Personas que ejercen cargos de autoridad, gobierno y liderazgo

¿Cómo deberíamos relacionarnos con las personas que ejercen cargos de autoridad, gobierno y liderazgo? ¿Deberíamos brindarles obediencia y apoyo incondicional? ¿O tal vez deberíamos rehusarnos a someternos a ellos porque solo Jesús es nuestro Señor?

Aunque Dios es incuestionablemente la autoridad suprema —y Jesús es el Rey de reyes y Señor de señores (Apoc. 19: 16)—, Dios nos ha dejado claro que ha establecido estructuras de liderazgo con líneas legítimas de autoridad. Aunque imperfectas, estas autoridades cumplen sus propósitos que, generalmente, consisten en ofrecer protección a las personas para que puedan vivir en paz (Rom. 13: 1-7; 1 Tim. 2: 1-2). La Biblia nos enseña a vivir adoptando una postura de obediencia y respeto hacia nuestro gobierno y nuestros líderes y no causarnos problemas a nosotros mismos y a los demás al estar en oposición innecesaria (Tito 3: 1-2; Heb. 13: 17). Deberíamos darle a Dios lo que le corresponde y también a las autoridades terrenales lo que les corresponde (Luc. 20: 20-26). Sin embargo, si alguna vez, nuestros líderes terrenales nos piden que hagamos algo que contradice la Ley de Dios, debemos mantener nuestra lealtad al Señor, nuestro Rey supremo. Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech. 5: 29).

Dios tiene elevados estándares para los líderes. Junto con la autoridad viene la responsabilidad. El Señor quiere gobernantes justos, por eso los escritores bíblicos y los profetas no vacilaron en mostrar y condenar la injusticia (Deut. 16: 18-20; Prov. 28: 3; 29: 4; Isa. 10: 1-2). Los modernos activistas de los derechos civiles han empleado principios bíblicos (como Mat. 5: 38-48) para despertar la conciencia de los opresores y brindar justicia a los oprimidos.

No importa cuán elevado sea nuestro rango, Dios sigue siendo nuestro maestro (Efe. 6: 9; 1 Ped. 5: 2-4), y en el reino de Dios los honores más altos se conceden a los que buscan la posición más baja (Mar. 9: 35). Cualquiera que sea nuestra posición en la iglesia o en el mundo, debemos llevar a cabo nuestras responsabilidades con un corazón servicial y buscar el bien de los que están bajo nuestro cuidado. Este es el ejemplo de Jesús, quien «no vino para ser servido, sino para servir» (Mat. 20: 28).

Para una comprensión más profunda de este tema, ver el siguiente enlace: https://www.adventist.org/en/information/official-statements/documents/article/go/-/church-state-relations/