La superación del legado familiar

En los relatos bíblicos de generaciones sucesivas de una misma familia, nos llaman la atención algunos patrones de comportamiento que se repiten.

Isaac y Rebeca tuvieron un hijo favorito cada uno. Lo mismo hizo el hijo preferido de Rebeca, Jacob. Cada uno de estos casos de favoritismo resultó en años de conflictos evitables y dolorosas separaciones.

Abraham mintió negando estar casado con su esposa (Gén. 12: 14-20). Su hijo Isaac hizo lo mismo (Gén. 26: 1-11). Jacob mintió a su padre para obtener su bendición (Gén. 27). Los hijos de Jacob le mintieron después de vender a su hermano José como esclavo (Gén. 37: 31-35). El espectro del engaño los persiguió a todos hasta que ya no pudieron soportarlo, por lo que admitieron su falta y pidieron perdón.

La Biblia afirma que Dios «castiga la maldad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación» (Éxo. 34: 7). Porque siempre ha sido así. Los niños víctimas de abusos suelen abusar a su vez de sus propios hijos, o suelen ser incapaces de apreciar el afecto porque nunca supieron lo que era un contacto saludable. Esta situación les lleva desde niños a recurrir a sustancias, sexo u otras medidas alternativas para llenar el vacío emocional con el que crecieron. Los hijos de alcohólicos tienen muchas más probabilidades que la media de convertirse en alcohólicos. Y si no beben, suelen involucrarse increíblemente en otros comportamientos autodestructivos.

Es probable que pienses en cosas que tus padres y abuelos hicieron que todavía te pesan, desde el abuso hasta la represión y la adicción. ¿Cómo se pueden superar esos patrones generacionales negativos y vivir una nueva vida?