¿Hay errores en la Biblia?

Frank M. Hasel 

Los estudiosos de la Biblia a través de los siglos han aceptado las Escrituras como la palabra de verdad escrita de Dios, y los adventistas nos unimos a los que continúan manteniendo en alto la Palabra de Dios. Su Creencia Fundamental Nº 1 declara que “las Santas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina. Son la norma del carácter, el criterio para evaluar la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, un registro fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso de la historia”.1 Si bien los adventistas apoyamos la autoridad divina y la completa confiabilidad de la Biblia, no aseveramos la absoluta perfección de la Biblia debido al modo en que entendemos la naturaleza de la inspiración.

Especialmente desde la Iluminismo en el siglo XVII, muchos eruditos bíblicos han pretendido que la Biblia contiene una gran diversidad de falsedades: inexactitudes científicas, errores doctrinales, contradicciones, discrepancias en nombres y cifras, y lenguaje engañoso. Antes de considerar estas aseveraciones necesitamos entender la naturaleza de la Escritura. 

Origen divino de la Biblia – De acuerdo con el testimonio que dan de sí mismas, las Escrituras son enteramente inspiradas; o sea, insufladas por el aliento divino. En el AT los escritores a veces aseveran estar registrando lo que el Señor les dijo. Por ejemplo: “Jehová habló a Moisés y le dijo...” (Éxo. 25:1) o “Vino a mí la palabra de Jehová...” (Eze. 32:1). David dijo: “El Espíritu del Señor habló por medio de mí; puso sus palabras en mi lengua” (2 Sam. 23:2, NVI). Se estima que hay unas 2.600 aseveraciones por el estilo en el AT. 

El NT confirma la inspiración divina del AT. Pablo escribió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16), y Pedro declaró que “la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21, NVI). Por supuesto, lo mismo se aplica al NT. Aunque los apóstoles no aseveran inspiración con la misma frecuencia que los escritores del AT, es claro que consideraban que sus mensajes tenían autoridad divina. Pablo, por ejemplo, dijo: “...hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu” (1 Cor. 2:13), “porque al oír ustedes la palabra de Dios que les predicamos, la aceptaron no como palabra humana sino como lo que realmente es, palabra de Dios” (1 Tes. 2:13, NVI). 

Pablo también reconoció la inspiración de otras partes del NT. En 1 Timoteo 5:18 cita de ambos Testamentos como Escritura: “Pues la Escritura dice: ‘No le pongas bozal al buey mientras esté trillando’, y ‘El trabajador merece que se le pague su salario’ ”. La primera parte de este texto es una cita de Deuteronomio 25:4, y la segunda es de Lucas 10:7. Y Pedro se refiere de igual manera a los escritos de Pablo como Escritura cuando dice que en las Epístolas de Pablo hay “algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición” (2 Ped. 3:15, 16, NVI). En resumen, la Biblia es claramente de origen divino. 

Elemento humano en la Escritura Si bien la Escritura fue dada por inspiración divina, los escritores de los libros bíblicos no fueron simplemente los amanuenses de Dios sino sus redactores. En otras palabras, escribieron los 66 libros en su propio estilo, lenguaje y formas de expresión carac-terísticos bajo la dirección del Espíritu Santo. Por tanto, todos los libros de la Biblia muestran señales de autoría humana. Muchos libros llevan el nombre de su autor, y la multitud de referencias a la historia y los enlaces literarios con la época y su trasfondo “dan a la Biblia un rostro muy humano”.2 Algunos libros –como Reyes, Crónicas y Lucas– dan evidencias de investigación histórica (1 Rey. 22:39, 45; 1 Crón. 29:29; Luc. 1:1-4); algunos hasta citaron a autores paganos (Hech. 17:28), y al menos Judas parece referirse a una obra pseudoepigráfica (Jud. 14, 15). A continuación veamos algunos de los elementos de este “rostro humano”: 

El término “pseudoepigráfco” se refere a aquellos antiguos escritos judíos que no están en el canon del AT ni en los apócrifos y que pretenden falsamente proceder de un autor famoso como, por ejemplo, Enoc, Abraham, Esdras, etc. 

