Alberto R. Timm
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es un movimiento profético que Dios suscitó a mediados del siglo XIX para proclamar el «evangelio eterno […] a toda nación, tribu, lengua y pueblo», advirtiéndoles: «¡Temed a Dios, y dadle gloria!» en el contexto de la escatológica «hora de su juicio» (Apoc. 14: 6-7). Mucho más que una denominación cristiana, este movimiento encuentra su naturaleza profética en 1) haber llegado a la existencia en un tiempo profético, 2) ser asistido por una manifestación moderna del don de profecía, 3) portar un mensaje profético especial para esparcirlo por todo el mundo.1
Este capítulo es una reflexión sobre estas tres dimensiones de la comprensión que el adventismo tiene de sí mismo.
La primera dimensión de la naturaleza profética del movimiento adventista es que surgió al inicio del escatológico «tiempo del fin» (Dan. 8: 19; 11: 35, 40; 12: 4, 9),2 marcado por un gran terremoto y por señales cósmicas en el sol, la luna y las estrellas (Mat. 24: 29-31; Luc. 21: 25-28; Apoc. 6: 12-13). Los adventistas del séptimo día consideran que estas señales se cumplieron en el terremoto de Lisboa ocurrido el 1° de noviembre de 1755; en el día oscuro del 19 de mayo de 1780, el cual fue seguido por la noche en la que la luna se tiñó de rojo; y en la lluvia de meteoritos del 13 de noviembre de 1833.3
Algunos eruditos han cuestionado la validez de estas identificaciones por hallarse ya demasiado alejadas de la segunda venida.4 Jon Paulien, sin embargo, argumenta que «dado que las señales celestiales de 1780 y 1833 tuvieron gran impacto en el desarrollo del interés en el estudio de la profecía, el terremoto de Lisboa de 1755 es el mejor candidato para el terremoto» de Apocalipsis 6: 12.5 William H. Shea señaló que en el libro de Apocalipsis algunas señales cósmicas ocurrirían durante las siete últimas plagas (16: 8-11, 17-21), pero la secuencia del gran terremoto, el oscurecimiento del sol, y la caída de las estrellas está relacionada a la apertura del sexto sello (6: 12-14) y no sería cumplida únicamente en el tiempo de la segunda venida.6
La hegemonía catolicorromana medieval fue bastante zarandeada por el gran terremoto de Lisboa el sábado 1° de noviembre de 1755, el llamado por los católicos Día de Todos los Santos.7 Según Otto Friedrich, había quienes andaban diciendo que tenían revelaciones sobrenaturales sobre una inminente destrucción de Lisboa a causa de su impiedad. Justo a la víspera del terremoto, Manuel Portal, de los Padres Oratorianos, «tuvo un sueño donde vio cómo Lisboa era devastada por dos terremotos sucesivos».8 Precisamente por ser el Día de Todos los Santos, una festividad tan señalada para los católicos, muchos que se habían congregado para oír misa murieron en la iglesia.
De todos modos, una conmoción aún más terrible fue la que provocó el arresto del papa Pío VI el 15 de febrero de 1798, por las tropas francesas comandadas por el general Louis A. Berthier.9 Este hecho histórico marcó el final de los 1,260 días-años de supremacía papal (Apoc. 11: 3; 12: 6; cf. Dan. 7: 25; Apoc. 11: 2; 12: 14; 13: 5) y el inicio del tiempo del fin, cuando el libro de Daniel iba a ser abierto (Dan. 12: 9), generando un gran resurgimiento del estudio de las profecías bíblicas.10 Entretanto, los habitantes de la costa este estadounidense, donde iba a surgir el movimiento adventista millerita, quedaron anonadados, primero por el misterioso día oscuro de 1789, y luego aún más si cabe por la espectacular lluvia de meteoritos de las Leónidas de 1833. Muchos creían que los momentos en que les había tocado vivir eran de especial solemnidad y que algo trascendental estaba por suceder muy pronto.
