La maternidad subrogada
Cuando pensamos en una familia, por lo general nos imaginamos una familia «tradicional». Sin embargo, debido a los avances en medicina y biotecnología, esta no es la única opción disponible. Cuando las parejas tienen dificultades para concebir un niño o llevar el embarazo a término, muchas de ellas recurren a endocrinólogos reproductivos. Los tratamientos de fertilidad plantean una multitud de preguntas y desafíos éticos, desde el tratamiento para conseguir que el cuerpo de la propia madre lleve al bebé hasta el uso de una madre sustituta para llevar al niño anhelado.
La maternidad subrogada permite que otra mujer quede embarazada en lugar de la supuesta madre, quien no puede o no quiere llevar a su propio hijo. Un embrión concebido mediante fertilización in vitro se implanta en el útero de la madre sustituta. Y aunque nuestros corazones sienten con los que no pueden concebir, hay muchos aspectos a considerar antes de decidir involucrarnos como ayudantes para construir la familia de otros.
La maternidad subrogada es mucho más que una decisión emocional. Si bien el coste para tener un niño a través de la gestación subrogada es impactante, las portadoras reciben solo una fracción de este dinero, ya que los médicos, embriólogos y abogados también reciben su parte. A veces, una hermana o familiar decide llevar el bebé para una pareja infértil, pero generalmente la madre gestacional no tiene relación previa con los padres del niño.
Antes de acceder a este tipo de acuerdo, deben contabilizarse los costes. La industria de la fertilidad puede aprovecharse de mujeres analfabetas y pobres y explotarlas para sus propios fines. El embarazo siempre implica riesgos para la salud. Además, está el desgaste emocional y psicológico que supone renunciar a una vida que has decidido criar y nutrir dentro de tu propio ser. Debido a esto, no se puede acceder a la maternidad subrogada por una mera compensación económica. Siempre habrá una carga emocional y un vínculo que hará que te preguntes cómo está siendo criado ese pedacito de ti y que tengas un sentimiento de responsabilidad por la vida que has traído a este mundo. Es difícil deshacerte de todo esto.
También surgen otras preguntas. ¿Cuántos embriones se transferirán y qué sucederá si más de uno se implanta y desarrolla? En el acuerdo para la maternidad subrogada son los padres quienes decidirán si se pondrá en práctica la «reducción selectiva», un procedimiento por el cual uno o varios embriones se eliminan para brindarle a uno solo más probabilidades de supervivencia y desarrollo. Se debe tomar una decisión sobre qué pasará si se considera que el feto o el recién nacido está discapacitado. Tales imprevistos pueden llevar al aborto o implican encontrar otros medios para encargarse de un bebé no deseado después del parto, opciones que generan un dilema moral incluso mayor desde el punto de vista bíblico.
Cada embarazo supone un riesgo para la salud de la madre, sobre todo cuando varios embriones se implantan simultáneamente. Estos riesgos incluyen complicaciones durante el embarazo y el parto, cesárea, y en el peor de los casos, la pérdida de la vida de la madre. La madre biológica también puede tener problemas emocionales y psicológicos.
El ideal en la Biblia es respetar la vida en todas sus formas. Dios valora la vida. Su propia imagen está grabada en nuestro ser. Estamos llamados a valorar la vida independientemente si es una representación perfecta de lo ideal o si lleva las huellas del mundo en el que vivimos. Este entendimiento sobre el valor de la vida debe llevar a una reflexión profunda en oración para determinar si es correcto involucrarse en la endocrinología reproductiva, formar una familia a través de la adopción o aceptar una vida sin hijos.
Para una comprensión más profunda de este tema, ver el siguiente enlace: https://www.adventist.org/en/information/official-statements/documents/article/go/-/considerations-on-assisted-human-reproduction/