El incesto

La intención de Dios para las familias es que fueran santuarios de seguridad y protección, donde los niños pudieran crecer nutridos y amados, no que se aprovecharan de ellos. La realidad, sin embargo, puede ser bastante diferente.

El incesto es definido como tener relaciones sexuales con un familiar cercano con el que, en la mayoría de las partes del mundo, no podrías casarte legalmente (hermano, hermana, hijo, hija, madre, padre, abuelo, tío, tía, primo, etc.) Desafortunadamente, este tipo de práctica sexual todavía sigue ocurriendo. Raramente es consentido, lo que significa que alguien está siendo forzado al sexo en contra de su voluntad. Tal coerción entra en la definición de abuso sexual y emocional, y puede llevar a problemas emocionales, físicos e incluso espirituales para toda la vida.

El incesto a menudo depende de una cultura de secretos de familia. Un progenitor puede darse cuenta de que algo está pasando, pero por alguna razón, como, por ejemplo, su propia historia de abuso, vergüenza y pena, desapego debido a las adicciones o miedo a perder apoyo económico si el abusador es un sostenedor primario, decide no darse por aludido. El autor a menudo convence al niño abusado que lo que le pasa es su culpa, o puede afirmar que le está enseñando al niño cómo protegerse de alguien que quiera hacerle daño.

Las víctimas de incesto con frecuencia tienen miedo de informar lo que están viviendo. Esto puede ser porque quieren a la persona que les está hiriendo y tienen miedo de lo que le pueda pasar, o temen que no les crean o de meterse en problemas, o porque ya han intentado contarlo, pero su historia ha sido ignorada o les han justificado lo que pasó. Pueden creer que lo que está pasando es normal o tener miedo de que alguien a quien aman sea dañado si lo cuentan.

Un pastor, un líder juvenil, un profesor, un consejero profesional o cualquier otro adulto de confianza es una ayuda vital para recuperarse del abuso. Si te sientes dañado y confuso, es fácil restarle importancia a tus propios recuerdos, pensamientos y sentimientos, especialmente si los demás no te creen. Un grupo de apoyo para personas con experiencias similares puede ayudarte a entender que no te has «imaginado» lo que ocurrió, y que estaba mal y era destructivo.

Si has sobrevivido al abuso, debes saber que Dios te ama y te valora. El abuso que has experimentado, o estás experimentando, no está en el plan de Dios para ti. Él quiere que pidas y encuentres ayuda, y te promete: «No te desampararé ni te dejaré» (Heb. 13: 5).