Lenguaje: Al tratar las declaraciones bíblicas necesitamos recordar que los autores bíblicos a menudo usaron un lenguaje cotidiano, común y no técnico para describir las cosas. Por ejemplo, hablan de “salida” (Núm. 2:3; Jos. 19:12) y “puesta” del sol (Deut. 11:30; Dan. 6:14, LBA); o sea, usan el lenguaje de la apariencia y no el de la realidad científica. Además, no debe confundirse una convención social con una afirmación científica. La necesidad de precisión técnica varía de acuerdo con la situación en la que se hace una afirmación Por este motivo la falta de precisión no debe considerarse como equivalente a una falta de veracidad.3 

Recursos literarios: Los escritores bíblicos usaron también diferentes recursos literarios: poesía, parábolas, metáforas, símbolos, etc. Muchos libros de la Biblia, especialmente en el AT, son relatos históricos; otros contienen textos legales, dichos de la sabiduría o profecías apocalípticas. Por cuanto diferentes tipos de material literario requieren diferentes métodos de interpretación, distinguir entre estos diferentes recursos literarios ayuda a evitar interpretaciones equivocadas. 

Costumbres antiguas: Muchos textos bíblicos reflejan costumbres antiguas, cuyo conocimiento es muy útil para interpretar un texto. Por ejemplo, en tiempos antiguos era muy común dar a una misma persona diferentes nombres (Edom/Esaú; Gedeón/Jerobaal), y se usaban diferentes métodos para contar los años de reinado de los reyes.4

En contraste con la teoría de la inspiración verbal, los adventistas generalmente creen en la inspiración del pensamiento. Pero esto no signifca que las palabras no tengan importancia. Muchas veces se dio a los profetas las palabras exactas que debían escribir. “La guía del Espíritu Santo no invalidó el pensamiento ni los procesos de escri- tura de los escritores bíblicos, sino que supervisó el proceso de la escritura para maximizar la claridad de ideas y para evitar, en caso necesario, la distorsión de la revelación o el cambio de la ver- dad divina por una mentira” (F. Canale, “Revelación e inspiración”, ESE 83).

Transmisión del manuscrito bíblico: Es bien conocido que todos los autógrafos bíblicos –es decir, los manuscritos originales de los autores bíblicos– se han perdido. Si bien los judíos han sido muy cuidadosos en transmitir los manuscritos bíblicos, algunos errores de menor cuantía se han colado en el texto en el curso de la transmisión y copia de esos manuscritos bíblicos.5 Sin embargo tales errores   son tan insignificantes, que ningún alma sincera tiene por qué tropezar o perderse por causa de ellos (ver MS 1:18). Elena de White dice: “El Señor ha preservado este Libro Santo en su forma actual mediante su propio poder milagroso” (MS 1:17). De hecho, la Biblia es el documento de la antigüedad mejor preservado y transmitido. Ningún otro libro antiguo ha sido tan bien conservado, con algunas copias que datan de pocos años después de haber sido escrito el original. 

Aun así, hay una cierta cantidad de diferencias o discrepancias en los textos hebreos y griegos que han sobrevivido y sobre los cuales se basan nuestras traducciones de la Biblia. Por ejemplo, en el AT hay algunas discrepancias al referirse a los mismos sucesos ocosas entre los libros de Samuel, Reyes y Crónicas. En 2 Samuel 8:4 se dice que David tomó 1.700 jinetes de Hadad Ezer, pero en 1 Crónicas 18:3 y 4 la cifra aparece como 7.000.6Según 1 Reyes 4:26, Salomón tenía 40.000 establos para caballos, pero en 2 Crónicas 9:25 tenía solo 4.000. En Mateo 27:54 el centurión dice: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios”; en Lucas 23:47 el centurión dice: “Verdaderamente este hombre era justo”.En Hechos, Esteban dice a los judíos que Abraham compró por cierta suma la cueva de Macpela de los hijos de Hamor en Siquem (Hech. 7:16). Sin embargo, de acuerdo con Génesis, Abraham compró la cueva de Efrón hitita (Gén. 23:8), y fue Jacob el que compró una parcela de los hijos de Hamor en Siquem (33:19).8

“Cuando leemos la Biblia no debiéramos esperar encontrar precisión perfecta. Las imperfecciones e inexactitudes que encontramos nos sirven como evidencias de su historicidad” (F. Canale, The Cognitive Principle of Christian Theology [El principio cognitivo de la teología cristiana; Berrien Springs, MI: Andrews University Lithotech, 2005], p. 464).

Algunas de estas discrepancias pueden tener una muy buena explicación, mientras que otras pueden deberse a errores de los copistas o debilidades humanas. Elena de White escribió: “Algunos nos miran con seriedad y dicen: ‘¿No creen que pudo haber habido algún error de copistas o de traductor?’ Todo esto es probable [...] Todos los errores no ocasionarán dificultad a un alma ni harán que algún pie tropiece, a menos que se trate de alguien que elaborará dificultades de la más sencilla verdad revelada” (MS 1:18). ¿Estas discrepancias destruirán nuestra confianza en la Biblia? No, amenos que insistamos en un inspiración verbal de la Escritura, la cual afirma que “todas las palabras y todas las relaciones verbales de la Biblia son inspiradas por Dios”.9 Como adventistas no sostenemos esta posición. “No son las palabras de la Biblia las inspiradas, sino los hombres son los que fueron inspirados. 