Los adventistas del séptimo día han concebido el inicio del escenario del escatológico tiempo del fin según lo que se puede ver en el siguiente diagrama:
El libro de Daniel presenta diversos períodos de tiempo proféticos significativos, los cuales, desde una perspectiva historicista, pueden ser sincronizados como se indica a continuación:
Este diagrama usa el «principio de día por año» de interpretación profética. William H. Shea proporciona un claro resumen esquemático del fundamento histórico bíblico de ese principio.11 En mi artículo «El simbolismo en miniatura y el principio de día por año de interpretación profética», demostré que este principio se aplica solo a los períodos de tiempo de profecías simbólicas en las que la principal entidad —una única persona, rey, animal/bestia o cuerno— representa un grupo, tribu, reino o poder más grande. El siguiente gráfico ilustra este principio.12
Texto | Entidad | Tiempo |
---|---|---|
Números 14: 34 | 12 espías < 12 tribus | 40 días < 40 años |
Ezequiel 4: 4, 5 | Ezequiel < 12 Israel Ezequiel < 12 Judá |
390 días < 390 años 40 días < 40 años |
Daniel 7: 25 | animales < reinos | tiempo, tiempos y medio tiempo < 1,260 años |
Daniel 8: 14 | animales < reinos | 2,300 días < 2,300 años |
Daniel 12: 12,13 | reyes < poderes | 1,290 días < 1,290 años 1,335 días < 1,335 años |
Varios estudios históricos corroboran la validez del 457 a. C. (y, por consiguiente, también de 1844 d. C.) como el inicio y final de las 2,300 tardes y mañanas de Daniel 8: 14 respectivamente (cf. Dan. 9: 24-27).13 Otros estudios han confirmado que las fechas del 508, 538 y 1798 d. C. corresponden a los 1,260 días de Apocalipsis 11: 3 y 12: 6 (véase también Dan. 7: 25; 12: 7; Apoc. 11: 2; 12: 14; 13: 5), a los 1,290 días de Daniel 12: 11, y a los 1,335 días de Daniel 12: 12.14 De este modo, hay un completo sincronismo profético que apoya nuestra comprensión de que la restauración final de la verdad debía tener lugar al final de las 2,300 tardes y mañanas en 1844. El subtítulo «Mensaje profético» (véase más adelante) aborda el significado y el alcance de la restauración predicha en Daniel 8: 9-14.
La segunda faceta de la naturaleza profética del movimiento adventista es el decisivo respaldo profético que proporcionó el ministerio de Elena G. de White. Con el transcurso del tiempo, los adventistas del séptimo día han reiterado su confianza en su don profético no solo por medio de libros y artículos16 sino también a través de sus diversas declaraciones de Creencias17 y la mayor parte de exposiciones representativas de las Creencias.18 Los delegados a un buen número de congresos de la Asociación General aprobaron resoluciones bien concretas y determinantes que expresaban su confianza en el don de profecía y su compromiso con él.19 Pero ¿cuál es la base bíblica para aceptar la manifestación de dicho don en la actualidad?
A través de los años, los adventistas vienen usado varios argumentos bíblicos en apoyo de una manifestación profética moderna dentro de su propio movimiento. Uno de ellos se basa en Amós 3: 7, donde se afirma que «no hará nada Jehová, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas»,20 donde se pone de manifiesto una interesante pauta de actuación divina en la relación de Dios con la humanidad. En algunos de los momentos más cruciales de la historia, cuando la verdad y el error estaban en conflicto y la verdad tenía que ser restaurada, se restableció con una contribución profética ad hoc.
Las Escrituras nos indican, por ejemplo: 1) Cuando el mundo iba a ser destruido por el diluvio, Dios escogió a Noé como su profeta «pregonero de la justicia divina» (2 Ped. 2: 5, LPH, Gén. 6-8). 2) «Para sacar a Israel de Egipto, y después cuidarlo, el Señor usó a un profeta» que lideró el peregrinaje de la esclavitud a la tierra prometida. (Éxo. 3–4; Ose. 12: 13). 3) Cuando el pueblo de Dios le volvió la espalda en la generalización de la idolatría, el Señor comisionó a varios profetas para amonestarlos (2 Crón. 36: 15-16). 4) Cuando Dios estaba intentando proteger a su pueblo de la influencia paganizante de Babilonia, él suscitó otros profetas (Jer. 25: 1-14; 29: 1-30: 24; Eze. 1: 1; Dan. 9). 5) Cuando había llegado el tiempo en el que Cristo debía iniciar su ministerio terrenal, Dios envió a Juan el Bautista a fin de preparar el camino para el advenimiento del Mesías (Mat. 3).
Valcedir S. Lima va un paso más allá sugiriendo que las principales características de todas estas crisis aparecen simultáneamente en el tiempo del fin: 1) Como en los días de Noé, el mundo será destruido pronto. 2) Como en el caso del Éxodo de Egipto, el pueblo de Dios será liberado de este mundo para la Canaán celestial. 3) Como en los días de los profetas, hoy el mundo se halla envuelto en múltiples falsos sistemas de adoración. 4) Como sucedió durante la cautividad babilónica, el pueblo de Dios es invitado a salir de Babilonia (Apoc. 14: 8; 18: 1-8). 5) Como en los días de Juan el Bautista, Cristo viene pronto por su pueblo.21 Si la verdad fue restaurada por la asistencia especial del don profético en cada una de estas crisis, ¿acaso no deberíamos esperar el mismo apoyo para la restauración final y más amplia de la verdad (Dan. 8: 9-14; Apoc. 14: 6-12)?
