Obstáculos

Una de las lecciones más difíciles que tenemos que aprender es a depender de Dios de modo que él sea nuestra fortaleza. Cuando enfrentamos obstáculos en la vida, a menudo solo pensamos en lo que podemos hacer para superarlos por nuestra propia cuenta, y únicamente recurrimos a Dios cuando eso no funciona. En muchos sentidos, Dios se convierte en nuestro «plan de reserva».

El profeta Isaías escribió: «He aquí, Dios es mi salvación; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jehová, quien ha sido salvación para mí» (Isa. 12: 2). Si miramos hacia atrás en nuestras vidas, podemos testificar que nuestros inútiles intentos de enfrentar los obstáculos con nuestras propias fuerzas revelaron nuestra impotencia. Tenemos que depender de Dios para que nos dé fortaleza y sabiduría para superar las pruebas. También tenemos que entender que a Dios nunca le sorprenden o abruman las cosas que tan fácilmente nos preocupan a nosotros. ¡Si no fuera así no sería Dios!

Por mucho que los obstáculos nos recuerden lo débiles que somos, también deberían recordarnos lo fuerte que es Dios. Podemos estar seguros de que él tiene el control, incluso de esas situaciones. Debemos luchar para superar los obstáculos y prepararnos para enfrentarnos a lo que nos tiene preparado en el futuro.

Dios dice: «Yo soy Jehová, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí?» (Jer. 32: 27). Alaba a Dios por ejercer como Señor incluso sobre nuestros obstáculos.