La inspiración no actúa en las palabras del hombre ni en sus expresiones, sino en el hombre mismo, quien está imbuido con pensamientos bajo la influencia del Espíritu Santo” (MS 1:24). Elena de White también declaró que Dios, “por su Santo Espíritu, habilitó a hombres y los hizo capaces de realizar esta obra. Guió la inteligencia de ellos en la elección de lo que debían decir y escribir” (MS 1:29; CS 5-7; v. a. MS 1:40-42; 3:56, 57). Sin embargo, no podemos excluir la posibilidad de discrepancias o falta de precisión en detalles de menor cuantía en el texto; detalles que podrían dejarse de lado sin cambiarla confiabilidad general de los registros históricos ola veracidad del mensaje teológico. 

Confiabilidad histórica de la Escritura – Aún si hacemos lugar a la posibilidad de discrepancias, eso no quiere decir que no podemos confiar en la Biblia cuando habla acerca de hechos históricos o datos científicos. Esas discrepancias no nos autorizan a cuestionar la historicidad de los primeros once capítulos de Génesis, los relatos de los patriarcas, o los sucesos relatados en los profetas y los Evangelios. La fe cristiana es fe histórica en el sentido de que depende esencialmente de hechos que realmente ocurrieron (cf. 1 Cor. 15:12-22). Por tanto, los aspectos históricos de la Escritura no pueden separarse de su contenido teológico. De hecho, el “eliminar lo histórico de entre los intereses de la Biblia es eliminar loque demuestra la fidelidad de Dios”,10 porque Dios actúa en la historia. Por el NT sabemos que Jesucristo y los apóstoles aceptaron los sucesos históricos registrados en el AT (Mat. 19:4, 5; 24:37; Hech. 24:14; Rom. 15:4), por cuanto sucesos de este tipo –tales como la creación, el diluvio y el éxodo– son parte de la historia de la salvación revelada en la Escritura. 

Infalibilidad de la Escritura – A pesar de las imperfecciones y discrepancias en la Biblia, los adventistas creen que “las Santas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina”.11 Pero ¿qué queremos decir con esto? 

Dentro del cristianismo la Iglesia Ortodoxa de Oriente cree que los primeros siete concilios generales de la iglesia fueron infalibles; la Iglesia Católica Romana enseña que el Papa es infalible cuando habla ex cáthedra; y los protestantes conservadores aceptan que la Escritura es infalible en asuntos de fe y práctica, aunque algunos llevan más allá la doctrina de la infalibilidad bíblica diciendo que los autógrafos (originales) de la Biblia habrían sido completamente inerrantes en todo aspecto, ya sea en historia, cronología u otras ciencias.  

Los adventistas creen en la infalibilidad de la Biblia en el sentido de que Dios, mediante su don profético, hizo conocer sin error su verdad y voluntad a la humanidad. “La palabra de Dios rebosa de preciosas promesas y consejos útiles. Es infalible, porque Dios no puede equivocarse” (MeM 27). Sin embargo, infalibilidad no quiere decir que los escritores no puedan diferir en el modo en que relatan las palabras y acciones de Jesús. Del mismo modo en que durante un juicio los testigos pueden describir el mismo suceso en formas algo diferentes, así también en los Evangelios tenemos a veces relatos ligeramente distintos a partir de los mismos hechos. La infalibilidad tampoco significa que los autores de los libros bíblicos fueran infalibles ni que entendiesen perfectamente lo que escribieron; tampoco que no pudieran usar información histórica o de carácter general al registrar los mensajes de Dios. Y sin embargo, a pesar de todas las posibles discrepancias que se encuentren en la Biblia, sigue siendo la Palabra de Dios. 

