Winfried Vogel
“No se apagará de noche ni de día, sino que por siempre subirá su humo; de generación en generación quedará desolada y nunca jamás pasará nadie por ella”. Isaías 34:10.
Este versículo y su contexto inmediato, especialmente “el día de venganza de Jehová” en 34:8, parecen sugerir que habrá un infierno que arderá eternamente, establecido por Dios mismo, donde ejecutará un juicio permanente contra los malvados e infieles.
Juicio mundial de Dios contra las naciones – Isaías 34 usa la destrucción del ejército de Senaquerib en tiempos de Ezequías (Isa. 37) como ilustración del juicio mundial de Dios contra las naciones (34:1-4). Aquí el profeta expresa vívidamente el terrible destino de los malvados.
“Contempla el gran día de la matanza, cuando todos los impíos perecerán y sus cadáveres quedarán esparcidos como los del ejército de Senaquerib después de la visita del ángel exterminador de Jehová (cap. 37:36). En la destrucción del ejército asirio, Isaías ve anticipadamente el destino final de todas las huestes del mal que luchan contra Dios”.1
Del verso 34:5 en adelante, Edom representa a todas las naciones casi como símbolo del mundo entero. El odio de la nación idumea (los descendientes de Esaú) contra Israel ejemplifica el odio del mundo contra el pueblo de Dios (Núm. 20:18, 20; 1 Sam. 14:47; 1 Rey. 11:14). Los versículos 9 y 10 describen qué aspecto tendrá la tierra de Edom después que el juicio de Dios descienda contra él: sus arroyos serán brea y su tierra azufre (34:9). En otras palabras, un terrible juicio espera a los que causan dificultades al pueblo de Dios.
Significado de “perpetuamente” – La clave para entender correctamente el versículo en consideración es el término hebreo [‘ôlām], generalmente traducido “eternamente” o “para siempre”. Su significado básico es “el momento más distante”, no necesariamente eternidad sin fin. Como los otros términos hebreos para el tiempo, ‘ôlām está relacionado íntimamente con los sucesos descritos en relación con su duración. La mayoría de las veces se refiere a un “futuro de duración limitada, a condiciones que existirán continuamente a lo largo de un período limitado, a menudo el lapso de una sola vida”.2 En otras palabras, el significado de ‘ôlām depende de su sujeto. Si se trata de Dios, que es inmortal (1 Tim. 6:1), o de algo que él ha creado para que dure para siempre (como la Tierra, Sal. 78:69; 104:5), entonces se refiere a una duración sin fin. Pero si el sujeto es la gente, que no tienen inmortalidad, o cosas que no han sido creadas para durar eternamente, entonces se refiere a un período limitado. Por ejemplo, el pueblo debía creer a Moisés “para siempre” (Éxo. 19:9), el esclavo de Éxodo 21:6 debía servir a su amo “para siempre”, y Samuel permanecer en Silo “para siempre” (1 Sam. 1:22). En estos últimos casos el significado de “para siempre” es “tan largo como la vida de la persona”. En el caso de Jonás, “para siempre” duró solo tres días (Jon. 2:6).
De acuerdo con la Biblia, los redimidos recibirán inmortalidad (1 Cor. 15:50-54) en la segunda venida. Por tanto, en Mateo 25:46 la “vida eterna” es vida sin fin, mientas que el “castigo eterno” de los malvados o el “fuego eterno” de 25:41 tiene duración limitada, por cuanto los malvados no tienen inmortalidad. Tal como el “fuego eterno” que destruyó Sodoma (Jud. 7), el fuego eterno que destruirá a los malvados y Satanás en el juicio final tendrá una duración limitada pero un efecto eterno.