Estos conceptos pueden ser ilustrados como sigue
Los adventistas del séptimo día han usado otros tres argumentos bíblicos para apoyar su orientación profética moderna. Uno de ellos es el hecho de que el don de profecía es mencionado en todas las principales listas de dones del Espíritu del Nuevo Testamento (Rom. 12: 6; 1 Cor. 12: 10, 28; Efe. 4: 11). Estos dones han sido distribuidos por el Espíritu Santo «para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efe. 4: 12-13). Esto significa que, mientras la iglesia no alcance el ideal de Dios, la posibilidad de que aquellos dones, incluyendo el don de profecía, sean dados a la comunidad cristiana sigue vigente.
Otro argumento es la advertencia bíblica de que los creyentes no deberían rechazar ninguna manifestación del don de profecía sin una razón convincente para hacerlo (1 Tes. 5: 19-21). Si el genuino don de profecía no iba a ser otorgado posteriormente a la época apostólica, ¿qué sentido tendría que se diera esa advertencia? Pero el apóstol Juan alerta a sus lectores: «Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo» (1 Juan 4: 1). ¿Por qué deberíamos probar a los profetas si ningún verdadero profeta iba a aparecer alguna vez después de la época apostólica?
Un tercer argumento en favor de la orientación profética moderna se fundamenta en los pasajes escatológicos que hablan de la manifestación profética genuina anterior a la segunda venida de Cristo. Por ejemplo, Joel 2: 28-31 dice que «antes que venga el día, grande y espantoso, de Jehová» muchos realmente profetizarían, tendrían «sueños» y «visiones». Aunque esta profecía tuvo un cumplimiento parcial en el Pentecostés (Hech. 2: 16-21), su cumplimiento está también relacionado a las mismas señales escatológicas en el sol y en la luna descritas en Mateo 24: 29-31 y Lucas 21: 25-28. Además, Apocalipsis 12: 17 se refiere al «testimonio de Jesucristo» como una de las principales características del remanente del tiempo del fin. Este «testimonio», definido en Apocalipsis 19: 10 como «el espíritu de profecía», los adventistas del séptimo día entienden que ha tenido un evidente cumplimiento en el ministerio profético de Elena G. de White.22
Pero ¿qué función desempeñó realmente el ministerio profético de Elena en el proceso de restauración de la verdad? George R. Knight afirma, consideramos que acertadamente «podemos apreciar mejor el rol de la Sra. White en el desarrollo doctrinal como una confirmación más bien que como una iniciación».23 Según T. H. Jemison, su ministerio cumplió «tres propósitos básicos: 1) dirigir la atención a la Biblia, 2) ayudar a entender la Biblia y 3) ayudar a aplicar los principios bíblicos en nuestras vidas».24
La tercera dimensión de la naturaleza profética del movimiento adventista es precisamente el mensaje profético que debe ser proclamado al mundo entero, a fin de prepararse para la segunda venida de Cristo. Daniel 8: 9-13 habla de un cuerno pequeño que «creció mucho» en dos dimensiones: horizontal-mente «hacia el sur y el oriente, y hacia la tierra gloriosa»; y verticalmente hasta el «ejército del cielo». Este poderoso cuerno derribó 1) al Príncipe de los ejércitos, 2) el lugar de su santuario, 3) su ministerio sacerdotal, y 4) la verdad relacionada con el santuario. Pero ¿cómo se cumplió todo eso?
Muchos intérpretes han seguido a Flavio Josefo25 y a otras antiguas fuentes judías y cristianas que sugieren que la obra de este cuerno fue ejecutada por Antíoco IV Epífanes, cuando él profanó el templo en Jerusalén y lo dedicó a Zeus olímpico (2 Macabeos 6: 1-11).26 Pero esta interpretación se queda corta si tenemos en cuenta el hecho de que Antíoco IV no tuvo la influencia cósmica prevista por Daniel 8: 9-13 (cf. 7: 8, 10-12, 21-22, 23-25),27 y que Cristo se refirió explícitamente a «la abominación desoladora, de la que habló el profeta Daniel» como un evento futuro (Mat. 24: 15; Mar. 13: 14; cf. Dan. 8: 12-13; 9: 27; 11: 31; 12: 11; 2 Tes. 2: 1-12).28
Lutero observó que el sistema romanista en su totalidad socavaba el sacrificio de Cristo en la cruz y su sacerdocio celestial.29 El Reformador declaró sin rodeos:
En este santo, glorioso, feliz, misericordioso sacerdocio [de Cristo], el cerdo del diablo, el papa, se ha dado de morros; no solo profanándolo, sino destruyéndolo y eliminándolo completamente, y estableciendo otro sacerdocio, el suyo, tomando de todos los sacerdocios paganos y haciendo un revoltijo de abominaciones.30
El método alegórico brindó suficiente laxitud hermenéutica para que la iglesia medieval impusiera muchas suposiciones de la cultura grecorromana sobre la Biblia. Por ejemplo, la iglesia sustituyó la doctrina bíblica de la inmortalidad condicional (1 Juan 5: 11-13) por la falacia pagana de la inmortalidad natural del alma; eclipsó el sacrificio único e irrepetible de Cristo en la cruz (Heb. 9: 28) con el repetitivo y mal llamado «sacrificio de la misa»; elmininó el sacerdocio mediador único de Jesús en el cielo (1 Tim. 2: 5) añadiendo el de María y de muchos otros santos muertos; difuminó el significado de su glorioso segundo advenimiento (Juan 14: 1-3) con la noción de que la muerte libera las almas humanas para que reciban inmediatamente después de la muete la recompensa final; y reemplazó el sábado (Éxo. 20: 8-11; Heb. 4: 4, 9-11) por el domingo.
Pero mientras Daniel 8: 9-13 describe los devastadores ataques de aquel poder contra el santuario divino y su sistema de verdades, Daniel 8: 14 revela que al final de los 2,300 días proféticos el santuario sería «restaurado» (RVA15/NBLA) y «purificado» (RV95). El término original niṣdaq implica aquí «la “restauración” del ministerio en el santuario, su “purificación” de un horrible pecado, y la “elevación” o la “vindicación” de los santos y el santuario, los cuales han sido pisoteados».31 En otras palabras, el versículo 14 habla de la revocación de la profana actuación de aquel cuerno pequeño que había crecido tan notablemente.
Hablando sobre la restauración de las verdades bíblicas dentro de los círculos adventistas observadores del sábado después de 1844, Elena G. de White declara: «El pasaje bíblico que más que ninguno había sido el fundamento y el pilar central de la fe adventista era la declaración: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el santuario” (Dan. 8: 14)».32 A esto añade:
El asunto del santuario fue la clave que aclaró el misterio del desengaño de 1844. Reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista, y al poner de manifiesto la situación y la obra de su pueblo le indicaba cuál era su deber de allí en adelante.33
En nuestro artículo «The Sanctuary Motif Within the Framework of the Great Controversy» (El motivo del santuario dentro del marco del gran conflicto), describíamos la permanente oposición entre el sistema del verdadero santuario de Dios y las entidades del santuario falsificadas por Satanás.34 Al final de los 2,300 días proféticos Dios suscitó el movimiento adventista del séptimo día para restaurar la verdad bíblica del santuario. En el gráfico de abajo, la línea de tiempo del verdadero santuario está señalada por la letra «V», y la del falso por la letra «F».
El santuario desempeña un papel crucial en el plan de salvación. Es la morada de Dios (Éxo. 25: 8; Isa. 6: 1-4; Apoc. 7: 15), el custodio de la Ley de Dios (Éxo. 31: 18; 40: 20; Heb. 9: 4; Apoc. 11: 19) y el lugar donde la salvación es ofrecida (Heb. 4: 14-16). Los adventistas del séptimo día han visto los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14: 6-12 como una proclamación escatológica del tiempo del fin que restaura el sistema doctrinal cohesionado por el motivo del santuario.35
En otro lugar hemos demostrado cómo lo esencial del tema del santuario de Daniel 8: 14 y los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14: 6-12 integraron las primeras doctrinas distintivas de los adventistas del séptimo día tales como 1) la perpetuidad de la Ley de Dios y el sábado, 2) el ministerio celestial de Cristo, 3) su segunda venida, 4) la inmortalidad condicional del alma, y 5) el don profético.36
Considerando el santuario como el lugar donde Cristo mismo ministra en nuestro favor, Elena G. de White declara que «la correcta comprensión del ministerio del santuario celestial es el fundamento de nuestra fe».37 «Cristo, su carácter y su obra, es el núcleo y la esfera de toda verdad. Él es la cadena a la cual están unidas las gemas doctrinales. En él se encuentra todo el sistema de la verdad».38
La verdad para este tiempo es amplia y engloba diversas doctrinas; pero las doctrinas no constituyen conceptos separados y de poco significado, sino que están unidas por hilos de oro que conforman un todo que tiene a Cristo como su centro vital. Las verdades de la Biblia que presentamos son tan firmes e inconmovibles como el trono de Dios.39
Si decidimos estudiar la teología adventista desde una perspectiva más «coral» incluyendo múltiples temas,40 entonces podríamos considerar a Dios como su centro de desarrollo, el conflicto cósmico como su marco, al pacto eterno como su fundamento, al santuario como su elemento cohesionador, al mensaje de los tres ángeles como su proclamación escatológica y al remanente como su resultado misionológico.41
Elena G. de White exhorta a los predicadores adventistas a presentar los componentes fundamentales del mensaje en sus sermones e indica:
Son muchas las preciosas verdades que contiene la Palabra de Dios, pero es «la verdad presente» lo que el rebaño necesita. He visto el peligro que existe de que los mensajeros se desvíen de los temas importantes de la verdad presente para espaciarse en asuntos que no tienden a unir el rebaño ni santificar el alma. En esto, Satanás aprovechará toda ventaja posible para perjudicar la obra de Dios.
