Comportamientos adictivos

Cuando pensamos en la adicción, vienen a la mente las típicas sustancias como las drogas, el alcohol o incluso la comida. Engancharse a ciertos comportamientos, sin embargo, es igualmente real y puede ser igual de devastador o a veces más.

El juego, los videojuegos, el ejercicio, la pornografía, los vídeos, las compras, el trabajo son todos comportamientos adictivos y dominadores. Del mismo modo que las drogas, tales comportamientos son capaces de crear dependencia. Los mecanismos del cerebro que los gobiernan son prácticamente los mismos; las personas llegan a depender de la estimulación y la distracción que tales fijaciones proveen. Las adicciones pueden tener diferentes males de fondo. Algunas tienen un énfasis entrelazado con necesidades biológicas, como la comida y el ejercicio, mientras que otras se alimentan en nuestra necesidad de vínculo social, nuestro sentido de identidad y otros factores emocionales.

Todas ofrecen un breve atisbo de satisfacción, pero el sentimiento se desvanece rápidamente, arrastrando al vacío y al remordimiento. La pornografía se alimenta de nuestro deseo de intimidad física, al tiempo que ofrece una versión superficial de esta, la cual no llena. Los adictos a las compras miran a los objetos materiales como una fuente de felicidad, sin embargo, lo único que agravan es su sentido de soledad. La adicción al ejercicio puede tener que ver con el perfeccionismo (el deseo de verse de cierta manera o de ser responsable o coherente), o con intentar protegerse de algún problema médico potencial, o simplemente como un sustituto más «saludable» ante otra adicción.

Las señales de la adicción incluyen:

Las consecuencias de cualquier tipo de adicción pueden ser devastadoras, incluyendo al aislamiento social, el desánimo, problemas de relación, fracaso académico y bajo rendimiento en el trabajo. Casos severos de comportamientos adictivos pueden necesitar ser tratadas con aconsejamiento y modificación de conducta.

¿Cómo podemos evitar los comportamientos adictivos? En cuanto a la inmoralidad, es necesario evitarla abiertamente, no obstante, sobre lo demás recuerda que el equilibrio es la clave. Busca la moderación en todo lo que hagas. La complacencia en comportamientos potencialmente adictivos hace que tengamos deseo de ellos. Y recuerda el principio del «suficiente». Aceptar que lo que tienes en el presente es suficiente para las necesidades de hoy puede poner todo en perspectiva. Como Jesús le dijo a Pablo: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Cor. 12: 9).

Pablo escribió: «Todas las cosas me son lícitas, pero no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna» (1 Cor. 6: 12). Si estás ya bajo el poder de una adicción, el poder de Dios es indispensable. Puedes necesitar también el apoyo de otras personas, ya sea un amigo, un pastor o un consejero profesional.