Un fuego infernal eterno no es bíblico – En Isaías 34:10, en el contexto del juicio de Dios contra Edom, el profeta describe la Idumea después de ese juicio: “De generación en generación quedará desolada”. El pasaje no trata la idea de un infierno que arde eternamente, ni la apoya. La historia de la filosofía nos dice que tal idea se originó en los griegos, quienes al principio pensaron que Hades era la morada de los muertos y luego le agregaron la idea de que algunos necesitan recibir su justo castigo en el más allá, pues no lo habían recibido en vida. Esta filosofía fue más tarde adoptada por algunos Padres de la Iglesia y por la iglesia medieval, la cual agregó detalles como el purgatorio. Como resultado, muchos cristianos creen en un lugar en el mundo inferior donde los muertos son torturados continuamente.
La noción de un infierno que arde eternamente no es bíblica. Además de las evidencias lingüísticas mencionadas arriba, una segunda clave para la interpretación correcta de Isaías 34:10 es el carácter de Dios. Él, quien nos dice que no quiere la muerte del impío (Eze. 18:23), ¿encontraría satisfacción en el tormento sin fin de hombres, mujeres y niños en los fuegos del infierno? ¿Tiene un Dios de misericordia un lugar específico en el universo donde se castiga a los malvados con horribles penas por siempre jamás? No han indicación en la Biblia de que exista tal lugar ni de que se lo planee para el futuro. Los términos bíblicos Seol (hebreo) y Hades (griego) designan la morada de los muertos pero no un lugar de tormento para los malvados fallecidos. Cuando tomamos en cuenta la enseñanza bíblica de que los muertos no son conscientes y de que no hay tal cosa como alma inmortal (Ecl. 9:5, 6; Sal. 146:4), debiera resultar claro que la idea de un infierno que arde eternamente contradice la clara enseñanza de la Biblia.
El término “filisteos” existe en forma reconocible en varios idiomas. En hebreo se los conoce como [pǝlištîm], que se ha traducido como “filisteos”. En las fuentes egipcias aparecen en las listas de los “Pueblos del Mar”. Se los conoce especialmente por su participación en la invasión que estos pueblos hicieron a Egipto, pero fueron vencidos por el faraón Ramsés III (c. 1183-1152 a.C.) en una batalla anfibia en el delta. Aparecen escenas detalladas de estos combates en la pared exterior norte del templo de Ramsés III en Medinet Habu, frente a Luxor.
El origen de los filisteos todavía no se conoce con certeza. La Biblia menciona que los filisteos vinieron de Caftor (Deut. 2:23; Jer. 47:4; Amós 9:7), generalmente identificada con Creta. El término “cereteos” ha sido identificado con “cretenses”, y parecen haber sido un subgrupo de filisteos que vivía en el Negueb no lejos de Siclag, la base de David entre los filisteos (1 Sam. 30:14). Cereteos y peleteos estaban entre la custodia de David, junto con 600 hombres de Gad (cf. 2 Sam. 15:19; 20:7, 23; 1 Crón. 18:17).
Se nos informa de una guerra entre Israel y los filisteos en 1 Samuel 4:1 en Afec. Los filisteos ganaron esa primera batalla y capturaron el arca del pacto (1 Sam. 4:17), el cual devolvieron siete meses después porque Dios les envió plagas (5:1-6:21). Más adelante, cuando Samuel estaba al mando de Israel, los filisteos los atacaron en Mizpah, pero Dios dio la victoria a Israel. En esta ocasión Samuel erigió un monumento de piedra al que llamó Ebenezer (“Piedra de ayuda”, 7:12). Los filisteos no volvieron a invadir Israel durante la vida de Samuel, e Israel recuperó ciudades que habían tomado los filisteos (7:14). (Adaptado de la Baker Encyclopedia of the Bible [Enciclopedia Baker de la Biblia], 2 ts., W. A. Elwell, ed. [Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988], 2:1680-1682.)
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1 F. D. Nichol, ed., CBA 4:269.
2 Anthony Tomasino, “‘olam”, New International Dictionary of Old Testament Theology and Exegesis [Diccionario internacional de teología y exégesis del Antiguo Testamento], 5 ts., Willem A. van Gemeren, ed. (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1997), 3:347.