Dimensiones escatológicas del séptimo día sábado dentro del marco doctrinal adventista

Ángel Manuel Rodríguez

La escatología adventista asigna al mandamiento del sábado un importante papel escatológico poco antes del regreso de Cristo. Este particular énfasis escatológico plantea al menos una pregunta importante: ¿Sobre qué bases podemos asignar al sábado tal importancia escatológica? A continuación, expondremos algunas ideas que podrían ser útiles para dar respuesta a nuestra pregunta y que presuponen el conocimiento de la narración del querubín celestial caído (Isa. 14: 12-14; Eze. 28: 12-19) que cuestionó la integridad del carácter de Dios (p. ej., Gén. 3: 4-5; Job 1: 8-11) y pretendió ser como Dios al pretender ser un objeto legítimo de adoración (Isa. 14: 13-14; Mat. 4: 8-10).

El sábado y el amor de Dios

Aunque el sábado está redactado como ley, sorprendentemente atestigua la validez del evangelio eterno y nos exhorta y ordena recordarlo. El sábado es el único mandamiento del Decálogo que identifica claramente a Dios haciendo referencia a sus dos obras poderosas más significativas. He aquí la primera: «Acuérdate del sábado para santificarlo. […] porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día» (Éxo. 20: 8, 11). El sábado da testimonio de Dios como Creador. He aquí el segundo: «Acuérdate de que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová, tu Dios, te sacó de allá […] por lo cual Jehová, tu Dios, te ha mandado que guardes el sábado» (Deut. 5: 15, cursiva añadida). El sábado da testimonio de Dios como Redentor.1

¿Qué tienen en común la creación y la redención? Mucho, pero mencionaremos sólo algunos puntos en común. La creación y la redención fueron el resultado de la obra del Hijo de Dios (Juan 1: 1-3, 14; Rom. 3: 23-24), y por consiguiente requieren una interpretación cristológica de ambas (cf. Col. 1: 15-20). Son obra exclusiva de Dios a través de su Hijo, totalmente independiente de la actividad y productividad humanas.2 Ambas participan de lo que es una característica fundamental del evangelio: no es el resultado de obras humanas (Rom. 3: 20). La creación y la redención constituyen las dos manifestaciones más poderosas de la actividad divina que conocemos. La inmensidad del cosmos sugiere que su creación fue una magnífica demostración del poder divino. La participación personal y directa de Dios en la obra de redención a través de Cristo, que hace posible que cada ser humano sea restaurado a la comunión permanente con Dios, es de hecho una manifestación incomparable del poder de la gracia salvadora de Dios (Rom. 5: 20). Tal vez la similitud más importante entre la creación y la redención es que ambas son una manifestación del amor divino. La creación fue una expresión del amor divino antes de la rebelión de Lucifer (p. ej., Gén. 1: 31; 1 Juan 4: 8, 16) y la redención es la expresión más gloriosa del amor divino después de la caída (Juan 3: 16). La creación original mostró la sabiduría y el amor de Dios (Sal. 19: 1; 8: 3-6) y la obra redentora de Cristo es una magnífica revelación del amor divino abnegado (Juan 10: 17-18). El Dios que por amor creó todo nos dio el sábado para recordarnos que él es un Creador amoroso. El Dios que por amor y gracia nos redimió nos dio el sábado para recordarnos que la redención es un regalo de su amor y gracia. El sábado es un testimonio deslumbrante del amor de Dios como Creador y Redentor.

Así pues, no debe sorprendernos que, al final del conflicto cósmico, el sábado se convierta en objeto de ataque por parte de los poderes malignos que se oponen al evangelio de la salvación mediante la fe en Cristo (Apoc. 12: 4; 14: 8). Esto tratarán de conseguirlo mediante la marca de la bestia (véase el cuadro al final de este artículo[JI1]). En efecto, la intención del querubín caído es silenciar el testimonio del sábado sobre la creación como primer acto de amor divino en la historia del cosmos y del evangelio de salvación mediante el amor sacrificial de Cristo (Apoc. 14: 13; 13: 15). Pero el testimonio del sábado no sería silenciado.

