La avaricia

No codicies. No seas avaricioso. Es posible que hayas escuchado estos consejos alguna vez en tu vida, pero en un mundo que nos alienta sin cesar a consumir cada vez más, ¿qué significa realmente la «codicia»?

La avaricia tiene sus raíces en la insatisfacción, que hace que deseemos lo que vemos que otros poseen. El concepto de codicia inmediatamente nos hace pensar en nuestra relación con el dinero. El libro de Eclesiastés declara: «Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente» (Ecl. 5: 10, NVI). Pablo le dijo a Timoteo que la «raíz de todos los males es el amor al dinero» (1 Tim. 6: 10). Pablo quería decir que nuestra codicia no se limita a querer acaparar dinero. Puede llevarnos a muchos otros males y, finalmente, a nuestra destrucción.

Pablo le dio a Timoteo la clave de la ganancia y de la riqueza verdadera: el contentamiento. Escribió: «Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo y, sin duda, nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos» (1 Tim. 6: 6-8). Jesús nos asegura que, si confiamos en él, se encargará de todas nuestras necesidades terrenales.

La verdadera ganancia no se encuentra en nuestras posesiones materiales, sino en el desarrollo de nuestro carácter. Pídele a Jesús que te ayude a sentirte más satisfecho con lo que tienes, y pronto empezará a mostrarte cómo conseguirlo.