La esclavitud y la explotación de seres humanos

Cuando oyes la palabra esclavitud puede que pienses en gente que vivió hace muchos años, en la antigua Roma o antes de la Guerra Civil estadounidense. Puedes imaginarte que la esclavitud ocurrió solo en el pasado lejano, sin embargo, la realidad es que todavía existe en este tiempo. Todavía hay personas que son tratadas como una mercancía —un producto para comprar y vender—. La esclavitud es contraria a lo que Dios había destinado a la humanidad.

Las organizaciones que se dedican a acabar con el tráfico de seres humanos estiman que, en el mundo, más de 25 millones de personas han sido captadas en esta red. Algunas personas son retenidas contra su voluntad y forzadas a trabajar a cambio de salarios que no hacen sino endeudarlos más y más. En algunos lugares, los salarios son tan bajos que los trabajadores deben pedir prestado a sus jefes para poder obtener el sustento básico. A pesar de que trabajan muchas horas, se endeudan cada vez más. Básicamente, sus jefes son sus dueños. Esto es tráfico laboral.

En otros lugares, las familias pobres deben elegir entre enviar a un hijo a ganar el dinero que necesitan para sustentar a los otros, o ver cómo todos sus hijos mueren de hambre. Jóvenes son contratados para trabajos en los que son encadenados, y no son liberados hasta bien entrados en la edad adulta. En otros casos, hombres y mujeres son engañados con promesas de relaciones, ingresos y estatus, solo para encontrarse a sí mismos involucrados en el tráfico sexual.

La explotación económica contribuye grandemente a la pobreza, el crimen, la guerra y los disturbios sociales. Dirigiéndose a las personas que se hacían ricas a costa de otras, el apóstol Santiago escribió: «El jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros, clama, y los clamores de los que habían segado han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos» (Sant. 5: 4). La Biblia nos llama a cuidar a todas las personas. Proverbios 14: 31 declara: «El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor, pero lo honra el que tiene misericordia del pobre».

Hay muchas maneras en las que puedes ayudar a luchar contra el tráfico de seres humanos y la explotación laboral. Considera: