El aborto

Aunque el aborto se practica desde la antigüedad, la Biblia no aborda directamente este problema. Quizás lo más cercano es un pasaje de la ley de Moisés, que dice: «Si algunos riñen y hieren a una mujer embarazada, y esta aborta, pero sin causarle ningún otro daño, serán penados conforme a lo que les imponga el marido de la mujer y juzguen los jueces» (Éxo. 21: 22). Aunque algunas versiones traducen «aborto espontáneo» o «da a luz prematuramente», la muerte de un bebé por nacer es la traducción más precisa. Este texto puede dar a entender que, bajo la ley de Moisés, un niño por nacer no era del todo una persona legal, ya que la pena por matar a una persona era la muerte, no una multa.

Sin embargo, está claro que Dios valora igualmente la vida humana en cada una de sus etapas. El rey David escribió: «Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos» (Sal. 139: 13-16, NVI). Los seres humanos somos sumamente valiosos para Dios.

En un mundo ideal, todos los niños serían sanos, bienvenidos y amados. Los seguidores de Cristo deben trabajar para garantizar que todos los niños reciban una atención médica excelente y disfruten de un entorno familiar sólido, estable y adecuado. Deben defender a las mujeres, capacitarlas para tomar decisiones inteligentes y educar a hombres y mujeres sobre todo lo que tiene que ver con la sexualidad, la salud y el bienestar.

Lo que las mujeres jóvenes que consideran abortar necesitan aprender también es que el aborto puede tener efectos directos negativos, tanto a corto como a largo plazo: mentales, espirituales y físicos. Además de una serie de posibles efectos secundarios físicos del aborto (infección, sepsis, daño a los órganos), muchas mujeres han luchado durante años con la culpa, el remordimiento y la tristeza por haber tomado esta decisión.

En un mundo caído las personas a menudo se enfrentan a decisiones difíciles, al tener que considerar los riesgos para la salud de la madre y otros problemas difíciles relacionados con algunos embarazos. Reconociendo que Dios es la Fuente y Autor de la vida y que cada persona es responsable ante él, los cristianos deben enfrentar los desafíos del aborto con amor, cuidado y sabiduría.

Para una comprensión más profunda de este tema, ver el siguiente enlace: https://www.adventist.org/en/information/official-statements/guidelines/article/go/-/abortion/