en el tiempo del diluvio universal.
Observado por toda la creación, este mundo se convirtió en el escenario del conflicto universal, del cual el Dios de amor será finalmente vindicado. Para asistir a su pueblo en este conflicto, Cristo envía al Espíritu Santo y a los ángeles leales para guiarlos, protegerlos y sostenerlos en el camino de la salvación (Apoc. 12:4-9; Isa. 14:12-14; Eze. 28:12-18; Gén. 3; Rom. 1:19-32; 5:12-21; 8:19-22; Gén. 6–8; 2 Ped. 3:6; 1 Cor. 4:9; Heb. 1:14).2
Los textos bíblicos clave que usualmente se citan para apoyar esta doctrina, como puede verse arriba, no incluyen ningún texto del libro de Job.3 Este libro ha sido comúnmente considerado una obra maestra sobre la teodicea. El caso de Job es un ejemplo del cual la mayoría de los cristianos devotos obtienen inspiración cuando atraviesan sufrimiento.4 El valor didáctico del libro—la paciencia en medio del sufrimiento o persecución—no puede sobreestimarse. Pero, ¿acaso este libro solo enseña cómo soportar el sufrimiento religioso? En este breve estudio, se sugiere que, más que indicar cómo debe entenderse la participación de Dios en la existencia del mal, el libro de Job representa o da testimonio de una realidad cósmica, conocida entre los adventistas del séptimo día como el “gran conflicto”.5 Leído de esta manera, el libro puede considerarse como una base bíblica para entender el conflicto entre el bien y el mal.
Aunque encontramos el tema del gran conflicto a lo largo del libro de Job, el enfoque del presente estudio es el primer capítulo del libro. Este primer capítulo revela a los protagonistas del conflicto, las cuestiones involucradas y el escenario del conflicto.
Debido a que la discusión se concentra en el capítulo 1, no se aborda la trayectoria completa y la resolución del conflicto, que culmina en el capítulo 42. No obstante esta delimitación, se espera que el estudio logre presentar la plataforma básica del tema del gran conflicto en el libro.
Protagonistas del conflicto
Job 1:6-12 presenta un conflicto entre dos partes opuestas. Jirí Moskala lo expresa de esta manera:
Desde el principio mismo de este libro bíblico, Dios es presentado como Aquel que está apasionada y completamente del lado de Job. Él está de su parte. Sin embargo, Satanás no comparte el afecto amoroso de Dios por Job; no le agrada. En realidad, se esfuerza intensamente por demostrar que Dios está equivocado. ¡No se postra ante Dios ni aplaude su decisión! Por el contrario, con tal de ganar su caso, involucra a Job en su agudo argumento contra Dios, y sus malas artimañas llegan hasta la raíz misma de su disputa con Él.6
Los protagonistas clave de este conflicto son Dios y Satanás.7 En Job 1, se utilizan siete veces los términos ‘Dios’ (Elohim) y diez veces ‘Señor’ (Yahvé). Dios es soberano y tiene un gobierno que es democrático más que autocrático (v. 6).8 La preocupación de Job es una adoración perfecta a Dios (vv. 4-5). El hecho de que Job es completamente capaz de obedecer la voluntad de Dios (vv. 1, 8) implica que Dios es justo en su trato con sus súbditos. También observamos que el carácter justo e íntegro de Job, tal como lo atestigua Dios, es un reflejo del propio carácter divino (1:1, 8; 2:3). Siendo un Dios justo y amoroso, Él se gloría en sus siervos fieles, cuyo interés sincero es conocer su voluntad y hacerla (v. 8). Es un Dios que acepta la adoración y requiere obediencia a su voluntad como actos puros de amor, en reconocimiento de su carácter de Creador, su soberanía y su benevolencia. Por