¿Cómo interpretan los adventistas Daniel y el Apocalipsis?

Gerhard Pfandl

Los adventistas usan el enfoque histórico-gramatical para la interpretación de la Escritura. Este enfoque, que acepta la Biblia como la palabra autorizada de Dios, toma en serio el testimonio y las declaraciones de la Biblia sobre ella misma y hace una cuidadosa exégesis del texto.

Los libros de Daniel y el Apocalipsis han ocasionado una mayor variedad de interpretaciones que ningún otro libro de la Biblia. El propósito del presente artículo es proveer un bosquejo de los principales sistemas de interpretación que se usan para entender estos libros y resumir la manera adventista de entender sus profecías.

Escuelas de interpretación

Escuela historicista – La más antigua de las escuelas de interpretación y la que predominaba hasta el siglo XIX. Puede rastrearse hasta algunos de los Padres de la Iglesia tales como Ireneo, Hipólito y Jerónimo.

Los historicistas creen en la inspiración divina de los libros de Daniel y el Apocalipsis. Creen que el libro de Daniel fue escrito por el profeta Daniel en el siglo VI a.C., y que sus principales profecías cubren el período entre el Imperio Babilónico y la segunda venida de Cristo. Creen que el apóstol Juan escribió el Apocalipsis, y que sus profecías cubren el período que va desde los días de Juan hasta el final del milenio. Generalmente ven al anticristo retratado bajo los símbolos del “cuerno pequeño” de Daniel y la primera bestia de Apocalipsis 13 como refiriéndose al papado. Los adventistas usan el método historicista en la interpretación de Daniel y el Apocalipsis.

El enfoque histórico-gramatical, también llamado método histórico-bíblico, acepta el testimonio que la Biblia da sobre sí misma en el sentido de que Dios reveló sus verdades a los autores bíblicos y los inspiró a transmitir sus mensajes en las Escrituras (2 Tim. 3:16; 1 Ped. 1:10-12; 2 Ped. 1:19-21). Toma seriamente el trasfondo histórico y los rasgos literarios del texto y hace su exégesis en consecuencia.

Escuela histórico-preterista – Las raíces históricas del preterismo se encuentran en la época de la Contrarreforma. Cuando los reformadores protestantes identificaron el papado con el anticristo profetizado en los libros de Daniel y el Apocalipsis, el jesuita español Luis de Alcázar (1554-1613) sostuvo que estas profecías ya se habían cumplido en tiempos del Imperio Romano. De este modo el papado no podía ser el anticristo.

Los intérpretes de la escuela histórico-preterista consideran el libro de Daniel como revelación divina, pero generalmente limitan el cumplimiento de sus profecías al período que va desde el tiempo de profeta Daniel (siglo VI a.C.) hasta la primera venida de Cristo. Aplican el Apocalipsis a los inicios de la era cristiana. De ese modo ven al anticristo como un perseguidor emperador romano de tiempos pasados.

Escuela histórico-crítica o preterista moderna – Las raíces de esta escuela de interpretación de las Escrituras comienzan con Porfirio, filósofo del siglo III d.C., quien enseñó que el libro de Daniel fue escrito por un judío desconocido del siglo II a.C. Por tanto, las profecías de Daniel son vaticinia ex eventu (“profecías escritas después del evento”). Este punto de vista resurgió en la edad del Iluminismo y el Racionalismo de los siglos XVII y XVIII. Los preteristas modernos ven al libro de Daniel como un reflejo de la situación política y religiosa del pueblo judío bajo el rey sirio Antíoco IV Epífanes, quien persiguió a los judíos. Al no aceptar la existencia de verdaderas profecías, los preteristas modernos creen que las profecías del Apocalipsis se refieren a sucesos en tiempos del Imperio Romano, especialmente en el siglo I.

Escuela futurista dispensacional – Uno de los defensores del papado contra la identificación del Papa con el anticristo hecha por los reformadores fue el jesuita español Francisco Ribera (1537-1591), quien aplicó la mayor parte de las profecías de Daniel y el Apocalipsis al futuro.

Los intérpretes futuristas dispensacionales, al igual que los historicistas y preteristas históricos, aceptan la autoría daniélica del libro en el siglo VI a.C., pero, a diferencia de los historicistas, en general no aplican la figura del anticristo al papado ni a ningún otro poder del pasado. Antes bien esperan que un anticristo individual aparezca en los tiempos del fin y continúe en el poder por tres años y medio, cumpliendo así lo que se dice del cuerno pequeño en Daniel y de la bestia-anticristo en el Apocalipsis.

Escuela idealista – Es un sistema de interpretación bastante moderno. No trata de encontrar cumplimientos históricos específicos en las profecías de Daniel y el Apocalipsis; simplemente las toma como descripciones del conflicto espiritual entre Cristo y Satanás en todas las épocas Ve el cumplimiento de las profecías como “enteramente espiritual o recurrente, encontrando expresiones representativas en los eventos históricos a través de la era, en vez de cumplimientos específicos en una única vez”.1 De este modo el anticristo en tiempos de Juan era el Imperio Romano, y lo era como un representante de todos los movimientos anticristianos a lo largo de la historia.

Escuela ecléctica – Este enfoque, una versión modificada del enfoque idealista, por lo general combina algunos elementos de todas las escuelas de interpretación ya mencionadas. Algunos elementos de Daniel y el Apocalipsis son claramente futuros (la resurrección y la segunda venida); otros son vistos como cumplidos en el pasado (p. ej., la mayoría de las profecías de Dan. y los mensajes a las siete iglesias de Apoc. 1-3); y considera que algunas profecías representan simbólicamente sucesos a lo largo de toda la historia, aunque la mayoría de los comentadores eclécticos no identifica sucesos históricos específicos. El problema básico con esta escuela es determinar qué elementos pertenecen a cuál categoría.

Cuando comparamos las distintas escuelas de interpretación, y notamos que las interpretaciones angélicas específicas del libro de Daniel siguen líneas historicistas (Dan. 8:20, 21), llegamos a la conclusión de que el historicismo es el único método que satisface todos los datos disponibles.

El principio día por año

El principio día por año, por el cual un día profético se cuenta como un año en la historia, constituye la columna vertebral de la interpretación historicista de la profecía apocalíptica. Durante el siglo XIX el preterismo y el futurismo modernos reemplazaron al historicismo, y con ese cambio el principio día por año cayó en descrédito. Hoy, los adventistas son la única iglesia de importancia que todavía usa el historicismo y el principio día por año.

La evidencia bíblica – Los principales puntos en apoyo al principio día por año que se derivan de la Biblia pueden resumirse como sigue:

Los adventistas usan el método historicista para interpretar Daniel y el Apocalipsis.

1. Como las visiones de Daniel y el Apocalipsis son mayormente simbólicas, con varias bestias que representan a imperios históricos importantes (Dan. 7:3-7; 8:3-5, 20, 21; Apoc. 13:1, 11), los períodos de tiempo (Dan. 7:25; 8:14; Apoc. 12:6, 14; 13:5) también debieran ser considerados simbólicos.

2. Que las visiones de Daniel traten del surgimiento y la caída de los imperios conocidos por la historia, los cuales existieron por cientos de años, indica que los períodos de tiempo profético también deben cubrir largos períodos.

3. En Daniel 7 a las cuatro bestias, que en conjunto responden a un reinado de más de mil años, les sigue el poder del cuerno pequeño. Éste es el centro focal de la visión, por cuanto es el poder más directamente opuesto a Dios. Tres años y medio literales para una lucha entre el cuerno pequeño y el Altísimo están fuera de proporción con el ámbito temporal abarcante de la historia de la salvación que esta visión representa. Lo mismo se aplica a Apocalipsis 12:6 y 14, donde los 1260 días o los tres tiempos y medio cubren la mayor parte de la historia entre la primera y la segunda venidas.

Como las visiones de Daniel y el Apocalipsis son mayormente simbólicas, los períodos de tiempo que comprenden también debieran ser considerados simbólicos.

4. El modo peculiar en que se expresan los períodos de tiempo indican que no deben ser tomados literalmente. Según el contexto, las expresiones “tiempo, tiempos y medio tiempo” (Dan. 7:25; 12:7; Apoc. 12:14), “cuarenta y dos meses” (Apoc. 11:2; 13:5) y “mil doscientos y sesenta días” (Apoc. 11:3; 12:6) se aplican todas al mismo período de tiempo, pero no se utiliza ni una sola vez la frase más natural de “tres años y medio”.

