Revelación, inspiración e iluminación
La comunicación no es una preocupación contemporánea. Desde que nuestros primeros padres cortaron la línea por su desobediencia, hemos sido incapaces de comunicarnos con Dios cara a cara. Afortunadamente, Dios no nos ha abandonado y sigue transmitiéndonos su amor y sus planes para cada uno de nosotros. Dios franquea la barrera de la comunicación mediante la revelación, la inspiración y la iluminación.
A lo largo de la historia, Dios ha elegido a individuos como sus mensajeros y ha comunicado verdades y mensajes a través de ellos, a menudo de manera sobrenatural, mediante visiones y sueños proféticos. Al hecho de que Dios toma la iniciativa de revelarse a sí mismo lo llamamos revelación.
Cada vez que una persona recibía un mensaje de Dios, sentía la necesidad de comunicárselo a otros. Siempre bajo la influencia del Espíritu Santo, los mensajeros de Dios, usando sus propias palabras, hablaron públicamente o escribieron sobre lo que el Señor les había mostrado. A este proceso de recibir y conservar el mensaje divino lo llamamos inspiración.
Aunque Dios se hubiese revelado a un profeta que estuviese inspirado al escribir su mensaje, la comunicación estaría incompleta si no nos llegara personalmente. Cuando leemos la Biblia no ocurre como con cualquier otro libro, porque Dios ha estado involucrado en cada fase de su elaboración. Nosotros también necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para comprender y aplicar los mensajes de Dios individualmente. A esta acción del Espíritu Santo para ayudarnos a entender la Biblia la llamamos iluminación.