esta razón, confía en que Job lo adora por lo que Él es (v. 12). Como Dios misericordioso y amoroso, no impone su voluntad, sino que permite lo que su “acusador” considere un proceso justo para que ambas partes puedan defender sus causas en el conflicto en curso (v. 12; 2:3b).9 En este contexto, Dios puede permitir que el desastre, el dolor y el sufrimiento afecten a sus siervos fieles como parte del conflicto (vv. 12-22; 2:7-13).10 Sin embargo, como se ve más adelante en el libro, la victoria está asegurada para estos siervos fieles del Señor (42:7-17). Por implicación, Dios es vindicado en este conflicto cuando sus siervos, como Job, permanecen leales a Él (1:20-21; 2:10).11
Satanás significa “adversario”12. En el libro de Job, el término “Satanás” se refiere a un individuo específico que se enfrenta a Dios y cuestiona la integridad de su gobierno o su trato con sus súbditos (Job 1:9-11).13 Satanás está entre los “hijos de Dios” que se presentan ante el Señor (1:6).14 Esto significa que fue creado por Dios, aunque en un momento dado parece haber buscado autonomía al rebelarse contra su Creador, iniciando así el conflicto (cf. Isa. 14; Eze. 28). El uso de la partícula hebrea gam (“también”), así como las operaciones autónomas y no reguladas de Satanás sobre la “tierra” (en contraste con el “cielo”), implican que es un “hijo” que ha aspirado a ser autosuficiente e independiente de su Padre. Así, mediante la rebelión, Satanás se convirtió en un tipo diferente de “hijo”, y su Padre, siendo justo y democrático, le concedió tal autonomía para que su carácter se manifestara plenamente ante toda la creación, la cual llegaría a apreciar por completo el amor y la justicia de Dios cuando el conflicto llegara a su fin.
Satanás encarna el orgullo (cf. Isa. 14:12-14; Eze. 28:12-18). Desde esa actitud altiva acusa a Dios de injusticia. Cuestiona el fundamento del trato de Dios con sus criaturas. Insinúa que Dios no es quien Job cree que es, y que su ley solo puede ser obedecida por aquellos a quienes Él favorece, sobre quienes coloca injustamente un “cerco” protector con el fin de atraer su lealtad y adoración (Job 1:9). Para probar su punto, Satanás desafía a Dios a quitar las bendiciones que ha concedido a Job, las cuales, según él, han inducido a Job a adorarlo y servirle (v. 11). Satanás está convencido de que, cuando Job pierda las bendiciones de Dios, no hará más que “maldecir” a Dios, confirmando así su afirmación de que Dios no puede ser adorado puramente por lo que Él es. Sin embargo, confiando en la autenticidad de la lealtad y adoración de Job, Dios permite que Satanás le arrebate sus bendiciones de una forma que parece como si fuera Dios mismo quien le quitara lo que antes le había dado, ya sea injustamente o como castigo por algún pecado (1:13-21). No obstante, vemos en la reacción de Job en 1:21-22 (y también en 2:10) que la acusación de Satanás contra Dios carece por completo de fundamento. En base a esto, puede afirmarse que Satanás está destinado a perder la batalla (1:9-11, 22; 2:1-10).
Las cuestiones involucradas en el conflicto
Como ya se ha observado, existe un conflicto entre Dios y Satanás en el que este último actúa como acusador del primero. Una lectura atenta de las interacciones entre Dios y Satanás revela que las cuestiones involucradas en la controversia son:
(a) el carácter de Dios (es decir, tal como se expresa en su ley), y
(b) la adoración (es decir, si Dios merece ser adorado y si puede ser adorado con sinceridad de corazón).
