Cómo llevar el control de tu salud
Al vivir en la Tierra tenemos la bendición de contar con instrucciones escritas procedentes de Dios sobre cómo vivir una vida físicamente saludable. La Biblia aborda temas clave como la higiene personal, la dieta adecuada y la relación entre la salud emocional y la salud física.
Esto nos lleva a una pregunta importante: ¿Por qué a Dios le importa nuestra salud física? ¿No es suficiente que se ocupe de nuestras necesidades espirituales?
Hay al menos dos razones por las cuales Dios quiere que estemos físicamente en forma:
- Dios desea que seamos felices. Todos hemos estado alguna vez enfermos. No es nada agradable. Acostados en cama, quizás con fiebre, incapaces de estar con amigos o familiares, hay días en que uno se siente terriblemente miserable. Dios nos ama, y sabe que si estamos sanos físicamente los demás aspectos de nuestra vida van a estar mejor también. El apóstol Juan escribió: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma» (3 Juan 2).
- Dios quiere que le hagamos caso. El cerebro es el único medio por el que los seres humanos podemos comunicarnos con Dios. No hay otra manera. Si tu cerebro está «turbio» porque tienes una dieta pobre o porque estás enfermo, es mucho más difícil escuchar la voz del Espíritu Santo cuando te habla.
Con estas ideas en mente, he aquí algunos pasos básicos para que todos podamos encontrarnos físicamente más saludables:
- Hazte examinar. Sé honesto contigo mismo acerca de tu estado de salud actual. Visita a un profesional médico y hazte un examen físico completo. Acepta escuchar su opinión sobre tu salud, tanto si es buena como si es mala.
- Practica «los tres grandes principios»: come bien, duerme lo suficiente y haz ejercicio regularmente. Estos tres principios son los componentes básicos de una buena salud. Come mucha fruta y verdura todos los días (y minimiza o elimina el uso de carne y azúcares refinados); duerme de ocho a diez horas cada noche; y haz ejercicio al menos tres días por semana. Las personas que siguen estas pautas básicas tienden a vivir vidas mucho más largas y felices que aquellos que no lo hacen.
- Mantén a Jesús primero. Los estudios han demostrado que las personas que tienen fe en Dios tienden a ser físicamente más saludables que aquellos que no lo hacen. Confía en Jesús, y él te conducirá diariamente hacia una mejor salud general.