¿Para qué es el Milenio?
El problema comenzó con una duda. Puedes leerlo en las primeras páginas de la Biblia: «¿Conque Dios os ha dicho: “No comáis de ningún árbol del huerto”?» (Gén. 3: 1) Cuando Eva respondió, la serpiente tergiversó la verdad sugiriendo que Dios estaba privando a Adán y Eva de algo maravilloso. La mentira tuvo éxito, Adán y Eva perdieron el paraíso y el pecado continúa desgarrando nuestro mundo. Caímos en la trampa.
Como puedes ver, toda la historia del pecado en este planeta comenzó con un acto de desconfianza. Satanás sembró dudas sobre la justicia y el amor de Dios. Desde entonces, la gente utiliza el desastre que nosotros mismos producimos como evidencia de que Dios es cruel, injusto, egoísta, severo, selectivo y exigente. Pero Dios no es así. Dios es amor (1 Juan 4: 8-16). Jesús es la prueba. En Jesús vemos cómo es Dios realmente (Juan 14: 9-11) y tenemos suficientes razones para confiar en él.
La Biblia nos dice que la rebelión de Satanás contra Dios comenzó en el cielo. Un tercio de los ángeles lo siguió (Apoc. 12: 4-9). La duda se extendió entre ellos también, antes que entre nosotros. Los ángeles rebeldes fueron expulsados de la presencia de Dios, mientras que los ángeles fieles observan con sumo interés lo que está sucediendo en nuestro mundo. Dios permite que los seres celestiales juzguen si «todos sus caminos son justicia» (Deut. 32: 4). En tanto que la historia de la humanidad todavía sigue su curso, se abren los libros y la corte celestial se sienta a juzgar (Dan. 7: 9-10). Los seres celestiales tienen la oportunidad de examinar todas las divinas decisiones antes de la Segunda Venida. Todas las preguntas serán respondidas, y cualquier rastro de duda desaparecerá antes de que regrese Jesús y los creyentes «se encuentren con el Señor en el aire» (1 Tes. 4: 16-17).
Durante mil años (un milenio) después del regreso de Jesús, Dios nos dará a todos nosotros la misma oportunidad de verificar sus juicios (Apoc. 20: 4-6). Podremos saber por qué cada persona fue salvada o perdida. Dios se hará transparente para nosotros también. Tendremos todo el tiempo que necesitemos para asegurarnos de que no haya ninguna razón para dudar de Dios. Y Dios será vindicado. Porque, recuerda, todo comenzó con una duda…