La ley de Dios es el “trasunto de su carácter”,15 de modo que cuando se cuestiona la justicia de la ley, también se está cuestionando el carácter de Dios. La siguiente observación es muy acertada:
El pecado de Satanás —que se manifestó como una búsqueda de independencia y autonomía— representaba un deseo de liberarse de las ‘restricciones’ de Dios y de su ley. Así, al negarse a someterse a la autoridad de la ley divina, Satanás mostró que quería vivir bajo un conjunto diferente de condiciones. Esta rebelión también implicaría que el sistema de leyes del cielo no era ideal, que algo andaba, de hecho, mal con él. Pero como la ley de Dios es un reflejo de su carácter, un defecto en la ley equivaldría a un defecto en el carácter de Dios. En resumen, la rebelión de Satanás era tanto contra Dios mismo como contra cualquier otra cosa.16
En Job 1:1, Job es presentado como un hombre fiel cuya preocupación es la obediencia a la ley de Dios. En el versículo 8, Dios mismo da testimonio de la fidelidad de Job. Es alguien que guarda perfectamente la ley de Dios: es íntegro (tam), recto (yashar), temeroso de Dios (yere’ ’Elohim) y apartado del mal (ra’). Los términos usados en el versículo 8 para describir a Job reflejan una adhesión fiel a la voluntad divina. El pecado es quebrantar la ley de Dios, menospreciarlo o acusarlo de injusticia (vv. 5, 22). Job no cometería ninguna de estas faltas. Siendo un hombre justo, se preocupa por la ley de Dios, ya que el pecado consiste en quebrantar esa ley (v. 5). En Satanás encontramos orgullo e irrespeto hacia Dios y su ley. Él cuestiona el carácter de Dios insinuando que Job solo puede obedecer porque ha sido favorecido con abundantes bendiciones materiales (vv. 9-11). Así, sostiene que Job no podría ser leal a Dios sin el “cerco” protector que lo rodea.17 Sin embargo, esta afirmación se desinfla porque Job es capaz de obedecer alegremente a Dios y permanecer leal a Él incluso en las circunstancias más adversas. Esto indica que, contrariamente a las afirmaciones de Satanás, Dios es justo en su trato con sus criaturas. Dios es amor y misericordia, y Job reconoce plenamente esta realidad (vv. 20-22; 2:10).
Cuestionar la ley de Dios, que es la base de su gobierno, implica cuestionar su soberanía. Satanás desafía la soberanía de Dios al buscar autonomía de Él (1:9-11). La segunda cuestión clave en el conflicto, a saber, la adoración, se desprende directamente de la soberanía de Dios y de la gracia contenida en su ley. Como Satanás socava la justicia de la ley de Dios y su relación con Job, afirma que Dios no es digno de ser alabado o adorado por su propio mérito. Aunque Satanás alega que Job no adoraría a Dios «de balde» (cf. 1:9; 2:3; 9:17; 22:6),18 la vida de Job demuestra que puede existir fe religiosa sincera sin recibir favores especiales de Dios. Job mantiene una comunión perfecta con Dios a través de sacrificios regulares en nombre de su familia (vv. 4-5). En el contexto del libro, los “holocaustos” (‘oloth) no solo expresan devoción y comunión con el Señor, sino que también expían pecados involuntarios (1:5; 42:8). La preocupación de Job por la adoración se resalta aún más por el hecho de que regularmente “santifica” a sus hijos antes de ofrecer sacrificios por ellos (1:5). La implicación es que a Job le interesa una adoración genuina más que un ritualismo formal. Job entiende que es pecado culpar a Dios incluso cuando la vida se vuelve insoportable (1:22). Que él se abstenga de blasfemar y adore al Señor y bendiga su nombre a pesar de una serie de calamidades (1:20-22; 2:10), entre otras cosas, justifica el testimonio del Señor acerca de Job (1:8; 2:3). Job no adoraría a Dios simplemente porque lo prospera, sino porque Él es Dios y merece su adoración.19 Esto, a su vez, revela que para Job, Dios es verdaderamente justo y su ley, perfecta.
El escenario del conflicto
El conflicto entre Dios y Satanás no se originó a causa de Job. Este conflicto parece haber existido antes de que Job fuera introducido en la escena. Por ejemplo, la declaración de que Satanás “también” (gam) se presentó ante el Señor, así como la propia respuesta de Satanás de que había estado recorriendo la tierra (v. 7), sugiere que ya se había rebelado contra el Señor. Si esto es así, el conflicto pudo haberse iniciado en el cielo y que en Job 1 simplemente se está extendiendo a la humanidad, como lo ejemplifica el justo Job.20 Por tanto, el libro de Job registra la transferencia del gran conflicto del cielo a la tierra, así como un anticipo de su resolución (cf. Gén. 3; Isa. 14; Eze. 28; Apoc. 12).
La tierra, particularmente el ser humano, es el escenario del conflicto. Job es un personaje humano literal que vivió en Uz, con siete hijos y tres hijas (1:1). Fue ricamente bendecido por Dios y llegó a ser «el hombre más grande de todos los orientales» (1:2-3). Satanás también es presentado como alguien cuyo ámbito de operaciones es la tierra (v. 7). Dado que se trata de figuras reales, la controversia también debe considerarse real. Si la tierra es el escenario del conflicto, entonces todos los seres humanos están involucrados en él. Satanás merodea por la tierra, buscando ganar humanos a su causa (v. 7; cf. 1 Ped. 5:8).