Pero los temas como el santuario, en relación con los 2,300 días [Dan. 8: 14], los mandamientos de Dios y la fe de Jesús [Apoc. 14: 12], son perfectamente adecuados para explicar el movimiento adventista pasado y cuál es nuestra posición actual, establecer la fe de los que dudan, y dar certidumbre al glorioso futuro. He visto con frecuencia que estos eran los temas principales en los cuales deben espaciarse los mensajeros.42
La gente hoy quiere aceptar a Cristo como su Salvador, pero no como su Señor, quieren reavivamiento, pero no reforma. Indudablemente, «los adventistas del séptimo día debieran destacarse entre todos los que profesan ser cristianos, en cuanto a ensalzar a Cristo ante el mundo».43 Pero, al hacerlo, nunca deben olvidar los componentes distintivos del mensaje adventista. George R. Knight sugiere que el mensaje profético es lo que hace al adventismo relevante hoy en día y le da «fuerza tanto en el presente como en el futuro».44 Después de todo, nuestra identidad adventista del séptimo día está anclada en Cristo y todas sus enseñanzas (Mat. 4: 4; 28: 20; Juan 16: 13), incluyendo las que tienen que ver con las profecías, especialmente tal como se ponen de manifiesto a través de una correcta comprensión del santuario.
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1 P. Gerard Damsteegt, Foundations of the Seventh-day Adventist Message and Mission (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1977), proporciona una útil exposición sobre cómo los primeros adventistas entendieron su identidad profética.
2 Gerhard Pfandl, The Time of the End in the Book of Daniel, Adventist Theological Society Dissertation Series, t. 1 (Berrien Springs, MI: Adventist Theological Society Publications, 1992).
3 Las exposiciones adventistas del séptimo día clásicas sobre aquellos eventos ocurridos a finales del siglo XVIII y principios del XIX aparecen en Uriah Smith, Thoughts, Critical and Practical, on the Book of Revelation (Battle Creek, MI: Steam Press of the Seventh-day Adventist Publishing Association, 1865), pp. 107-117; E. G. de White, El conflicto de los siglos (Doral, FL: IADPA, 2013), pp. 305-310; 334-335. Véase también Comentario bíblico adventista, ed. Francis D. Nichol (Buenos Aires: ACES, 1995), t. 5, p. 490; t. 7, p. 795; C. Mervyn Maxwell, Dios revela el futuro: El mensaje de Apocalipsis (Doral, FL: IADPA, 2018), pp. 197-202; Richard P. Lehmann, «La segunda venida de Jesús», en Teología fundamentos de nuestra fe (Doral, FL: IADPA, 2008), pp. 66-67; Creencias de los Adventistas del Séptimo Día: Una exposición bíblica de las doctrinas fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Doral, FL: IADPA, 2018), pp. 466-468; Ranko Stefanovic, La revelación de Jesucristo: Comentario del libro del Apocalipsis (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2013), p. 249.