Elena de White y la confiabilidad de la Biblia Ella declaró repetidas veces que la Palabra de Dios es un “consejero que no se equivoca y una guía infalible” (FE 100), una “norma infalible” (MC 367). ¿Significa que la creía inerrante? Ella defendió vigorosamente la infalibilidad de la Biblia, pero nunca le aplicó el término “inerrante”. Dijo: “La Biblia no nos es dada en un grandioso lenguaje sobrehumano. Jesús tomó la humanidad con el fin de llegar hasta el hombre donde este está. La Biblia debió ser dada en el lenguaje de los hombres. Todo lo que es humano es imperfecto. Diferentes significados se expresan con una misma palabra; no hay una palabra para cada idea distinta” (MS 1:23). Sin embargo aseguró que, a pesar de ello, la Biblia se caracteriza por la “sencilla belleza de su lenguaje” y una “veracidad infalible” (YI, 7 de mayo de 1884, en EJ 121). Ella no endiosó la Escritura; para ella solo Dios es infalible (MS 1:42). Pero también creyó firmemente que􀀅 “su Palabra es verdadera” (MS 1:42) y “confiable” (ST, 1º de octubre de 1894). 

Cómo tratar los pasajes difíciles 

¿Qué hacer cuando encontramos aparentes equivocaciones en la Biblia? Los escritores bíblicos admiten abiertamente que hay en la Biblia algunas “cosas difíciles de entender” (2 Ped. 3:16) y, tal como se indicó más arriba, hay algunas discrepancias en el AT y el NT. El desafío que presentan estos pasajes difíciles en la Biblia ha sido reconocido por los estudiosos serios de la Biblia a lo largo de la historia. Si bien muchas de esas discrepancias y contradicciones desaparecen bajo el escrutinio de una mente abierta, per manecen algunas dificultades. El admitirlas con franqueza como preguntas sin respuesta noes lo mismo que asegurar definidamente que laBiblia ha errado. Esto último es un juicio de valor sobre la Biblia, mientras que lo primero manifiesta conocimiento de las limitaciones de nuestro entendimiento humano y reconoce que los seres humanos no son omniscientes, sino que dependen de información adicional y de la iluminación del Espíritu Santo para comprender las cosas espirituales (cf. 1 Cor. 1:18-20; 2:12-14).  

Identificación de las dificultades – Al tratar las dificultades en la Escritura debemos recordar que muchos así llamados errores no son el resultado de la revelación de Dios sino de la mala interpretación humana. Se señala que “muchas opiniones contradictorias con respecto a lo que la Biblia enseña no surgen de la falta de claridad del libro en sí mismo, sino de la ceguera y el prejuicio por parte de los intérpretes. Los hombres pasan por alto las claras declaraciones de la Biblia para seguir su propia razón pervertida” (RH, 27 de enero de 1885). Por tanto, a menudo el problema no es el texto bíblico sino el intérprete. 

Algunos aparentes errores en algunas versiones de la Biblia pueden deberse a una traducción equivocada o engañosa de las palabras originales. Idealmente uno debiera conocer los idiomas bíblicos para poder estudiar la Biblia en hebreo, arameo y griego. Por cuanto este ideal no es el caso de la mayoría, debiéramos comparar diversas buenas traducciones antes de extraer alguna conclusión. Las paráfrasis que amplían el texto bíblico –como The Clear Word o The Message– no son traducciones y no debieran usarse para el estudio/la investigación de la Biblia, aunque pueden ser útiles para la lectura devocional. 

Integridad en el abordaje – Cuando tratamos con un pasaje difícil en la Escritura haríamos bien en abordarlo con perfecta sinceridad. Dios se complace en la integridad (ver 1 Crón. 29:17), lo cual implica, en primer   lugar, que reconozcamos una dificultad y no tratemos de oscurecerla o evadirla. Una persona honesta tiene una mente abierta, receptiva hacia el mensaje y el contenido de lo que está estudiando. Además, la honestidad incluye una disposición a utilizar métodos apropiados de investigación. Para explicar y entender la palabra de Dios adecuadamente, no podemos usar métodos que conllevan presuposiciones seculares basadas en premisas ateas que se contraponen a la Palabra de Dios. 

Tratar las dificultades con oración La oración no es sustituto del trabajo arduo ni del estudio cuidadoso. Sin embargo, en la oración confesamos que dependemos de Dios para entender su Palabra. Es una expresión de humildad reconocer que Dios y su Palabra son mayores que nuestra razón y comprensión actual. Sobre nuestras rodillas podemos implorar la guía del Espíritu Santo y conseguir una perspectiva del texto bíblico que no tendríamos si nos hubiéramos colocado por encima de la Palabra de Dios. 

Explicar la Escritura con la Escritura – Con Dios como el autor supremo de la Biblia podemos asumir una unidad fundamental entre sus partes. Esta presuposición implica que, para tratar los aspectos de la Biblia que constituyen un desafío, necesitamos enfrentar todas las dificultades bíblicamente. La mejor solución a las dificultades de la Biblia está en la propia Biblia. No hay mejor explicación que explicar la Biblia con la Biblia. Esto significa que tenemos que comparar un pasaje con otro, tomar en consideración el contexto bíblico y partir de las declaraciones claras de la Biblia hacia otras que son menos claras. En otras palabras, ilumi-namos los pasajes más difíciles de entender con otros que son más claros. 

