La hipocresía
Algunas personas dicen una cosa y hacen otra. Te piden no hacer algo que ellos mismos están haciendo en secreto. Predican el amor, pero manifiestan odio. Esto se llama hipocresía y puede alejar a las personas de Jesús más que cualquier otra cosa.
La palabra «hipócrita» proviene del término griego hypokritēs, que significa ‘actor’. En el teatro clásico, los actores llevaban máscaras para mostrar las diferentes emociones (felicidad, tristeza) que sus personajes sentían en una determinada escena. Por lo tanto, un hipócrita es alguien que lleva una máscara. Esto puede describirnos a cualquiera de nosotros en un determinado momento, pero somos realmente hipócritas cuando pretendemos ser alguien que no somos.
En Mateo 23: 1-30, Jesús describe la hipocresía de los líderes religiosos de su tiempo. No practicaban lo que predicaban (vers. 3). Usaban su religión para impresionar (vers. 5-7). No dejaban a los demás entrar en el cielo (vers. 13). Arruinaban la religión de otros (vers. 15). Se centraban en asuntos secundarios, mientras trataban mal a los demás (vers. 23-24). Pretendían ser perfectos, pero se estaban pudriendo por dentro (vers. 25-28). De hecho, Jesús comparó a los hipócritas con los «sepulcros blanqueados», limpios y arreglados por fuera, pero podridos por dentro (Mat. 23: 27-28).
Sin el poder de Dios y del Espíritu Santo que obra en nuestras vidas cada día, todos estamos muertos por dentro. Pero alabado sea Dios porque, si se lo pedimos cada día, él nos dará fuerza para ser más como él (Fil. 2: 12-16). Con el poder de Dios obrando en nosotros, seremos una «nueva criatura» (2 Cor. 5: 17).