4 Donald Casebolt, «Is Ellen White’s Interpretation of Biblical Prophecy Final?», Spectrum 12, n° 4 1982): 2-9; Ki Kon Kim, The Signs of the Parousia: A Diachronic and Comparative Study of the Apocalyptic Vocabulary of Matthew 24: 27-31, Korean Sahmyook University Monographs Doctoral Dissertation Series, vol. 3 (Seúl: Institute for Theological Research, Korean Sahmyook University, 1994); Hans K. LaRondelle, How to Understand the End-Time Prophecies of the Bible: The Biblical-Contextual Approach (Sarasota, FL: First Impressions, 1997), pp. 51-52; Hans K. LaRondelle, «The Application of Cosmic Signs in the Adventist Tradition», Ministry, septiembre de 1998, pp. 25-27 (varias reacciones críticas a este artículo aparecieron en Ministry,diciembre de 1998, pp. 3, 29); Graeme Bradford, More Than a Prophet, Biblical Perspectives, vol. 18 (Berrien Springs, MI: Biblical Perspectives, 2006), pp. 137-150.
5 Jon Paulien, «Los siete sellos», en Simposio sobre Apocalipsis–Libro 1, ed. Frank B. Holbrook (Doral, FL: IADPA, 2010), t. 6, p. 286.
6 William H. Shea, «Cosmic Signs through History», Ministry, febrero de 1999, pp. 10-11.
7 Edward Paice, Wrath of God: The Great Lisbon Earthquake of 1755 (Londres: Quercus, 2008).
8 Otto Friedrich, The End of the World: A History (Nueva York: Coward, McCann & Geoghegan, 1982), p. 179.
9 S. J. Watson, By Command of the Emperor: A Life of Marshal Berthier (Cambridge: Ken Trotman, 1988).
10 Véase LeRoy E. Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers (Washington, DC: Review and Herald, 1946-1954), t. 2, pp. 723-782. Los tomos 3 y 4 de esta obra describen el resurgir del interés por el estudio de las profecías bíblicas ocurrido después de 1798.
11 William H. Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, ed. rev., Daniel and Revelation Committee, t. 1 (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992). Véase también William H. Shea, «Las profecías cronológicas de Daniel 12 y Apocalipsis 12–13», en Simposio sobre Apocalipsis-Libro 1, ed. Frank B. Holbrook (Doral, FL: IADPA, 2010), pp. 387-428.
12 Alberto R. Timm, «Miniature Symbolization and the Year-Day Principle of Prophetic Interpretation», Andrews University Seminary Studies 42, n° 1 (Spring 2004): pp. 149-167. Una versión ligeramente abreviada de este artículo fue publicada como «Miniature Symbolization and the Year-Day Principle», Reflections: A BRI Newsletter 44 (2013): pp. 6-12.
13 Por ejemplo, Siegfried H. Horn, Lynn H. Wood, The Chronology of Ezra 7 (Washington, DC: Review and Herald, 1953); 2a ed. (Washington, DC: Review and Herald, 1970); Gerhard F. Hasel, «Interpretations of the Chronology of the Seventh Weeks», The Seventy Weeks, Leviticus, and the Nature of Prophecy, ed. Frank B. Holbrook, Daniel and Revelation Committee (Washington, DC: Biblical Research Institute, 1986), t. 3, pp. 3-63; Arthur J. Ferch, «Commencement Date for the Seventy Week Prophecy», The Seventy Weeks, Leviticus, and the Nature of Prophecy, pp. 64-74; William H. Shea, «The Prophecy of Daniel 9: 24-27», The Seventy Weeks, Leviticus, and the Nature of Prophecy, pp. 75-118; Brempong Owusu-Antwi, The Chronology of Daniel 9:24–27, Adventist Theological Society Dissertation Series, vol. 2 (Berrien Springs, MI: Adventist Theological Society Publications, 1995); Juarez R. de Oliveira, Chronological Studies Related to Daniel 8: 14 and 9: 24-27 (Engenheiro Coelho, SP, Brasil: Imprensa Universitária Adventista, 2004). Véase también Shea, «The Relationship Between the Prophecies of Daniel 8 and Daniel 9», The Sanctuary and the Atonement: Biblical, Historical, and Theological Studies, eds. Arnold V. Wallenkampf, W. Richard Lesher (Washington, DC: Review and Herald, 1981), pp. 228-250.
14 Por ejemplo, Alberto R. Timm, «A Short Historical Background to A.D. 508 & 538 as Related to the Establishment of Papal Supremacy», Prophetic Principles: Crucial Exegetical, Theological, Historical & Practical Insights, ed. Ron du Preez, Scripture Symposium, n° 1 (Lansing, MI: Michigan Conference of Seventh-day Adventists, 2007), pp. 207-231; Jean Carlos Zukowski, «The Role and Status of the Catholic Church in the Church-State Relationship within the Roman Empire from A.D. 306 to 814» (Tesis doctoral, Andrews University, 2009); Heinz Schaidinger, Historical Confirmation of Prophetic Periods, Biblical Research Institute Release, no 7 (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2010); Heidi Heiks, AD 508 Source Book (Ringgold, GA: TEACH Services, 2011); Heidi Heiks, AD 538 Source Book (Ringgold, GA: TEACH Services, 2010); Heidi Heiks, AD 1798 [and] 1843 Source Book (Ringgold, GA: TEACH Services, 2010).
