El burnout o agotamiento
En el caso de que no hayas tenido el «placer» de experimentar el burnout, imagina que te ha atropellado un camión, y aun así, tienes que levantarte e ir al colegio o al trabajo. Es una experiencia que hace que parezca que eres solo un cuerpo, deambulando por ahí incapaz de ningún tipo de pensamiento o sin personalidad.
El burnout contiene elementos como el agotamiento, la depresión y la ansiedad, todo envuelto en una mezcla especial para que puedas aguantar. ¿Cómo ocurre? De dos maneras.
Primero, el burnout ocurre cuando sobrecargamos nuestros horarios y no dedicamos tiempo a descansar. Incluso Jesús reconoció la potencia del burnout durante los momentos ajetreados del ministerio. En Marcos 6: 31 Jesús les dice a sus discípulos: «Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco». Tu mente y tu cuerpo pueden llegar a soportar muchas cosas antes de colapsar. Estate pendiente de cuando necesitas descansar y/o simplificar tu horario.
Segundo, y a menudo ignorado, la manera en que el burnout aparece es cuando no tenemos nada que hacer. Cuando Dios creó a Adán, el no lo dejó simplemente deambulando lánguidamente por el Edén. La Biblia dice: «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara» (Gén. 2: 15). Las personas necesitan un propósito. Cuando no nos sentimos útiles, esto nos lleva a la depresión y a limitados sentimientos de autoestima.
En tales momentos necesitamos buscar maneras de servir a otros a través de la oración. Consulta con tus padres, tu pastor o amigos del trabajo para ver qué oportunidades pueden conocer para que puedas involucrarte.