Cambio climático, calentamiento global y medio ambiente

Cuando Dios terminó de crear el mundo, «vio todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera» (Gén.1: 31). Y cuando creó a Adán, lo «puso en el huerto de Edén para que lo labrara y lo cuidara» (Gén. 2: 15). La humanidad debía cuidar la tierra y toda la vida contenida en ella (Gén. 1: 28).

Algunos creyentes argumentan que no es importante cuidar el medioambiente porque Dios ha prometido restaurar el planeta (Apoc. 21: 1). Sin embargo, eso sería como argumentar que podemos abusar de nuestros cuerpos con drogas, tabaco o alcohol porque Dios ha prometido restaurarlos (1 Cor. 15: 50-54). La belleza del mundo natural es una forma única en la que Dios se comunica y permite que contemplemos su gloria. El rey David escribió: «Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Sal. 19: 1).

Las preocupaciones medioambientales surgen principalmente de la mala gestión que la humanidad está haciendo de la Tierra y sus recursos. Cientos de miles de kilómetros cuadrados de océanos se llenan de plásticos, además, los excesos en la pesca diezman los ecosistemas. La contaminación envenena el aire y el agua, causándonos sufrimiento y enfermedad. La tala masiva de los bosques y el consumo de combustibles fósiles causan daños en el medio ambiente que tienen consecuencias realmente terribles.

La desidia humana, el egoísmo y la codicia son las causas principales de la mayoría del daño ambiental. ¿Cómo puedes tú, a nivel individual, marcar alguna diferencia?

La Tierra, por ahora, sigue siendo nuestro hogar y, aunque debemos evitar los extremos, hemos de cuidarla lo mejor que podamos.

Para una comprensión más profunda de este tema, ver el siguiente enlace: https://www.adventist.org/en/information/official-statements/statements/article/go/-/caring-for-the-environment/