El cristiano y el alcohol

En muchas países el mayor problema con las adicciones no está en las numerosas drogas ilícitas que la gente consigue y usa a pesar de todo, sino en el consumo de alcohol, que es mucho más accesible. El abuso del alcohol produce enormes daños colaterales no solo a la salud y la economía de las sociedades, sino hasta en la vida de los bebés en gestación (síndrome de alcoholismo fetal). Muchos niños sufren severas consecuencias ocasionadas por el estilo de vida de sus padres. Su crecimiento físico y desarrollo mental quedan perjudicados de modo significativo. La actitud más lógica y sensata frente al problema del alcohol es la abstinencia total. ¿Cuáles son nuestros argumentos en favor de tal estilo de vida?

I. LAS SAGRADAS ESCRITURAS NO FAVORECEN EL CONSUMO DE ALCOHOL

• Ejemplos negativos:

✓ Noé (Génesis 9: 20-27).

✓ Lot (Génesis 19: 30-38).

✓ Belsasar (Daniel 5: 1-6).

• Amonestaciones contra el consumo de alcohol: Proverbios 23: 29-35 (cf. Jue. 13: 3-5; Lucas 1: 15)

• Jesús y el alcohol: Mateo 27: 33-34, 48

El término «vino» usado en la Biblia no siempre se refiere al vino fermentado, sino que también puede referirse al jugo de uva.

II. EL ALCOHOL ES PERJUDICIAL PARA LA SALUD

La ciencia ha demostrado que el alcohol es dañino incluso en pequeñas dosis. He aquí algunos de los daños físicos potenciales que puede producir: destrucción de células del hígado (deformación del hígado o cirrosis), destrucción de células de los músculos del corazón (insuficiencia cardíaca), destrucción de células del cerebro, inflamación del sistema nervioso (neuritis), etcétera. Sin embargo, los efectos negativos no se limitan a problemas físicos. También puede producir daños a nivel mental y emocional, tales como deterioro de la memoria, menoscabo de la productividad y del rendimiento intelectual, depresión, diversos temores y baja autoestima, entre otros.

El alcohol incide en la violencia familiar, en los accidentes y en problemas de comportamiento.

El Dr. Ronny A. Bell, del Departamento de Ciencias de la Salud Pública de la Escuela de Medicina de la Universidad Wake Forest, en Winston-Salem (Carolina del Norte, EE. UU.), dice: «El alcohol no es desde ningún punto de vista una droga segura, ni puede ser recomendado en absoluto por motivos de salud. Sugerir que el alcohol es algo conveniente es tan peligroso por su toxicidad que resulta criminal».

El Dr. W. Feuerlein, de la Sociedad Alemana de Investigación y Terapia de Adicciones, insiste en que hasta en pequeñas cantidades el alcohol es absolutamente peligroso para ciertos grupos de personas, como los que padecen dolencias hepáticas o del páncreas, los diabéticos, los que sufren ataques de epilepsia y todos cuantos están en riesgo de caer en la dependencia de dicha bebida.

El Dr. F. Portheine, de la Academia de la Medicina Ocupacional de Berlín, ha demostrado que el alcohol es una sustancia neurotóxica nociva hasta en las más pequeñas cantidades. Al reducir el miedo protector y estimular la osadía y las pasiones más primitivas, reduce el sentido de la responsabilidad de modo considerable.

III. EL ALCOHOL PUEDE VOLVERSE ADICTIVO

Ningún bebedor moderado tiene garantías de no caer en la adicción. Las personas que habitualmente beben con moderación, bajo circunstancias extremas pueden beber más de lo conveniente y deslizarse así por la pendiente de la adicción.

IV. CUESTIÓN DE MAYORDOMÍA

• Siendo que todo pertenece a Dios, nuestro cuerpo también es de su propiedad. Dios no quiere que destruyamos lo que le pertenece, sino que lo preservemos y cuidemos como el santuario que es (1 Corintios 6: 19-20; 10: 31). El alcohol destruye el templo de Dios que es nuestro cuerpo.

• Nuestras financias también son de Dios y debieran ser usadas para su gloria. Utilizar nuestros recursos para destruir nuestro cuerpo mediante el consumo de alcohol hace de nosotros mayordomos irresponsables de los bienes que Dios nos ha confiado (Hageo 2: 8).

V. CUESTIÓN DE BUEN EJEMPLO

• Los cristianos estamos llamados a ser un ejemplo para los demás y a contribuir a orientarlos en la vida. Como tales deseamos ayudarles y no ponerlos en peligro.

• Los que beben moderadamente son un peligro porque desorientan a los demás. La influencia de un alcohólico invita mucho menos a beber que la influencia de un bebedor moderado.

• Los que beben moderadamente son también un peligro para los ex alcohólicos, que se sienten tentados a beber de nuevo. La más pequeña dosis de alcohol puede hacer que vuelvan a caer en el alcoholismo.

• Somos responsables unos de otros y no deberíamos vivir como mejor nos plazca sin tener en cuenta nuestra influencia (1 Corintios 8: 13; Romanos 14: 19-21; 15: 1-3).

• Para poder ser de real ayuda a otros necesitamos ser completamente abstemios.

Alguien ha observado que el alcoholismo es una especie de «sed de Dios» de bajo nivel. Sea esto verdad o no, nuestra salvación se encuentra solamente en Jesús. No necesitamos el alcohol ni ninguna otra droga para saciar nuestra sed espiritual.

Los mismos principios bíblicos referentes al alcohol también son aplicables al uso del tabaco y otras drogas.