El riesgo
Carreras. Escaladas. Paracaidismo. Peleas. Todos ellos son comportamientos potencialmente peligrosos, e incluso aunque los evites en la vida real, puede que disfrutes de ellos indirectamente a través de una película o videojuego. Y mientras no puedas parar de perseguir la emoción y la diversión, el gusto de arriesgarse con cosas más graves está delimitado por dos elementos fundamentales: tu personalidad y tu edad.
La realidad es que la gente joven se arriesga mucho más. Esa es la razón por la que las empresas de alquiler de coches a menudo restringen o añaden un gravamen a los conductores menores de 25 años; muy pocos crímenes son cometidos por personas de más de 40.
Así que, ¿por qué es la gente joven la que, por regla general, hacen cosas descabelladas y viven la vida al límite? Porque el lóbulo frontal de nuestro cerebro continúa desarrollándose hasta la adolescencia e incluso pasados los 20 años. El córtex prefrontal es el área del cerebro que se encarga de la planificación, la toma de decisiones y anticipar la percepción causa-efecto. Si hablamos de deportes, drogas, sexo o conducción temeraria, el escenario para esperarse lo peor está normalmente muy lejos de nuestro pensamiento. Es fácil pensar, «esto no me va a ocurrir a mí».
¿Cómo puedes tomar elecciones inteligentes y sabias?
- Valora los riesgos y beneficios potenciales. A menudo, salir de nuestra zona de comodidad es bueno. Algunas veces no lo es. Considera cuidadosamente las consecuencias de hacer algo nuevo, no hacer nada o hacer lo que siempre has hecho.
- Abre tu mente a los consejos de las personas con más experiencia. Proverbios 15: 22 dice: «Los pensamientos se frustran donde falta el consejo, pero se afirman con los muchos consejeros». Un progenitor en el que confíes u otro mentor pueden darte consejos bien fundamentados a partir de sus propias experiencias ganadas a pulso.
- Reconoce los límites de tu propio juicio. La Biblia dice: «Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia» (Prov. 3: 5). Ora fervientemente y pídele al Padre celestial por dirección. Reclama la promesa: «Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal» (2 Tes. 3: 3).
- Recuerda que Dios necesita personas arriesgadas. Dios puede trabajar contigo de una manera que no lo puede hacer con otros. Necesita personas que no se hayan convertido en autocomplacientes espirituales o de corta visión, personas que están deseando experimentar y probar nuevas y valientes cosas por él. Dios necesita tu energía e innovación. No seas tímido al expresar tus ideas y no te rindas si simplemente la gente te dice que algo no puede hacerse.