15 Esta sección está basada mayormente en el artículo de Alberto R. Timm, «Ellen G. White: Prophetic Voice for the Last Days», Ministry, febrero de 2004, pp. 18-21.
16 Witness of the Pioneers Concerning the Spirit of Prophecy: A Facsimile Reprint of Periodical and Pamphlet Articles Written by the Contemporaries of Ellen G. White (Washington, DC: Ellen G. White Estate, 1961).
17 Por ejemplo, A Declaration of the Fundamental Principles Taught and Practiced by Seventh-day Adventists (Battle Creek, MI: Steam Press of the Seventh-day Adventist Publishing Association, 1872), p. 11; Seventh-day Adventist Yearbook of Statistics for 1889 (Battle Creek, MI: Review & Herald, 1889), p. 150; «Fundamental Principles of Seventh-day Adventists», Words of Truth Series, no 5 extra (julio de 1897), p. 10; 1931 Yearbook of the Seventh-day Adventist Denomination (Washington, DC: Review and Herald, 1931), p. 379; Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Manual de la Iglesia, 2a ed. (Doral, FL: IADPA, 2016), pp. 36, 38, 176.
18 George E. Rice, «Los dones espirituales», en Teologia fundamentos de nuestra fe (Doral, FL: IADPA, 2007), t. 6, pp. 95-174.
19 Por ejemplo, «Business Proceedings of the Fifth Annual Session of the General Conference of Seventh-day Adventists», Advent Review and Sabbath Herald (en adelante RH), 28 de mayo de 1867, p. 284; «Business Proceedings. Of the Seventh Annual Session of the General Conference of SDA», RH, 25 de mayo de 1869, p. 173; «Business Proceedings of the Eighth Annual Session of the General Conference of SDA», RH, 22 de marzo de 1870, p. 109; «Business Proceedings of the Ninth Annual Session of the General Conference of SDA», RH, 14 de febrero de 1871, p. 68; «Business Proceedings of the Twelfth Annual Meeting of the SDA General Conference», RH, 25 de noviembre de 1873, p. 190; «Sixteenth Annual Session of the General Conference of SDA», RH, 4 de octubre de 1877, p. 105; «Seventeenth Annual Session of the General Conference of SDA», RH, October 24, 1878, p. 129; «The Conference», RH, December 4, 1879, p. 184; «General Conference», RH, 20 de diciembre de 1881, p. 392; «General Conference», RH, 26 de diciembre de 1882, p. 787; «General Conference Proceedings», RH, 30 de noviembre de 1886, p. 744; «Proceedings of the General Conference», RH, 18 de junio de 1936, pp. 280-281; «Proceedings of the General Conference», RH, 14 de junio de 1946, pp. 201-203; «Proceedings of the General Conference», RH, 6 de junio de 1954, p. 267; «Resolution on Spirit of Prophecy», RH, 27 de septiembre de 1962, p. 17; «Resolution: Spirit of Prophecy Writings» RH, 30 de junio de 1966, pp. 10-11; «Final Report of the Plans Committee», RH, 25 de junio-2 de julio de 1970, pp. 5-6; «Final Report of the Plans Committee», RH, 7-14 de agosto de 1975, p. 8; «Session Actions», Adventist Review (en adelante AR), 1 de mayo de 1980, p. 19; «Session Actions», AR, 7 de julio de 1985, pp. 8-9; «Resolution on Spirit of Prophecy—1990 General Conference Session», AR, 26 de julio-2 de agosto de 1990, pp. 6-7; «Statement of Confidence in the Spirit of Prophecy», AR, 3 de julio de 1995, p. 30; «Resolution on the Gift of Prophecy Through the Ministry of Ellen G White», AR, 4 de julio de 2000, p. 11; «Resolution on the Spirit of Prophecy», AR, 5 de julio de 2005, pp. 27-28; «Resolution on the Spirit of Prophecy as Manifested in the Ministry and Writings of Ellen G. White», AR, 1o de julio de 2010, p. 27.
