Las apps
Hay, literalmente, millones de aplicaciones disponibles para los billones de dispositivos electrónicos en el mundo. La selección existente nubla la vista. Hay de todo, desde juegos hasta aplicaciones para ayudarte con los deberes, que a menudo son gratuitos. Mientras muchas de estas aplicaciones son útiles (incluso si solo te ofrecen algo para hacer mientras estás esperando en la fila de la tienda), pueden absorber todo tu tiempo —e irritar a los amigos—. Por ejemplo, ¿cuántas veces has recibido una invitación desesperada de un amigo para jugar un juego al que tú no tienes ninguna intención de jugar?
Las aplicaciones pueden ser herramientas útiles, incluso para estudiar e interaccionar con las Escrituras. Sin embargo, pueden llevarte a una distracción tremenda (como cuando conduces) y dañar nuestro uso del tiempo. Salmo 90: 12 dice: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría». Es un versículo de lo más profundo, pero nos recuerda que nuestro tiempo es limitado. Lo que hacemos con nuestro tiempo tiene su importancia. Tómate un momento para mirar las aplicaciones de tu dispositivo electrónico y reflexiona en cuánto tiempo te consume cada una de ellas, particularmente las aplicaciones de redes sociales.
De media, ¿cuánto tiempo inviertes en usar aplicaciones para conectarte, comunicarte y trabajar versus las que usas solo para «matar el rato»? Si tienes aplicaciones de juegos, ¿con cuánta frecuencia los usas y cuándo? Es importante controlar cuánto usamos nuestros dispositivos, en contraste con cuánto nos están usando ellos a nosotros.
Es bastante irónico, pero si quieres calcular cuánto tiempo te quitan tus aplicaciones, puedes encontrar, muy a mano, varias aplicaciones para medirlo.