¿Son iguales los animales y los humanos?
Si comparas el ADN humano con el de un chimpancé, verás que comparten la gran mayoría de la información genética. Por lo tanto, el argumento concluye que nosotros y los chimpancés debemos haber evolucionado a partir de un ancestro común.
Sin embargo, los humanos y los chimpancés tienen algunas diferencias remarcables y decisivas, particularmente cuando se trata de lo que da forma a sus cerebros. Un cerebro humano es aproximadamente tres veces más grande que el de un chimpancé, con muchas más conexiones entre las neuronas para procesar información, y todo lo demás que nuestras mentes son capaces de hacer.
La increíble brecha entre las mentes humanas y animales, supuestamente directamente relacionadas a través de la evolución, aún desafía a los científicos. En comparación con los chimpancés, nuestros cerebros no solo son proporcionalmente más grandes, sino que también son mucho más intrincados y complejos. Se ha propuesto que una de las características clave que nos hacen humanos es nuestra capacidad para considerar alternativas futuras y tomar decisiones deliberadas en respuesta a dichas previsiones. Ni los chimpancés ni los demás animales parecen tener nada similar a esta habilidad.
Las diferencias entre los cerebros humanos y los de los chimpancés marcan una diferencia drástica. En lugar de centrarse en las similitudes (que se supone que existen entre criaturas que habitan en el mismo planeta y tienen una fisiología y un metabolismo similares), los investigadores podrían valorar también las enormes diferencias. Y esas diferencias, misteriosas para los naturalistas, realmente apuntan al hecho de que fuimos hechos a la imagen y semejanza de Dios.
De hecho, como humanos, somos las únicas criaturas en la Biblia que se dice que fueron hechas «a la imagen de Dios» (Gén. 1: 27). Esa distinción por sí sola explica la gran diferencia cualitativa entre los humanos y todos los demás animales.