En el libro de Job, este se convierte en el centro de la controversia, ya que tanto Dios como Satanás debaten sobre la sinceridad de su lealtad hacia Dios. Obsérvese la siguiente observación respecto al carácter de Job:
Después de mencionar el lugar de origen de Job y su nombre, el autor lo describe como el epítome del carácter piadoso: era intachable y recto; temía a Dios y se apartaba del mal (1:1). “Intachable” implica que era un hombre de integridad; “recto” implica que era completamente justo y honesto en su conducta; que “temía a Dios” significa que estaba comprometido a obedecer la voluntad de Dios por encima de todo; y el hecho de que “se apartaba del mal” demuestra que se esforzaba por evitar todo lo que pudiera desagradar a Dios. Dios repite dos veces esta descripción del carácter ejemplar de Job (1:8; 2:3), mostrando que lo considera como el ‘mejor representante de su propósito para la humanidad sobre la tierra’.21
Como Adán y Eva en el Edén, Job es perfecto e intachable.22 Pero a diferencia de los primeros padres, Job no cede ante las tentaciones de Satanás. Dios confía en la integridad de la obediencia y adoración de Job. Satanás no está de acuerdo y argumenta que Dios simplemente asegura las alabanzas y la obediencia de Job por medios injustos —se ha puesto un cerco protector alrededor de Job (vv. 8-12). Luego reta a Dios a retirar ese cerco, pensando que si se le quitan las bendiciones, Job maldecirá a Dios, justificando así las acusaciones y afirmaciones de Satanás. Pero Dios confía en que Job no le fallará (v. 12). Encontramos, en las interacciones entre Dios y Satanás, que en el conflicto los seres humanos se han convertido en el punto de disputa, donde cada parte necesita la lealtad humana para demostrar la validez de su causa. El concilio celestial de Dios con sus hijos proporciona, por lo tanto, el contexto cósmico en el cual se debe entender el sufrimiento que sobreviene a Job. Sin embargo, la respuesta de Job es de completa lealtad al Señor. Él justifica las afirmaciones del Señor (1:8) al adorarlo tanto en la abundancia (vv. 1-5) como en el sufrimiento (vv. 13-20; 2:10). Aun al recibir la noticia más terrible de la pérdida de sus bienes y de sus hijos, Job se postra y adora a su Creador:
Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rapó la cabeza, se postró en tierra y adoró. Y dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; ¡bendito sea el nombre de Jehová!” (Job 1:20-21 – RVR1995)
Estos versículos muestran que Job adoró al Señor no por sus bendiciones, sino por su condición de Creador y su soberanía. No pecaría, ni siquiera en medio de calamidades devastadoras (1:22; 2:10). Al final, triunfaría en el Señor sobre las tentaciones de Satanás y el Señor restauraría su gozo y prosperidad (42:8-17). A pesar del misterio que rodea su vida, de las calamidades que afligen a su familia y del sufrimiento físico que padece, Job sigue siendo un siervo fiel del Señor.23 Como se demuestra en la vida de Job, la humildad, el temor del Señor y la obediencia inquebrantable a su palabra son la clave para la victoria en este conflicto.
Resumen y conclusión
Como ha señalado un teólogo, el libro de Job es difícil de comprender:
La historia de Job es una de las más conocidas de toda la Biblia y, sin embargo, curiosamente, una de las menos entendidas. Ningún otro libro de las Escrituras está tan envuelto en misterio como esta antigua historia. Como dijo Winston Churchill sobre la Unión Soviética, Job es «un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma». Enredado y desconcertante, sus páginas están cubiertas por las profundas e inquietantes cuestiones de la vida. Profundamente provocador para la mente humana, Job es un viaje por los inescrutables caminos de Dios.24
Sin embargo, el libro adquiere mayor sentido para el creyente cuando se lo lee en el contexto del conflicto entre el bien (Dios) y el mal (Satanás). Este gran conflicto es una enseñanza central de las Escrituras. Esta doctrina subyace al texto bíblico y da sentido a las experiencias personales del cristiano. El libro de Job presenta este conflicto como uno que se originó en el cielo y que fue transferido a los seres humanos en la tierra, especialmente representados por el “intachable” Job. A diferencia de Adán, Job es alguien que no cedería ante la tentación de Satanás, ese “antiguo dragón” (cf. Apoc. 12:9; Gén. 3:1).