Sobre nuestras rodillas debemos rogar la guía del Espíritu Santo y conseguir una perspectiva del texto bíblico que no tendríamos si nos hubiésemos colocado por encima de la Palabra de Dios. 

Ser pacientes - Si bien todos los aspectos mencionados previamente pueden ayudar a tratar una dificultad en la Biblia con confianza, este método no producirá siempre una solución fácil o rápida. Debemos determinar que, no importa cuánto tiempo y estudio o pensamiento intenso nos tome, debemos trabajar pacientemente para encontrar una solución. Al mismo tiempo que luchamos con las dificultades de la Biblia, necesitamos concentrarnos en los puntos principales y no perdernos en las dificultades. Y si algunos problemas desafían persistentemente incluso nuestros esfuerzos más arduos e intensos para resolverlos, no debiéramos desanimarnos por ello. Es interesante notar que una de las características de los fieles creyentes al final de la historia es que viven con paciencia (Apoc. 14:12). Parte de nuestra paciencia o perseverancia es ser capaces de vivir con preguntas todavía abiertas mientras se sigue con fidelidad la Palabra de Dios. Pues la Palabra de Dios ha demostrado ser confiable y digna de nuestra fe. 

Resumen - ¿Hay errores en la Biblia? Si por errores entendemos que la Biblia enseña el error o es falible e históricamente indigna de confianza, la respuesta es ¡No! La Biblia es la revelación infalible de su verdad y voluntad. Muchos así llamados “problemas” en la Biblia a menudo no residen en el texto bíblico sino en el intérprete. Además, particularmente desde el surgimiento de la crítica bíblica, la confiabilidad histórica de la Biblia a menudo ha sido confirmada por nuevos descubrimientos en la arqueología y otras ciencias. La idea de que la Biblia contiene errores puede ser malentendida para decir que Dios comete errores o que los ha colocado allí, pero tal no es el caso. Las discrepancias e imperfecciones de la Biblia se deben a las debilidades humanas. 

Sin duda, encontramos desafíos en ciertas declaraciones de la Biblia e incluso discrepancias. Pero ninguna de estas afecta negativamente la enseñanza o la confiabilidad histórica de la Biblia. Podemos tener plena confianza en que la Biblia que tenemos hoy es la verdad de Dios que hace sabio para salvación a cada hombre o mujer que se dispone a ello. 

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1 “Creencias fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día”, Manual de la iglesia- Revisada en 2010 (Florida Oeste, Buenos Aires: ACES, 2011), p. 156. 

2 Peter M. van Bemmelen, “Revelación e inspiración”, Teología: Fundamentos bíblicos de nuestra fe (Doral: Fl. APIA, 2005), t. 1, p. 109. Ver también el recuadro de la página 34. 

3 Cf. Noel Weeks, The Sufficiency of Scripture [La suficiencia de la Escritura] (Edimburgo: The Banner of Trust, 1988), p. 32. 

4 Por más de 2.000 años la cronología hebrea fue un serio problema para los estudiosos del AT. Los números de un reinado no podían hacerse concordar con los de otro. Después de muchos años de cuidadosa investigación en esas contradicciones, aparentemente sin esperanza de solución, el erudito adventista Edwin R. Thiele logró resolver el problema en su reconocidísimo y aceptado libro: The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings [Los misteriosos números de los reyes hebreos], 3ª ed. (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1983).

5 Cf. Paul D. Wenger, A Student’s Guide to Textual Criticism of the Bible [Guía del estudiante para la crítica textual de la Biblia] (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2006). 

6 Ver una explicación del problema en G. L. Archer, Encyclopedia ofBible Difficulties[Enciclopedia de dificultades bíblicas] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1982), p. 184.

7 Sobre este problema, ver un comentario útil en Archer, pp. 346-356.

8 Por posibles explicaciones ver Walter C. Kaiser, h., Peter H. Davids, F. F. Bruce y Manfred T. Brauch, Hard Sayings of the Bible [Dichos difíciles de la Biblia] (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), pp. 521, 522; y Archer, pp. 379-381.

9 Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario evangélico de teología], W. A. Elwell, ed. (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1984), p. 1139.

10 Weeks, p. 50.

11 Creencia Fundamental Nº 1; énfasis añadido.