“De este modo el Espíritu Santo parece agotar todas las frases por medio de las cuales podría expresarse este período, pero siempre excluyendo la forma que se usaría al redactar un escrito común, que es también la que la Escritura usa para otras ocasiones al denotar el período literal. Esta variación es especialmente significativa si aceptamos el principio de día por año, pero resulta inexplicable si tomamos la posición contraria”.2

5. Las profecías en Daniel 7, 8 y 10-12 llevan hasta el “tiempo del fin” (8:17; 11:35, 40; 12:4, 9), que es seguido por la resurrección (12:2) y el establecimiento del reino eterno de Dios (7:27). Si se consideran los más de 2.500 años transcurridos desde el siglo VI a.C., los períodos literales de solo tres o seis años no resultarían capaces de alcanzar ningún punto cercano al tiempo del fin. Por tanto, esos períodos proféticos debieran verse como simbólicos y representativos de largos períodos de tiempo literal.

6. En Números 14:34 y Ezequiel 4:6 Dios usó deliberadamente el principio día por año como medio de instrucción. Y la profecía de las 70 semanas en Daniel 9:24-27 se cumplió exactamente en su momento si utilizamos el principio día por año. Muchos intérpretes, que en otros pasajes apocalípticos no usan el principio día por año, reconocen las 70 semanas como constituyendo en verdad “semanas de años”, las cuales van desde el período persa hasta los tiempos de Cristo. De ese modo la prueba pragmática en Daniel 9 confirma la validez del principio día por año.

7. La razón por la cual el principio día por año se aplica a algunas profecías en los escritos apocalípticos (tales como las 70 semanas de Dan. 9:24-27) pero no a otras (tales como los 70 años de Dan. 9:2) se explica mediante el concepto “simbolización en miniatura”:3 el principio día por año es aplicable solo a las profecías simbólicas en las cuales la entidad principal (persona, animal, cuerno) representa una realidad mucho mayor (nación, reino, potencia). De ese modo, en el entorno apocalíptico debe interpretarse tanto la entidad principal como el tiempo implicado en una escala mucho mayor, y el elemento temporal ser visto desde la perspectiva día por año.

“Ya en el siglo III a.C. las 70 semanas de Daniel 9 eran entendidas como ‘semanas de años’ (es decir, 70 x 7 = 490 años). La LXX [...] al traducir la expresión hebrea ‘semanas’ en Daniel [9]:25-27, intercala la frase ‘de años’, dejándonos así el primer testimonio publicado de lo que se llamaría después ‘el principio día por año’. Solo después que los siglos transcurridos hicieran comprensibles tales largos períodos proféticos es que los 1.290, 1.335 y 2.300 días fueron entendidos como años. Así es que Rabí Nahawendi, a principios del siglo IX d.C., fue el primero en reconocer que el principio día por año debía aplicarse a los 1.290 y 2.300 días” (Jerry Moon, “The Year-Day Principle and the 2300 Days” [El principio día-año y los 2.300 días], http://www.sdanet.org/atissue/end/yearday.htm, accedido el 2 de noviembre de 2009).

Bosquejo de la interpretación adventista de Daniel

Hoy, la Iglesia Adventista es la más numerosa de las iglesias que todavía usan el principio historicista de interpretación usado por los reformadores. En consecuencia, los adventistas entienden que los cuatro imperios de Daniel 2 y 7 representan los reinos de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Identifican la piedra de Daniel 2 con la segunda venida de Cristo y al cuerno pequeño de Daniel 7 como símbolo del papado. En base al principio día por año4 ven los 1.260 días de 7:25 como representando el período de 1.260 años entre el 538 y 1798,5 y el cambio de “los tiempos y la ley” como referencia al cambio en el cuarto mandamiento del sábado al domingo.