Job 1 describe un conflicto entre Dios y Satanás en el cual Satanás cuestiona la integridad de la relación entre Dios y su fiel siervo Job. Tal como se desarrolla en este capítulo, los temas involucrados en el conflicto incluyen la ley de Dios y la adoración. Satanás es un ‘hijo de Dios’ desafiante que ha buscado autonomía a través de la rebelión contra su ley, su gobierno y su soberanía. Para él, la ley de Dios —el trasunto de su carácter— es injusta y solo puede ser obedecida por aquellos a quienes Dios colma de bendiciones para atraerlos a su adoración. La pérdida y el dolor son los medios empleados por Satanás contra Job para demostrar su punto en contra de Dios. Sin embargo, Dios confía en la autenticidad de la justicia de Job, y Job demuestra su sinceridad amando y sirviendo a Dios a pesar de toda calamidad. Job adora a Dios porque Él es Dios, no porque eso le beneficie personalmente. La lealtad inquebrantable de Job a Dios frente a las tentaciones destructivas de Satanás sirve para justificar la justicia de la ley divina y la integridad de la relación de Dios con sus criaturas, en contraste con las afirmaciones del Acusador. Para Job, Dios es digno de adoración tanto en la prosperidad como en la calamidad. A través de la vida de Job, el carácter de Dios y su dominio sobre sus criaturas quedan vindicados.
Al igual que Job, todo ser humano participa del gran conflicto que gira en torno a la ley de Dios y la adoración. Desde el principio de la historia humana (es decir, la protología de Gén. 1–3) hasta su consumación (es decir, la escatología de Apoc. 20), la tierra se ha convertido en el campo de batalla del gran conflicto entre las fuerzas del bien y del mal. El libro de Job proporciona no solo una rara visión de este conflicto cósmico y de los asuntos en juego, sino también un anticipo de su resolución (Job 1:6–2:10; 42:1-15). Los creyentes fieles que, como Job, sostienen la ley de Dios y la verdadera adoración, “verán a Dios”, sin importar los ataques, calamidades y sufrimientos que Satanás les inflija (19:25-27; cf. Apoc. 14:7-12). En este conflicto, Satanás está derrotado (Job 1:20-22; 2:10; Apoc. 12) y su destrucción, asegurada (Apoc. 20).
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1 Elena G. de White, El conflicto entre Cristo y sus ángeles y Satanás y sus ángeles (Battle Creek, MI: Review and Herald, 1858); eadem, Patriarcas y profetas (Washington, D.C.: Review and Herald, 1890), pp. 34-43; Asociación Ministerial de los Adventistas del Séptimo Día, El conflicto de los siglos. Lo que creen los adventistas del séptimo día: una exposición de las creencias fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, 2.ª ed. (Silver Spring, MD: Pacific Press, 2005), pp. 113-120; Frank B. Holbrook, “El gran conflicto”, en Manual de Teología Adventista del Séptimo Día (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), pp. 969-1009.
2 Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Manual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, 18.ª ed. (Silver Spring, MD: Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, 2010), p. 158.
3 Jirí Moskala, “El Dios de Job y nuestro adversario”, Journal of the Adventist Theological Society, 15/1 (primavera de 2004): 104-117, ofrece un estudio penetrante sobre los personajes de Dios y Satanás en el libro de Job. Véase también Gordon Christo, “La batalla entre Dios y Satanás en el libro de Job”, Journal of the Adventist Theological Society, 11/1-2 (2000): 282-286. No obstante, el enfoque de cada uno de estos trabajos difiere ligeramente del presente estudio.
