La incertidumbre

Según algunas personas, este mundo es VUCA: volátil, incierto, complejo y ambiguo. Como seres humanos estamos limitados por el tiempo y no podemos saber lo que nos espera en el próximo segundo.

Afrontamos esta realidad cada vez que nos encontramos con sorpresas desagradables y desgracias repentinas. Mantenerse cerca de Dios no siempre nos protege de los problemas y del sufrimiento. No podemos estar seguros de nada de lo que nos rodea, porque la mayoría de cosas son inciertas.

El apóstol Santiago escribió: «Cuando no sabéis lo que será mañana. Pues ¿qué es nuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece» (Sant. 4: 14). Es saludable saber que estas cosas no siempre dependen de nosotros. La buena noticia es que no todo lo que nos rodea es incierto.

En medio de este mundo de preocupaciones y dudas, Dios aparece como el único que realmente está al control. Declara «lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho» (Isa. 46:10). Nos dio «la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones» (2 Ped. 1: 19), y nos dejó un camino lleno de promesas y esperanza.

Jesús se dirigió a nuestros miedos de cada día cuando dijo: «Por tanto os digo: no os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del campo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?... No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué vestiremos?”, porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mat. 6: 25-26; 31-33).

Sí, no sabemos lo que pasará mañana. No podemos controlarlo todo. Pero lo que sí sabemos es lo que ocurrirá al final de nuestra historia, porque Jesús lo ha prometido: Él «vendrá de nuevo» (Juan 14: 3).

Esta es la certeza más grande de todas.