En Daniel 8, el carnero y macho cabrío simbolizan Medo-Persia y Grecia respectivamente (8:20, 21) e identifican otra vez el cuerno pequeño con el papado. Daniel 8:1-14 describe la última y más importante visión simbólica del libro. En lo que sigue, del 8:15 hasta el final del libro, el ángel intérprete explica en detalle y en lenguaje no simbólico diferentes aspectos de la visión: así, por ejemplo, en Daniel 9 el ángel explica que los 2.300 días de Daniel 8:14 comienzan al mismo tiempo que las 70 semanas de 9:24; o sea, en el 457 a.C.6 El foco de la profecía en 9:24-27 es Jesucristo, quien la cumplió durante su vida terrenal. Los adventistas del séptimo día entienden la purificación del Santuario (8:14), que comenzó en 1844 al fin de los 2.300 años, como una referencia al juicio preadvenimiento que se está desarrollando al presente en el Cielo. La última visión del libro, en los capítulos 10-12, al igual que la visión del Santuario en Daniel 8, comienza en los días del reinado Medo-Persa y llega hasta el tiempo del fin (12:4).

Todas las profecías de Daniel cubren básicamente el mismo campo: desde Babilonia y Medo-Persia hasta la segunda venida.

Resumen – Todas las profecías de Daniel cubren esencialmente el mismo campo, desde los reinos de Babilonia y Medo-Persia hasta la segunda venida:

a. Daniel 2 de Babilonia a la segunda venida (el reino de la piedra)
b. Daniel 7 de Babilonia a la segunda venida (reino dado a los santos)
c. Daniel 8 y 9 de Medo-Persia a la segunda venida (quebranto de cuerno pequeño)
d. Daniel 10-12 de Medo-Persia a la segunda venida (resurrección)

Cada visión tiene su centro focal particular, y las visiones posteriores amplían y agregan explicaciones a las anteriores. El libro de Daniel muestra claramente que el principio de recapitulación, por el cual cada visión cubre aproximadamente la misma era histórica pero enfoca diferentes aspectos de los sucesos predichos, es un principio válido de interpretación profética.

Ekkehardt Müller

El Apocalipsis

Aunque el Apocalipsis contiene profecía apocalíptica, comienza y termina como una carta (Apoc. 1-3 y 22:6-20). Casi recuerda a una epístola paulina. Pero también difiere de las otras cartas: (1) Los mensajes de Apocalipsis 2 y 3 vienen directamente de Jesús, no de un autor humano. (2) El libro entero, no solo los siete mensajes, está dirigido a las siete iglesias.

La profecía apocalíptica no es condicional en esencia y no contiene más que un cumplimiento.

Este marco epistolar del libro lo aproxima un poco más a la profecía clásica que a la profecía apocalíptica. La profecía clásica aparece en los profetas mayores y menores del AT. Contiene predicciones en lenguaje directo: son normalmente condicionales y a veces tienen más de un cumplimiento. En contraste, la profecía apocalíptica usa lenguaje simbólico extensamente; con frecuencia contiene visiones y sueños y un ámbito cósmico así como un fuerte énfasis escatológico. La profecía apocalíptica también contiene notables contrastes: el sello de Dios versus la marca de la bestia, la fiesta de bodas de Dios versus la cena que las aves hacen con carne humana, y la mujer radiante versus la ramera. Y lo más importante: la profecía apocalíptica no es condicional en esencia y tiene un solo cumplimiento.

Que el marco epistolar del Apocalipsis se acerca más a la profecía clásica es evidente en el vocabulario. Apocalipsis 1-3 y 22:6-20 contienen menos símbolos y a menudo necesitan una interpretación literal. Dos ejemplos: (1) Mientras Jesús aparece en toda la parte apocalíptica del libro como “el Cordero” (28 veces), el nombre más usado para designar a Jesús en el libro, ese término no aparece en el marco epistolar. Por otro lado, (2) el vocablo griego ἐκκλησία [ekklēsía], “iglesia”, aparece solo en la parte epistolar y nunca en la parte apocalíptica del libro. Allí la iglesia aparece como la mujer vestida de sol, como la Esposa y como los 144.000.

A pesar de las diferencias entre el marco epistolar y la sección apocalíptica, ambas están integradas. Los mensajes a las siete iglesias apuntan al resto del libro y anticipan su mensaje.