4 Sobre el tema del sufrimiento en el libro de Job, véase por ejemplo: Daniel E. Fleming, “Job: el relato de la fe paciente y el dilema de Dios”, Vetus Testamentum 44.4 (1994): 468-482; Donald A. Carson, “Job: misterio y fe”, Southern Baptist Journal of Theology, 4.2 (2000): 38-55; Roland K. Harrison, “El problema del sufrimiento y el libro de Job”, The Evangelical Quarterly 25.1 (1953): 18-27; K.T. Thompson, “Desde el torbellino: el sentido de alienación en el libro de Job”, Interpretation 14 (1960): 51-63; Larry J. Waters, “Reflexiones sobre el sufrimiento en el libro de Job”, Bibliotheca Sacra, 154/616 (oct.–dic. 1997): 436-451; ídem, “Reflexiones sobre el sufrimiento en el libro de Job”, Bibliotheca Sacra, 156/621 (1999): 443-451; ídem, “La teología de Eliú y su visión del sufrimiento”, Bibliotheca Sacra, 156/622 (1999): 143-159; R. J. Williams, “La teodicea en el antiguo Cercano Oriente”, Catholic Journal of Theology, 2 (1956): 14-26; J. C. L. Gibson, “El libro de Job y el cuidado de las almas”, Scottish Journal of Theology, 42 (1989): 303.
5 Para el entendimiento adventista de esta doctrina, véase El conflicto de los siglos. Lo que creen los adventistas del séptimo día, pp. 113-120; Holbrook, pp. 969-1009.
6 Moskala, p. 105.
7 Hay una diferencia radical de carácter entre Dios y Satanás. Mientras Dios es positivo y benevolente en actitud, Satanás es negativo y destructivo. El ámbito de Dios abarca tanto el cielo como la tierra, mientras que el de Satanás es la tierra. Satanás acusa, pero Dios afirma.
8 La accesibilidad de Dios por parte de los “hijos de Dios” y la libertad que se les concede para debatir con Él subrayan la naturaleza democrática de su gobierno (Job 1:6-11).
9 Esto es prueba suficiente de la justicia de Dios. Aunque pudo haber destruido a Satanás en el momento de su rebelión, el Señor, en su justicia y misericordia, permitió un proceso en el que la verdad, y no la fuerza, prevalecería finalmente sobre el error. Al permitir tal proceso, toda la creación estaría en posición de afirmar y apreciar el carácter de Dios.
10 El sufrimiento de Job ha sido entendido mayormente solo a nivel personal, y las preguntas que surgen de su sufrimiento no han recibido una respuesta plena. Como se sugiere aquí, el sufrimiento de Job y las preguntas que plantea deben entenderse en el contexto del gran conflicto. Los siervos de Dios pueden sufrir no por pecados ocultos, sino como resultado de la lucha entre el bien y el mal. Igualmente, Dios no es responsable ni se complace en el sufrimiento humano. Sin embargo, puede permitir pruebas y tentaciones como componentes “legítimos” y necesarios del conflicto. Desde la caída de Adán y Eva, el gran conflicto no puede disociarse del sufrimiento humano en general. En el caso de Job, Dios puede vindicarse a sí mismo y a Job frente a la acusación de Satanás al permitir primero que este le inflija sufrimiento.
11 Véase también Elmer B. Smick, “Job”, en Comentario Bíblico Expositivo con la Nueva Versión Internacional, editado por Frank E. Gaebelein (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1988), vol. 4, p. 880, quien observa que “el ataque es contra Dios a través de Job, y la única forma de probar que el Acusador está equivocado es mediante Job”.
12 La palabra “satanás” significa “adversario” y puede referirse a una persona humana (1 Sam. 29:4; 2 Sam. 19:23; 1 Rey. 5:18; 11:25) o a una persona sobrenatural que, desde el punto de vista de Dios, puede ser buena (Núm. 22:22, 32) o mala (1 Crón. 21:1; Job 1–2; Zac. 3:1-2). Por ser adversario de Dios, este satanás sobrenatural y maligno es “el acusador del pueblo de Dios” (Zac. 3:1-2; Apoc. 12:10).
13 Solo en Job 1 la palabra “satanás” aparece siete veces. Aunque a menudo se argumenta que “satanás” en el libro de Job es un título y no un nombre propio (por ejemplo, Stephen M. Hooks, “Job”, en The College Press NIV Commentary [Joplin, MS: College Press, 2006], p. 63), la figura representada por el término satanás en este libro es claramente un individuo sobrenatural específico. Cf. M. Tate, “Satanás en el Antiguo Testamento”, Review and Expositor 89 (1992): 461-475
14 Los “hijos de Dios” en el libro de Job probablemente se refieren a ángeles en el cielo. Hay un contraste entre estos “hijos” angélicos y los “siervos” humanos, como Job. En este consejo celestial, Satanás parece ser un intruso cuya misión es oponerse a Dios y a su relación con sus siervos. Cf. James Burton y Thelma B. Coffman, El libro de Job (Abilene, TX: Abilene Christian University Press, 1993), pp. 13-17.
