El hurto
Hurtar artículos de un establecimiento abierto al público se denomina hurto. La mercancía robada de esta manera suele ser pequeña y fácil de ocultar. Los artículos robados más comunes incluyen ropa, cosméticos, cuchillas para afeitar desechables, productos electrónicos, medicamentos sin receta, alcohol.
¿Por qué las personas llegan a hurtar en las tiendas? Debido a la presión social, la sensación de emoción al planear y llevar a cabo el robo, no disponer del dinero para satisfacer una necesidad urgente... Algunas personas justifican el hurto afirmando que lo hacen para vengarse de los minoristas, pero los negocios pasan las pérdidas causadas por el robo a todos los consumidores aumentando los precios proporcionalmente. Una minoría de los ladrones lo hace debido a un trastorno del control de impulsos denominado cleptomanía, que provoca una necesidad compulsiva de robar.
El octavo mandamiento dice: «No hurtarás» (Éxo. 20: 15). Además, el hurto en tiendas se considera una violación grave de las leyes locales. Aquellos que son atrapados pueden llegar a ser arrestados, demandados y excluidos de las zonas comerciales. Aunque el hurto en los establecimientos puede parecer un delito menor, al igual que cualquier otro delito, empieza siendo pequeño, pero puede convertirse en una vida de lapsos morales y éticos. Los antecedentes penales también pueden afectar tu futuro, por ejemplo, a la hora de encontrar trabajo.
Si te invitan a robar en un establecimiento, estate preparado para ofrecer una respuesta contundente: «Puedo vivir sin eso» o «prefiero ganarme el dinero y luego pagar por eso».
Si te sientes obligado a robar debido a la falta de recursos, acuérdate de las palabras de Jesús: «Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?» (Mat. 6: 25-26).