La crítica

¿Te han criticado alguna vez injustamente? Es doloroso, especialmente si te habías esforzado al máximo. Parece que siempre hay gente dispuesta a criticar y a instruir a otros, y a menudo son los que más razones tendrían para callarse.

Siempre ha ocurrido esto. Incluso Jesús sufrió críticas constantes durante su ministerio. No importa lo que hiciera, los líderes religiosos le criticaban. Jesús reflexionó: «Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores”» (Mat. 11: 18-19). Y, aun así, a pesar del menosprecio, Jesús siempre estaba en paz.

Existe la buena crítica, constructiva, que intenta dar ideas, conseguir progresos y mejorar el mundo. Es constructiva porque viene de la humildad y tiene la sincera intención de ayudar. Pero hay otro tipo de crítica cuyo objetivo no es «hacer las cosas mejor», sino mostrar «quién es mejor». Es destructiva, procede del orgullo y en lo más profundo es una forma de juicio.

La Biblia nos dice que no juzguemos a los demás (Luc. 6: 37). Antes de criticar, intenta esto:

Si tú eres el que está siendo criticado: