¿Fue Elena White un verdadero profeta?
Elena White (1827-1915) fue una escritora cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que compartió muchos mensajes, según ella, provenientes de Dios. Con el tiempo, la gente ha reaccionado a su ministerio de muchas maneras. Unos la han visto con ambivalencia. Otros la han rechazado directamente. Muchos la han puesto en un pedestal, especialmente elevando sus escritos al nivel de la Biblia, una idea y una actitud que ella rechazó firmemente. Elena White entendió que su misión era acercar a las personas a Dios y a la Biblia, pero de ninguna manera reemplazar las Escrituras o evitar que la gente piense y estudie la Biblia por sí misma.
Muchas personas se imaginan que los profetas son personas perfectas. Pero hasta la lectura más rápida de la Biblia muestra que los profetas son tan imperfectos como cualquiera de nosotros. Después de que el profeta Elías hiciese descender fuego del cielo en una gran exhibición del poder divino, sucumbió al temor y huyó de la reina Jezabel apesadumbrado, creyendo ser el único seguidor de Dios que quedaba en Israel (1 Rey. 19: 10). Jeremías cuestionó su llamamiento (Jer. 1: 6). Moisés asesinó impetuosamente a un hombre (Éxo. 2: 11-12), y aún seguía luchando contra su empecinamiento al final de la vida (Núm. 20: 7-12). Juan el Bautista bautizó a Jesús, pero luego dudó de él (Luc. 7: 20). Sin embargo, Jesús declaró que Juan era el profeta más grande de todos (Luc. 7: 28).
Elena White admitió abiertamente: «Acerca de la infalibilidad, nunca pretendí tenerla. Solo Dios es infalible» (Mensajes selectos, tomo 1, pág. 42). Al igual que todos nosotros, Elena White necesitaba a Jesús y el poder de su gracia para ayudarla a seguir su voluntad.
Otro gran error en lo que concierne a los profetas es que lo principal de su tarea es predecir el futuro. Aunque algunos profetas, como Daniel y Jonás, son conocidos principalmente por sus predicciones, la definición básica de «profeta», según el término usado en las Escrituras, es la de «mensajero», alguien que habla en nombre de Dios. La tarea principal de un profeta suele consistir en recordar al pueblo de Dios cosas que ya conoce, pero que está desatendiendo. Amós advirtió a Israel que no se estaba comportando como debía (Amós 2: 6-8), Natán contó una historia que ayudó a David a reconocer abiertamente que había cometido adulterio y asesinato (2 Sam. 12: 1-4), y Malaquías le recordó a la gente que estaban robando a Dios reteniendo sus diezmos y ofrendas (Mal. 3: 8).
Desgraciadamente, el pecado nos hace olvidadizos o deliberadamente desobedientes hacia lo que sabemos que es correcto. A lo largo de la historia Dios ha enviado profetas porque los seres humanos solemos necesitar mensajeros que nos exhorten a regresar a él. Elena White describió su ministerio como «una luz menor para llevar a los hombres y las mujeres a la luz más grande» de la Biblia (Mensajes selectos, tomo 3, pág. 33). Millones de personas han encontrado inspiración en sus escritos, que les han ayudado a comprender mejor la Palabra de Dios. Está comprobado que Elena White responde a todas las pruebas del verdadero profeta: estar de acuerdo con la Palabra de Dios (Isa. 8: 20), decir la verdad (Jer. 28: 9), creer en Jesús (1 Juan 4: 2) y «producir buenos frutos» (Mat. 7: 20)
Finalmente, la presencia de un profeta en nuestros tiempos no debería sorprendernos. Joel 2: 28 predice que en los últimos días, Dios derramaría su Espíritu, de modo que ciertos hombres y mujeres profetizarían. 1 Corintios 14 señala que el don de profecía es un don importante del Espíritu de Dios a su iglesia.
Para una comprensión más profunda de este tema, ver el siguiente enlace: https://www.adventist.org/en/information/official-statements/documents/article/go/-/resolution-on-the-spirit-of-prophecy/