El abuso
Como una herida que sangra sin cesar, los efectos del abuso pueden durar para siempre. Los daños psicológicos del abuso, ya sea emocional, físico, sexual o espiritual, pueden persistir y condicionar la vida de las personas para siempre.
Dios siempre está listo para levantarnos y sostenernos. No obstante, Dios también usa a nuestros semejantes para ayudarnos a sanar y superar los problemas. El abuso se tiene que denunciar y acabar. Si estás sufriendo abusos, es fundamental que salgas de esta situación e informes a las autoridades correspondientes. Si tienes conocimiento sobre maltratos que se están cometiendo contra alguien, es vital que hagas todo lo posible para ayudar a la persona que está siendo maltratada, incluso informar de lo que sabes. Es fácil encontrar motivos para no denunciar el abuso, tal como el miedo a arruinar la reputación de alguien o perjudicar la obra de Dios. Habla de todos modos. Detener el abuso hoy puede evitar que muchas más personas sean abusadas.
Si has sido maltratado, busca ayuda profesional y, si es necesario, asistencia médica que te ayudarán a rehacer tu vida. Ten en cuenta que, si has sido abusado por una figura de autoridad, puede que te resulte difícil relacionarte con personas que desempeñan un papel similar, como por ejemplo médicos o pastores. El camino de la recuperación no va a ser fácil, pero es esencial para poder liberarte de lo que has sufrido.
Para una comprensión más profunda de este tema, ver el siguiente enlace: https://www.adventist.org/en/information/official-statements/statements/article/go/-/statement-on-abuse-and-family-violence/