El sábado y el carácter de Dios

El querubín protector caído parece creer que cambiar el mandamiento del sábado sería una manera eficaz de lograr sus malas intenciones. Desde el principio ha estado en conflicto abierto contra la voluntad de Dios (p. ej., Gén. 3), pero su enemistad contra la ley de Dios está claramente desenmascarada en la literatura apocalíptica bíblica (p. ej., Dan. 7: 25; 2 Tes. 2: 3-4, 7-8). Su oposición a la ley de Dios oculta un ataque directo y cruel contra Dios mismo. Puesto que el Decálogo es una expresión verbal del carácter de Dios, un cambio en la ley es de hecho un ataque contra la integridad y perfección del carácter de Dios: que él no es quien dice ser, como la serpiente le sugirió a Eva (Gén. 3: 4-5). Si fuera necesario algún cambio o modificación de la ley de Dios, demostraría claramente que la ley, y más específicamente el Legislador, es imperfecto y necesita mejorar. En consecuencia, Lucifer parece argumentar que es legal y moralmente justificable desobedecer una ley tan imperfecta. El cambio más radical en la ley ocurrió cuando se intentó reemplazar el sábado, el séptimo día, por la observancia del domingo. De esta manera, el querubín caído esperaba desacreditar el carácter de Dios y manifestar su propia autoridad sobre la ley. Cuando los humanos reconocen su autoridad al aceptar el cambio y al obedecer el «mandamiento» alterado, de hecho, estarían rechazando la integridad del carácter amoroso de Dios. Esto explica por qué el Decálogo, como reflejo del carácter de Dios, juega un papel tan importante en el libro de Apocalipsis (Apoc. 12: 17; 14: 12).3

El sábado y el culto

Un cambio en el cuarto mandamiento —cambiar el día de descanso y adoración— resultaría en la adoración de un dios falso. Debemos recordar siempre que el mandamiento del sábado no se refiere a un día secular de descanso, sino a un día santo. Es santo porque Dios está presente de una manera particular en este período de veinticuatro horas. Es un tiempo que Dios y los creyentes tienen en común y que libera a los creyentes que guardan el sábado de las preocupaciones de la productividad humana o de las obras. Entramos en este tiempo sagrado para estar en comunión con el Creador y Redentor; le adoramos (por ejemplo, Isa. 66: 23). De hecho, la santidad del séptimo día sábado lo constituye como un «espacio en el tiempo» sagrado divinamente designado para adorar a Dios.

Hoy en día, el domingo es considerado por la gran mayoría del mundo cristiano como el verdadero día de culto. La intención del querubín caído parece haberse cumplido: cambió la ley en el cruce donde ley y culto se cruzan. De hecho, son inseparables y, en consecuencia, cambiar el mandamiento del sábado conduce a la idolatría. ¡Esto es magistralmente ingenioso y profundamente engañoso! Al cambiar el cuarto mandamiento, el querubín caído parece haber logrado su propósito original: desacreditar el carácter de Dios y convertirse en objeto de adoración. Para él, ¡el sábado tiene que desaparecer! Por lo tanto, es necesario que la raza humana escuche una vez más el evangelio de la salvación por la fe en Cristo que no se opone a la ley de Dios tal como se conserva en el Decálogo. La perpetuidad de la ley debe proclamarse no como medio de salvación, sino como prueba de la salvación por la fe en Cristo.

El sábado como señal de lealtad

El sábado está literalmente en el centro del Decálogo y su singularidad y especificidad lo transforman en una señal ideal de lealtad a Dios. En lengua hebrea, el Decálogo, tal y como se recoge en Éxodo 20: 3-17, consta de 152 palabras. Para encontrar su centro basta con dividir 152 por dos y el resultado son setenta y seis palabras por un lado y setenta y seis por el otro. El centro del Decálogo se encuentra en el versículo 10.4 La septuagésima sexta palabra es «el-séptimo» (hashshbi‘i), y la septuagésima sexta palabra de la otra sección es «sábado» (shabbat). La siguiente frase está en el centro del Decálogo: Pero el séptimo día es sábado «perteneciente a», «para» o «a» Jehová. En hebreo consta de cuatro palabras:

75 «pero-el-día» (Heb. weyom)

76 «el-séptimo» (Heb. hashshebi‘i)

76 [es] «sábado» (Heb. shabbat) (el verbo implícito «es» es suministrado por los traductores)

75 «a/para/perteneciente a Jehová» (Heb. laYahweh)

Desde este punto de vista literario, esta frase específica está en el centro del Decálogo y, basándonos en lo que sabemos sobre la historia del sábado bíblico, esto no es un accidente. Sabemos que esta frase adquirió una gran importancia en la historia de la observancia del sábado. La especificidad del mandamiento, que se encuentra en esa frase («el séptimo día sábado»), perturbó al mundo cristiano hasta el punto de que se decidió eliminarla, argumentando que «el séptimo día» es un componente ritual en el cuarto mandamiento sin ningún valor para los cristianos.

Sin embargo, es precisamente la especificidad del mandamiento —su séptimo día— lo que lo convierte en una señal de lealtad a Dios en medio del conflicto cósmico y lo que subraya el privilegio humano de tener comunión con este Dios santo. El querubín caído quiere lealtad exclusiva a él y se opone a la señal de lealtad a Dios del final de los tiempos, ofreciendo irónicamente en su lugar la especificidad de un falso sábado, el primer día de la semana,5 como señal de lealtad a él: la marca de la bestia (Ap 13:16). Pero la ley de Dios es perfecta (Sal 19:7) e inmutable porque es un reflejo de Su carácter.

Resumen y conclusión

Hemos sugerido que el papel escatológico del sábado durante los últimos días está relacionado con la intención divina de que sea un testimonio del evangelio de la salvación mediante la fe en Cristo. Esto es intolerable para el querubín caído que procura proclamar su propio falso evangelio. Las fuerzas del mal se oponen al sábado bíblico porque pretende recordar constantemente a la raza humana que la creación y la redención son las manifestaciones más poderosas del carácter amoroso de Dios, que une un mandamiento específico a la identidad del verdadero objeto de adoración, y que su especificidad lo transforma en una señal de lealtad visible y eficaz al Cordero en un momento en que las fuerzas del mal luchan contra el Cordero, su ley y su carácter. Al final del conflicto cósmico, la obediencia del pueblo de Dios al mandamiento del sábado constituye una señal, un testimonio para el mundo de que el Creador y Redentor es un Dios amoroso y misericordioso y de que hemos encontrado descanso por la fe en Cristo. La oposición escatológica al mismo será derrotada por el Cordero de Dios (Apoc. 17: 14).

El cuadro (véase más abajo) enumera y contrasta algunos conceptos asociados tanto con el sábado bíblico como con la marca de la bestia. Hay similitudes y diferencias entre ambos, lo que sugiere que hay un intento de imitar el mandamiento del sábado, pero que la imitación es imperfecta. La intención de los poderes malignos es engañar aparentando lo que no son.

Los paralelismos y el contraste entre el sábado y la marca de la bestia implican que la marca de la bestia es un mandamiento de señal antisabática6 que pretende ocupar el lugar del mandamiento del sábado del séptimo día. La historia nos desenmascara la identidad del intruso: El domingo. Es un hecho histórico incuestionable que la iglesia cristiana presumió transferir el mandamiento bíblico de descansar y adorar en el séptimo día sábado al domingo, el primer día de la semana. Tenemos un sábado falsificado en el mundo cristiano.

Cuadro: El Sábado y la Marca de la Bestia
Sábado La marca de la bestia
1. Relacionado con el culto
«Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (Apoc. 14: 7).
1. Relacionado con la adoración
«Los que adoran a la bestia […] ni nadie que reciba la marca de su nombre» (Apoc. 14: 11).
2. Relacionado con un nombre
«que tenían el nombre de él [el del Cordero] y el de su Padre escrito en la frente» (Apoc. 14: 1; cf. Éxo. 20: 11).
2. Relacionada con un nombre
«[el que] reciba la marca de su nombre» (Apoc. 14: 11); «la marca en su frente o en su mano» (Apoc. 14: 9).
3. Relacionado con un número
«Reposó el séptimo día» (Gén. 2: 2).
3. Relacionado con un número
«la marca […] de la bestia o el número de su nombre […] 666» (Apoc. 13: 17-18)
4. Otorgado a la humanidad
«El sábado fue hecho por causa del hombre/la humanidad» (Mar. 2: 27).
4. Impuesta a la humanidad
«Y hace que a todos […] se les pusiera una marca en la mano derecha […] (Apoc. 13: 16).
5. Utiliza el lenguaje de la compra y la venta
«cualquier grano en el día de reposo para vender, no compraremos en el día de reposo» (Neh. 10: 31).
5. Utiliza el lenguaje de la compra y la venta
«ninguno pudiera comprar ni vender, sino el que tuviera la marca» (Apoc. 13: 17).
6. Señal de identidad: seguidores del Cordero
«[Ellos] siguen al Cordero por dondequiera que va» (Apoc. 14: 4; cf. Eze. 20: 20).
6. Señal de identidad: seguidores de la bestia
«que reciba la marca de su nombre» (Apoc. 14: 11); «toda la tierra se maravilló en pos de la bestia» (Apoc. 13: 3).
7. Signo de sumisión a Dios
«hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios» (Apoc. 7: 3).
7. Signo de sumisión a la bestia
«comprar o vender […] sino el que tuviera la marca» (Apoc. 13: 17).
8. El rechazo conduce a la idolatría
«Profanaron mis sábados, porque tras sus ídolos iba su corazón» (Eze. 20: 16).
8. Signo de idolatría (una imagen)
«Si alguno adora a la bestia y a su imagen y recibe la marca» (Apoc. 14: 9).
9. Rechazadores
«el que lo profane, de cierto morirá» (Éxo. 31: 14).
9. Rechazadores
Mandados «matar» (Apoc. 13: 15).