15 Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 52: «La ley de Dios es tan sagrada como Él mismo. Es una revelación de su voluntad, una transcripción de su carácter, la expresión del amor y la sabiduría divinos. La armonía de la creación depende de la perfecta conformidad de todos los seres, de todo lo creado, animado e inanimado, a la ley del Creador».
16 “Creciendo en Cristo”, Guía de Estudio de la Biblia de la Escuela Sabática para Adultos, 4.º trimestre (2012), p. 7.
17 Según Moskala, p. 107, Satanás aquí «afirma que nadie sirve a Dios desinteresadamente porque, según él, eso es imposible. Declara que Dios está rodeado solo de hipócritas aduladores que confiesan su amor al Señor, pero que en realidad lo sirven solo porque Él los bendice». Véase también Smick, p. 880.
18 En sus acusaciones, Satanás sugiere que la motivación de Job para adorar y practicar la justicia era un “engrandecimiento centrado en sí mismo (Job 1:9-11)” (Roy B. Zuck, “Una teología de los libros sapienciales y el Cantar de los Cantares”, en Una teología bíblica del Antiguo Testamento, editado por Roy B. Zuck [Chicago: Moody, 1991], p. 219). En otras palabras, la tesis de Satanás es que «todo interés religioso se basa en el interés propio o, peor aún, en un compromiso mercenario» (D. A. Carson, ¿Hasta cuándo, Señor? Reflexiones sobre el sufrimiento y el mal [Grand Rapids: Baker, 1990], p. 160).
19 En otras partes, vemos que Satanás, al hacerse “dios” (cf. Isa. 14:12-14), busca ser adorado. Exigió adoración de Jesucristo: «Y le llevó el diablo a un monte alto, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos» (Luc. 4:5-7 – RVR1995).
20 El consejo de los “hijos de Dios” ha recibido interpretaciones diversas. Si, como se propone en este estudio, el propósito del primer capítulo del libro es introducir al lector en los eventos del gran conflicto, entonces el consejo debe entenderse como parte de la escenografía. En otras palabras, la reunión de Dios con los “hijos de Dios” no tiene que ser una reunión literal: sirve para comunicar que el terrible sufrimiento que Job está por padecer resulta de un conflicto ya existente entre Dios y Satanás, que ha sido trasladado a la humanidad. Como esta reunión es entre Dios y ángeles, y se menciona la “tierra” como algo distante, podemos concluir que el consejo tiene lugar en el cielo y no en la tierra. En cualquier caso, la referencia al consejo otorga al libro y a la experiencia de Job una dimensión cósmica.
21 Tewoldemedhin Habtu, “Job”, en Comentario Bíblico Africano, editado por Tokunboh Adeyemo (Nairobi, Kenia: WordAlive, 2006), p. 572.
22 Samuel E. Balentine, “Job”, en Comentario Bíblico Smyth y Helwys (Macon, GA: Smyth and Helwys, 2006), pp. 25-26, 41-43, ha señalado varios paralelos entre Job 1–2 y Génesis 1–3, permitiéndole observar que «el libro de Job funciona en cierto modo como una secuela del libro de Génesis» (p. 41), y que «al principio (vv. 1-5), el mundo de Job es una recapitulación aparentemente perfecta del Edén primitivo» (p. 26). Entre los paralelos se encuentran: (1) el contexto y lenguaje de la creación, (2) la ubicación de Adán y Job “en el oriente”, (3) la singularidad de Adán y Job, y (4) la idea de la tentación.
23 Comentando Job 1:20-22, Smick, p. 882, ha señalado que «en un sentido muy real, la declaración de confianza de Job en Dios llega tan lejos como él —o cualquier ser humano— puede llegar en la resolución de este misterio».
24 Steven J. Lawson, “Job”, en Comentario Bíblico del Antiguo Testamento Holman, ed. Max Anders (Nashville, TN: Holman, 2004), p. 1.