El cine
Como todas las formas del arte, las películas han sido un tema controvertido para los cristianos desde su comienzo. En los años previos a la invención de las imágenes en movimiento, a menudo, los teatros eran asociados con prostitución, uso de drogas y otras actividades ilícitas (bastante lejos de la realidad de hoy en los cines donde se te pide que salgas por usar tu teléfono móvil). La controversia sobre el entretenimiento ha continuado, y ahora con la invención de la radio, la televisión y otros aparatos portátiles de ocio visual para el hogar, se vuelve aún más importante.
En los años setenta, el teórico mediático Marshall McLuhan declaró: «El medio es el mensaje». En otras palabras, cómo compartimos el mensaje influencia su significado. Una película es un medio poderoso de contar historias que ha convertido las sociedades en más visuales y experienciales. Estos elementos pueden promover narrativas positivas o, por otro lado, perjudiciales. Pueden hacer que estemos insatisfechos con el mundo, de manera que nos anime a trabajar para mejorarlo. Parte de este debate depende de la cultura, muchísimo del contenido de la película, y de cuánto tiempo y dinero invertimos en consumir películas, en vez de crear nuestro propio mundo.
Al seleccionar qué mirar, debemos guiarnos por los principios que se encuentran en el Salmo 101, donde el rey David declara: « No pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco la obra de los que se desvían; ninguno de ellos se acercará a mí.» (vers. 3). En Filipenses 4: 8, Pablo agrega, «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad».
La Biblia nos dice: «Probad los espíritus» (1 Juan 4: 1). En otras palabras, la película como medio no es mala en sí misma. Sin embrago, si se usa sin criterio puede exponernos a visiones distorsionadas de la realidad y hacer que invirtamos tiempo y recursos excesivos en ello. Como en cada aspecto de nuestra vida, considera en oración la manera en la que el Espíritu impresiona tu corazón cuando se trata de elegir cómo invertir tu tiempo.