El abandono escolar

«No dejes los estudios». Es algo que se oye con frecuencia, pero en muchas partes del mundo, un gran número de estudiantes no terminan la educación secundaria.

Dejar los estudios no ocurre de la noche a la mañana. Puede que empieces suspendiendo una o dos asignaturas, faltando a clase algunos días y perdiendo la motivación. Con clases impartidas por múltiples profesores, para un estudiante de educación secundaria es fácil perderse en el barullo, sin que nadie intervenga en asegurar su éxito.

A veces, las familias dependen de los ingresos de sus hijos para sobrevivir. Los adolescentes que trabajan veinte horas o más a la semana tienen mucho más riesgo de abandonar los estudios. Es difícil estudiar cuando inviertes todo tu tiempo libre en trabajar. Cuando un estudiante estudia menos, su rendimiento cae. Cuando eso sucede, puede que empiece a dejar de asistir a clase. Una vez que lo haces, puede ser simplemente más sencillo no volver a clase.

Mientras que hay muchos factores de riesgo para que el abandono escolar se produzca, algunos factores incrementan dicha probabilidad. La falta de apoyo parental, dificultades en el aprendizaje y padres con educación básica, todo ello hace que terminar los estudios sea aún más duro. Los estudiantes de familias económicamente acomodadas tienen más probabilidades de terminar los estudios y de involucrarse en actividades extraescolares y de lograr el éxito.

El abandonar los estudios puede limitarte las oportunidades de trabajo, hacerte depender de los servicios sociales, llevarte al uso de drogas, al embarazo no deseado, ponerte en riesgo de verte envuelto en crímenes e, incluso, en la cárcel. Psicológicamente, las personas que dejan los estudios sufren de baja autoestima y puede que tengan que luchar con sentimientos de desesperanza e impotencia.

Las desventajas mencionadas anteriormente no tienen que suponer forzosamente fracaso y abandono. Si estás en riesgo de abandonar los estudios, puedes sacarle partido a recursos como las bibliotecas públicas, los ordenadores para uso académico o clases particulares gratis en el instituto, tu comunidad o en la iglesia. Al mismo tiempo, examina cómo usas tu tiempo libre, ya sea jugando, viendo la televisión o saliendo con amigos. Quizá lo mejor sería que encontraras un mentor o alguien que crea en ti.

Continúa la búsqueda para descubrir los beneficios a largo plazo de la educación. Cada año que estudias te añade dieciocho meses más de esperanza de vida. El rey Salomón escribió: «¡Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría y obtiene la inteligencia, porque su ganancia es más que la ganancia de la plata, sus beneficios más que los del oro fino!» (Prov. 3: 13-14).