Las amistades
Hojeando las páginas de la Biblia, se encuentran numerosos amigos, como Rut y Noemí, David y Jonatán, Bernabé y Pablo. En cada una de estas parejas los amigos se apoyaron el uno al otro y se esforzaron en ayudarse mutuamente en tiempos difíciles. Esta es la esencia de la amistad: respeto y aprecio mutuo.
Proverbios 18: 24 dice: «El hombre que tiene amigos debe ser amistoso, y amigos hay más unidos que un hermano». Aquí tenemos la fórmula básica para conservar la verdadera amistad: ser un buen amigo. Hemos de ser capaces de decirnos: «Si mis amigos me trataran como yo los trato, aun así, querría ser amigo suyo». Y es que el amigo verdadero se mantiene fiel en cualquier circunstancia.
La amistad puede comenzar de muchas maneras, desde por sentarse juntos en clase de álgebra, hasta por encontrase varias veces en un restaurante favorito. A medida que una amistad crece en experiencias compartidas, se vuelve más profunda y rica. Una amistad puede comenzar a partir de intereses comunes o por mera ubicación, pero para que se consolide se necesitan valores compartidos y respeto mutuo.
Los seres humanos estamos hechos para relacionarnos unos con otros. Un aspecto importante de la amistad es la necesidad de que los amigos nos apoyen en tiempos difíciles y se regocijen con nosotros en los buenos tiempos. Todos somos más fuertes juntos.