El consumo de medios
Desde libros hasta música, televisión, internet o teléfonos móviles que ofrecen todo lo anterior, los medios de comunicación pueden ocuparnos toda la atención. ¿Cómo permanecer en contacto con nuestro verdadero yo cuando pasamos todo el día mirando rectángulos brillantes?
- Busca lo que perdura. Es fácil quedar atrapado en los medios de comunicación que, al igual que una pompa de jabón que flota, te distrae por un momento y luego explota. La música alegre y la literatura ligera pueden hacer maravillas por nosotros. Como Salomón escribió: «El corazón alegre es una buena medicina» (Prov. 17: 22), pero si todo lo que consumimos no es más que un entretenimiento momentáneo, nos dejará vacíos. Salomón también escribió: «Me dije entonces: “Vamos, pues, haré la prueba con los placeres y me daré la gran vida”. ¡Pero aun esto resultó un absurdo! A la risa la considero una locura; en cuanto a los placeres, ¿para qué sirven? [...] No les negué a mis ojos ningún deseo, ni privé a mi corazón de placer alguno. Mi corazón disfrutó de todos mis afanes. ¡Solo eso saqué de tanto afanarme! […] Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida» (Ecl. 2: 1-2, 10-11, NVI).
- Evalúa. El consejo de Pablo sobre los asuntos espirituales también sirve para evaluar cualquier tipo de medios. Pablo escribió: «Pongan a prueba todo lo que se dice. Retengan lo que es bueno. Aléjense de toda clase de mal» (1 Tes. 5: 21-22, NTV). ¿Dice la verdad? ¿Demuestra excelencia? ¿Promueve la justicia y el compromiso? Si algo no edifica, considera atentamente si deberías seguir consumiéndolo.
- Céntrate en lo eterno. Cómo nos ayuda a prepararnos para el reino de Dios es la medida por la cual deberíamos sopesar todos los contenidos de los medios de comunicación. Jesús nos invita a buscar «primeramente el reino de Dios y su justicia» (Mat. 6: 33). El Salmo 1: 1-2 nos dice: «Dichoso el hombre […] que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella». Al centrarnos en los dones de Dios, él nos ayudará a ver el mundo desde su perspectiva y acercarnos a él.