La interpretación del Apocalipsis

Al interpretar el libro, el intérprete debe tener en cuenta el/la:

1. Trasfondo veterotestamentario del libro – El Apocalipsis es la culminación tanto del AT como del NT. Por tanto, uno necesita conocer bien la Biblia con el fin de entender el Apocalipsis. Aunque no contiene ninguna cita directa del AT ni del NT, el libro está lleno de alusiones especialmente al AT, pero también al NT. Por ejemplo, el trasfondo de Apocalipsis 4 es Ezequiel 1 y 10, y el trasfondo de Apocalipsis 6 es Zacarías 1 y Mateo 24.

Aunque el Apocalipsis no contiene ningún versículo citado del AT ni del NT, el libro está lleno de alusiones, especialmente al AT.

2. Simbolismo del libro – En términos generales, debiéramos interpretar literalmente la Biblia. El ejemplo de Jesús y los apóstoles apunta a una interpretación literal. Sin embargo, en el Apocalipsis predomina el sentido simbólico. Esto puede estar indicado en Apocalipsis 1:1 con la palabra σηµαίνω [sēmáinō] (“declaró” en RVR 95 y “dar a conocer” en NVI) que indica que Jesús “simbolizó” el Apocalipsis a Juan. Debiéramos estudiar cuidadosamente los indicadores en el texto para percibir que ha ocurrido un cambio de lo simbólico a lo literal. Por ejemplo, la comparación del sol con un saco de cilicio y la caída de las estrellas con las brevas que caen de la higuera en el sexto sello (Apoc. 6:12, 13) indica que el autor pasa de lo simbólico a lo literal.

3. Naturaleza histórica de las profecías – El Apocalipsis también parece requerir el enfoque historicista mencionado antes en relación con la interpretación de Daniel. En Apocalipsis 12 una mujer, la iglesia, da a luz al Mesías, el Mesías es llevado al Cielo, Satanás persigue a la mujer y finalmente Satanás hace guerra contra el remanente de la descendencia de ella. Apocalipsis 13 prosigue la descripción de esta guerra final, y concluye con una descripción de la segunda venida de Cristo (14:14-20). De esta manera el centro del libro claramente indica que el libro se refiere a los sucesos del siglo I d.C., recorre los tiempos históricos y concluye con la consumación final. Los períodos de tiempo en el Apocalipsis subrayan esta posición. Los 1.260 días, o 42 meses, o tres tiempos y medio, son una referencia retroactiva a Daniel 7 y 12 y deben entenderse de acuerdo con el principio día por año como cubriendo más de un milenio, un extenso período de tiempo ya transcurrido.

4. Principio de recapitulación – En el libro de Daniel tenemos cuatro visiones que cubren básicamente el mismo período histórico, pero cada una desde una perspectiva diferente y con énfasis distintos. El Apocalipsis se parece a Daniel al usar el principio de la recapitulación o repetición. Por ejemplo, los siete sellos, las siete trompetas y la visión de la trinidad satánica en Apocalipsis 12-14 describen sucesos que comienzan en el siglo I d.C. y llegan hasta la consumación final.

Bosquejo de la interpretación adventista del Apocalipsis

Tras la introducción general al libro (Apoc. 1:1-8), Juan describe una visión de Jesucristo que constituye una introducción especial (1:9-20) a las siete cartas (caps. 2 y 3). Hay un claro cierre a este primer conjunto de sietes en Apocalipsis 3:22. Apocalipsis 4:1 comienza una nueva sección, aunque 3:21 ya prepara el camino para ella. En Apocalipsis 4:1 se le dice a Juan: “Sube acá [al cielo]: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto” (NVI).

La visión de los seis sellos (Apoc. 4-8:1) se enfoca en el período de tiempo desde el siglo I d.C. hasta la consumación final. Comienza con el Cordero inmolado, el Cristo crucificado, que aparece ante Dios el Padre, y con los sucesos en la Tierra del siglo I d.C. El sexto sello nos lleva a las señales cósmicas del tiempo del fin, la segunda venida y los redimidos en el Cielo (6:12-7:17), y el séptimo sello a un tiempo aún más allá (8:1). Las siete trompetas (8:2-11:18) contienen el período de 1.260 días (11:2, 3), los cuales equivalen a 1.260 años de acuerdo con el principio día por año. Este período cubre la mayor parte de la historia del cristianismo y nos lleva hasta el tiempo del fin. Apocalipsis 12-14 otra vez cubre el período entre el tiempo de Jesús (12:5) hasta la segunda venida y la siega de la Tierra (14:14-20). Así dichas visiones son un ejemplo claro del principio de recapitulación.