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1 Cuando se compara la lectura del cuarto mandamiento en Éxodo 20 con la que encontramos en Deuteronomio 5, hay algunas variaciones debidas en parte a la naturaleza homilética del discurso de Moisés en Deuteronomio. Las variaciones también enriquecen el significado teológico del sábado al asociarlo con la redención como una necesidad humana posterior a la caída. Véase el análisis en Mathilde Frey, «Deuteronomio», en Andrews Bible Commentary, ed., Ángel Manuel Rodríguez (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2020), t. 1, pp. 322-328.

2 Aunque la obra redentora de Cristo es totalmente independiente de la actividad humana, nuestra aceptación de la misma bajo la influencia del Espíritu Santo es responsabilidad nuestra.

3 Los Diez Mandamientos se mencionan o están implícitos en el Apocalipsis: primer mandamiento: adorar a Dios (Apoc. 14: 7); segundo mandamiento: adorar imágenes (Apoc. 13: 14); tercer mandamiento: mal uso del nombre de Dios (Apoc. 13: 6); cuarto mandamiento: guardar el séptimo día sábado (Apoc 1: 10 [Gén. 2: 2-3; Éxo. 20: 8-11; Isa. 58: 13; Mar. 2: 28]; Apoc. 7: 3; 14: 1 [Éxo. 31: 13, 17; Eze. 20: 12, 20]; Apoc. 14: 7 [Éxo. 20: 8-11; 31: 17]); quinto mandamiento: honrar a los padres (Apoc. 14: 1 [los creyentes honran al Padre celestial]; cf. 17: 5 [familia disfuncional de la mujer]); sexto mandamiento: no matar (Apoc. 9: 20-21; 13: 10); séptimo mandamiento: no cometer adulterio (Apoc. 9: 20-21); octavo mandamiento: robo (Apoc. 9: 20-21); noveno mandamiento: falso testimonio (Apoc. 14: 5); y décimo mandamiento: codicia/deseo (Apoc. 18: 14). Véase Johannes Kovar, «El remanente y los mandamientos de Dios: Apocalipsis 12:17», en Toward a Theology of the Remnant, ed. Ángel Manuel Rodríguez, Biblical Research Institute Studies en Adventist Ecclesiology 1 (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2009), pp. 113-126; Jon Paulien, «Revisiting the Sabbath in the Book of Revelation», Journal of the Adventist Theological Society 9, nº 1-2 (1998): pp. 179-186; y Mathilde Frey, «Sabbath Theology in the Book of Revelation», en Rodríguez, Toward a Theology of the Remnant, pp. 127-137.

4 En Deuteronomio 5: 7-21 el Decálogo consta de 172 palabras hebreas que divididas por dos equivalen a ocho-seis y ochenta y seis. El centro se encuentra en el versículo 14. La palabra ochenta y seis en la primera parte es «cualquier» (Heb. kol) y en la segunda es «obra» (Heb. mela’kah): «cualquier trabajo». Lo que precede a la palabra «cualquier» es la frase: «Pero el séptimo día es sábado para el SEÑOR tu Dios; no harás ningún» En la segunda sección lo que sigue a la palabra «trabajo» es la terminación de la lista de los que deben descansar: «tú o tu hijo o tu hija o tu siervo o tu sierva o tu buey o tu asno o cualquiera de tus bestias o tu extranjero que se quede contigo, para que tu siervo y tu sierva descansen como tú». Los dos énfasis en el centro del mandamiento en Deuteronomio son: 1) el séptimo día sábado que pertenece al Señor; y 2) en ese día adoramos y descansamos y no hacemos ningún trabajo.

5 Aunque el vínculo con la creación se encuentra en el propio cuarto mandamiento, la práctica hebrea/judía de numerar los días de acuerdo con la semana de la creación confirmaba el sábado en el séptimo día. Véase Clinton Wahlen, «The Sabbath and the First Day of the Week», en The Sabbath in the New Testament and in Theology, ed., Ekkehardt Mueller y Eike Mueller (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2023), pp. 269-295.

6 Véase Anthony MacPherson, «The Mark of the Beast as a “Sign Command- ment” and Anti-Sabbath in the Worship Crisis of Revelation 12-14», Andrews University Studies 43, nº 2 (2005): pp. 263-283. El artículo estimuló mi pensamiento en la preparación del gráfico.