20 Cf. Amós 3: 7, NVI: «En verdad, nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas».
21 Valdecir S. Lima, «Necessitamos de um profeta hoje?», Revista Adventista (Brasil), diciembre de 2000, pp. 8-9.
22 Gerhard Pfandl, «La iglesia remanente y el espíritu de profecía», en Simposio sobre Apocalipsis-Libro 2, ed. Frank B. Holbrook (Doral, FL: IADPA, 2011), pp. 373-422.
23 George R. Knight, A Brief History of Seventh-day Adventists (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1999), p. 37.
24 T. Housel Jemison, A Prophet Among You (Mountain View, CA: Pacific Press, 1955), p. 371.
25 Antigüedades X. 275.
26 William H. Shea, «Inicio del desarrollo de la interpretación de Antíoco Epífanes», en Simposio sobre Daniel, ed. F. B. Holbrook (Doral, FL: IADPA, 2010), pp. 257-333.
27 Gerhard F. Hasel, «El “cuerno pequeño”, el santuario celestial y el tiempo del fin: estudio de Daniel 8: 9-14», en Simposio sobre Daniel, pp. 383-470.
28 Desmond Ford, Abomination of Desolation in Biblical Eschatology (Washington, DC: University Press of America, 1979).
29 Alberto R. Timm, «The Priesthood of Christ According to Martin Luther», Christ, Salvation, and the Eschaton: Essays in Honor of Hans K. LaRondelle, eds. Daniel Heinz, Jiri Moskala, Peter M. van Bemmelen (Berrien Springs, MI: Old Testament Department, Seventh-day Adventist Theological Seminary, Andrews University, 2009), pp. 171-187.
30 Martin Luther, «The Misuse of the Mass» (1521), Luther’s Works,36:201 (WA 8:540).
31 Niels-Erik Andreasen, «Traducción de niṣdaq/Katharisthēsetai en Daniel 8: 14», en Simposio sobre Daniel, p. 404.
32 E. G. de White, El conflicto de los siglos, p. 405.
33 Ibid., p. 419.
34 Alberto R. Timm, «The Sanctuary Motif within the Framework of the Great Controversy», The Cosmic Battle for Planet Earth: Essays in Honor of Norman R. Gulley, eds. Ronald A. G. du Preez, Jiri Moskala (Berrien Springs, MI: Old Testament Department, Seventh-day Adventist Theological Seminary, Andrews University, 2003), pp. 69-84.
35 E. G. de White, Primeros escritos (Doral, FL: IADPA, 2010), pp. 281-307. Véase también Alberto R. Timm, «Three Angels’ Messages», The Ellen G. White Encyclopedia, 2a ed., eds. Denis Fortin, Jerry Moon (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2013 [2014]), pp. 1219-1221.
36 Alberto R. Timm, El santuario y los mensajes de los tres angeles (Doral, FL: IADPA, 2015); cf. Alberto R. Timm, O Santuário e as Três Mensagens Angélicas: Fatores integrativos no desenvolvimento das doutrinas adventistas, 7a ed. con gráficos, y prefácio de George R. Knight (Engenheiro Coelho, SP, Brasil: Unaspress, 2018).
37 E. G. de White, El evangelismo (Doral, FL: IADPA, 2016), p. 168.
38 E. G. de White, «Contemplate Christ’s Perfection, Not Man’s Imperfections», RH, 15 de agosto de 1893, p. 513. Véase también E. G. de White, Nuestra elevada vocación (Buenos Aires: ACES, 1962), p. 18.
39 E. G. de White, Mensajes selectos (Nampa, ID: Pacific Press, 1967), t. 2, p. 99.
40 Para seguir estudiando el concepto de que la integración de un sistema teológico no debe limitarse al papel que desempeña un solo tema, sino que debe tener en cuenta el espectro más amplio de temas interrelacionados, véase, por ejemplo, Gerhard F. Hasel, Old Testament Theology: Basic Issues in the Current Debate, 4a edition (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1991), pp. 139-171; Gerhard F. Hasel, New Testament Theology: Basic Issues in the Current Debate (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1978), pp. 140-170; Vern S. Poythress, Symphonic Theology: The Validity of Multiple Perspectives in Theology (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1987).
41 Timm, The Sanctuary and the Three Angels’ Messages, pp. 230-242, 273; Alberto R. Timm, «Ellen G. White: Side Issues or Central Message?», Journal of the Adventist Theological Society 7, n° 2 (1996): pp. 168-179.
42 E. G. de White, Primeros escritos, p. 91.
43 E. G. de White, Obreros evangélicos (Buenos Aires: ACES, 1997), p. 164.
44 George R. Knight, La visión apocalíptica y la castración del adventismo (Doral, FL: IADPA, 2009), p. 22.