“Fue Victorino de Pettau (m. c. 304 d.C.) quien introdujo el principio de recapitulación en el Apocalipsis, el cual ha sido seguido con algunas modificaciones por intérpretes posteriores [...] La aplicación del principio recapitu-latorio puede ser muy útil al intérprete del Apocalipsis. La información y perspectiva que pueden obtenerse en los pasajes más claros pueden ser la clave para alcanzar el significado teológico de los pasajes paralelos más difíciles. Por ejemplo, Apocalipsis 7 puede ser la clave para entender los capítulos 10 y 11, especialmente con respecto a los dos testigos. También puede notarse que, por su lenguaje y contenido, las siete trompetas y las siete copas con las plagas son deliberadamente paralelos” (R. Stefanovic, Revelation of Jesus Christ [Revelación de Jesucristo. Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2002], p. 28).

Si bien la primera parte del Apocalipsis (1-14) es básicamente histórica, pues trata de los sucesos desde el tiempo de Juan hasta el fin de la historia del mundo, la segunda parte del Apocalipsis trata solo de los eventos finales (15-22). Esta parte comienza con las siete últimas plagas, las cuales, a partir de nuestra perspectiva, todavía están en el futuro (Apoc. 15 y 16). Los capítulos 17-19 son una descripción más detallada de la sexta y la séptima plagas que uno de los ángeles que llevaban las copas le muestra a Juan. Éstas representan la caída de Babilonia, primero como ramera (cap. 17) y después como gran ciudad (cap. 18), antes de describir la cena de bodas del Cordero y la cena de las aves (cap. 19) en relación con el Armagedón. Apocalipsis 20 sigue tras la segunda venida con una descripción del milenio y el juicio ejecutorio de Dios, antes de revelar por fin un cielo nuevo y una Tierra nueva con una Nueva Jerusalén y la presencia inmediata de Dios.

El centro del libro – Las muchas imágenes simbólicas y a veces perturbadoras no deben distraernos del principal punto focal del libro. El Apocalipsis es un libro acerca de Dios el Padre y de Jesucristo. Es la revelación de Jesucristo (1:1). Por tanto, debiéramos interpretarlo de modo cristocéntrico. También es un libro sobre la Esposa del Cordero, la iglesia y el remanente. Debe hacerse oír su mensaje a la iglesia.

Este libro hace una contribución inmensa a la escatología, dándonos información detallada sobre los sucesos del tiempo del fin. Presenta el leitmotiv del gran conflicto como ningún otro libro bíblico.

__________

1 Steve Gregg, Revelation: Four Views [Apocalipsis: Cuatro puntos de vista] (Nashville, TN: Thomas Nelson, 1997), p. 3.

2 Thomas R. Birks, First Elements of Sacred Prophecy [Primeros elementos de la profecía sagrada] (Londres: William E. Painter, 1843), p. 352.

3 Ver Alberto R. Timm, “The Miniature Symbolization and the Year-day Principle of Prophetic Interpretation” [La simbolización en miniatura y el principio día por año de la interpretación profética], Andrews University Seminary Studies 42 (Primavera 2004):149-167.

4 Entre las iglesias menores que todavía usan el principio día por año están la Iglesia de Dios (del Séptimo Día), con unos 125.000 miembros, y la Iglesia Adventista Cristiana (no sabatista), con unos 25.000.

5 En el 538 d.C. los ostrogodos abandonaron el asedio de Roma y el obispo de esta, liberado del control arriano, se vio libre para ejercer las prerrogativas del decreto de Justiniano del año 533. Exactamente 1.260 años después, en 1798, Berthier, por orden de Napoleón y con un ejército francés, entró en Roma, proclamó el fin del gobierno político del papado y tomó prisionero al Papa, llevándolo a Roma, donde murió en el exilio.

6 El texto dice que las 70 semanas están recortadas de un período mayor de tiempo. En vista de las conexiones entre Daniel 8 y 9, las 70 semanas están recortadas del período mayor de 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14.